sábado, 17 de junio de 2017

Crítica: 'El fundador' (2016), de John Lee Hancock


Durante los años que estudié economía y gestión de empresas en secundaria y en la unversidad creo que aprendí más de las películas que nos ponían algunos profesores que de cualquier manual o libro de texto. El mundo empresarial en la realidad es tan sorprendente y feroz que resulta inevitable aprovecharlo para generar material para el cine. Desde las tramas que han causado la crisis económica del 2008, hasta las penurias que implicó la del 29, pasando por la épicas historias de personajes que lograron fundar empresas tan relevantes como Apple o Facebook.

Menos glamourosa, pero seguramente mucho más paradigmática, es la historia de McDonald’s que retrata ‘El fundador’, dirigida por John Lee Hancock y con un gran Michael Keaton como protagonista dando vida a Ray Kroc. En los años 50 Kroc era un vendedor ambulante de batidoras para restaurantes que, en uno de sus negocios, conoce a los hermanos McDonald, responsables de una hamburguesería en San Bernardino, California, basada en la rapidez y la calidad de su comida. Fascinado por el modelo, Kroc consiguió ser el responsable de las franquicias de la compañía, arrebatándosela progresivamente a los hermanos McDonald, y dando lugar a la cadena de restauración más importante del planeta.

Es innegable la capacidad de este biopic de contar no solo la historia de un hombre, sino de mostrar cómo las buenas ideas de negocio no son sino mejoras y adaptaciones de otras. Y es que una buena idea no suele surgir de la nada, sino que la imitación, la copia y la inspiración son esenciales para crear algo revolucionario. Y eso se aplica a los restaurantes, pero se extiende a cualquier ámbito de la vida, incluído el cine o la televisión, que beben continuamente de ideas pasadas para poder crear películas o series novedosas.

Si luego esas ideas son robadas y pervertidas, como ocurre en ‘El fundador’, es una asunto que debe ser criticado no solo en el plano personal de quien lo hace, sino también en el nivel de un sistema corporativo que lo permite. Y en ese aspecto, ningún lugar como Estados Unidos –y más en la era Trump– para mostrar que la ambición y la falta de escrúpulos son elementos esenciales para conseguir el sueño americano.

Y si el sueño que los hermanos Mac y Rick McDonald tuvieron mediado el siglo XX se basaba en la rapidez y la calidad, creando el concepto de comida rápida, hoy McDonald’s se asocia más con comida basura, siendo el principal estandarte de la obesidad y la comida no saludable. En este sentido cabe recordar al documental ‘Super Size Me’, que criticaba con dureza a McDonald’s como cabeza más visible de esa comida basura de la que no es, ni mucho menos, el único representante.

Y es que el modelo de McDonald’s se ha repetido y perpetuado desde entonces, revolucionando la forma de alimentarse de varias generaciones. Y lo que ha cambiado en la cadena a lo largo de los años hace que, desde la perspectiva actual, lo que narra la película resulte tan curioso, pues parece casi imposible que la idea de Mac y Rick llegara a ser lo que hoy es.


Lo que no es tan curioso o novedoso es la forma de narrarlo, bastante tradicional y poco arriesgada. Es cierto que la historia es lo suficientemente poderosa como para dejarla brillar con luz propia, pero la recaída en tópicos y modelos narrativos ya vistos impiden una obra del nivel de ‘La red social’.

Sin embargo, sí que reúne importantes atractivos, sobre todo sus interpretaciones, encabezadas por Michael Keaton como antihéroe con el que, a pesar de todo, conseguimos empatizar. Pero también es una obra inteligente, que sabe contar lo que quiere y que logra una cierta crítica que, aunque podría haber sido más mordaz, es muy ilustrativa. 

Por eso imagino que más de un profesor de dirección de empresas ya estará preparando la cinta para proyectársela a sus alumnos el próximo curso.

Lo mejor: que sabe aprovechar el potencial de la historia
Lo peor: que no sea más dura con el sistema
Nota: 7

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

viernes, 16 de junio de 2017

Crítica: 'Colossal' (2016), de Nacho Vigalondo


Estamos, hasta cierto punto, saturados de monstruos que vienen a invadir la Tierra. Desde Godzilla a Transformers, la lista crece sin cesar y cada pocos meses encontramos alguna cinta sobre criaturas gigantes que amenazan con destruir o conquistar nuestro planeta. Ante el aluvión de películas de este estilo, las posibilidades de innovación se van agotando y realizar algo novedoso cuando hay un monstruo colosal en pantalla se va volviendo más difícil. Sin embargo, de vez en cuando hay agradables sorpresas en este tipo de cine y las dos últimas, probablemente, sean dos obras con reparto internacional y dirección española. Hablo de ‘Un monstruo viene a verme’, de J.A. Bayona, uno de las trabajos más destacadas del año pasado, y de ‘Colossal’, escrita y dirigida por Nacho Vigalondo, que se estrena el próximo día 30 en España.

‘Colossal’ narra la historia de Gloria, una mujer con problemas de alcoholismo que, tras perder su trabajo y su novio, ha tocado fondo y decide regresar a la casa donde creció en una pequeña y aburrida ciudad. Durante su estancia allí descubre que una monstruosa criatura está asolando Seúl y que, por alguna extraña razón, podría tener algún tipo de conexión con ella. Una premisa, sin duda, ingeniosa, pero con una sencillez suficiente para permitir a la película ir mucho más allá de ella.

Porque 'Colossal' es, en primer lugar, un relato de ciencia-ficción, aunque también es una divertida comedia, que sabe adquirir en ocasiones un tono más solemne para incluir algunos (por suerte, no demasiados) toques de romance y una interesante lectura dramática sobre lo que implica crecer –algo que, por cierto, también encontrábamos en Un monstruo viene a verme–. Y en esa mezcla reside el atractivo del filme, capaz de ofrecer lecturas mucho más allá del simple entretenimiento.

Y es que esa es la mayor virtud de 'Colossal', que resulta muy entrenida. Y en especial la primera mitad, más ágil y divertida que la segunda, algo más oscura y desconcertante. No es necesariamente peor, aunque sí menos disfrutable. Sobre todo porque la conexión entre Gloria y el monstruo, inspirado en los kaiju japoneses, se agota bastante rápido. Es una pena que una idea tan original se desarrolle con tanta rapidez y no se explote más. Que tengamos que aguantar secuelas de Tranformers cada poco y que esta cinta en 110 minutos tenga que repartirse entre la historia de monstruos y las relaciones entre humanos es una injusticia para los aficionados a lo monstruoso.

Y ahí reside también el fallo de la película. Su combinación de géneros y tramas es una apuesta muy bienvenida e interesante, pero a la vez impide una mayor recreación en cada una de las historias. Y eso que los protagonistas, sobre todo Anne Hathaway, brillante de nuevo, podrían haber sido mucho mejor aprovechados.


Con esto y con todo, a pesar de algunos fallos, la sensación general que deja ‘Colossal’ es de agradable sorpresa. Vigalondo se confirma así en el panorama internacional como un director con un toque particular y con buenas ideas, pero suficientemente conservador en las formas para poder triunfar en Hollywood. 

Mas con independencia del éxito que Vigalondo obtenga en el futuro, es innegable lo valioso de esta cinta en el presente. No solo por el soplo de aire fresco que insufla al cine de catástrofes y monstruos, sino porque además tiene la valentía necesaria para abordar temas complejos y la capacidad de resultar divertida haciéndolo. Y todo ello, gozando de algo de lo que anda bastante escaso el cine actual: ideas brillantes y sorprendentes, mezcladas con una narración cuidada y sin artificios innecesarios.

Lo mejor: su novedosa idea de partida
Lo peor: que podría haber sido mejor aprovechada
Nota: 7,5

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

miércoles, 7 de junio de 2017

Crítica N° 2: 'Pieles' (2017), de Eduardo Casanova


El culto a la imagen no es algo nuevo de nuestro tiempo. El retrato de Dorian Gray que escribió Oscar Wilde hace más de un siglo es solo una muestra de cómo las personas llevan preocupándose por parecer hermosas a ojos del resto desde hace ya mucho tiempo. Por eso, considerar a 'Pieles' como una cinta crítica con la importancia que la imagen física de las personas tiene en las actuales sociedades occidentales sería reduccionista, ya que la crítica se puede extender a otras culturas y épocas.

Al final, la tendencia a discriminar al que nos parece extraño está detrás de muchos de nuestros problemas como sociedad global. Porque lo deforme o monstruoso no solo nos repugna, también nos asusta, ya que no podemos comprenderlo. Pero al mismo tiempo, lo diferente, lo raro, fascina. Por eso, aunque 'Pieles' pueda producir incomodidad por momentos, tiene la capacidad de atraparnos. Que ver un cuerpo quemado, deforme o contrario a las convenciones estéticas nos resulte desagradable es la situación que la ópera prima de Eduardo Casanova aspira a denunciar; que ese mismo cuerpo nos resulte a la vez llamativo y nos invite a mirar para satisfacer nuestra curiosidad es la herramienta que el film tiene para lograrlo.

Porque sí, 'Pieles' es impactante y puede generar rechazo, mas tiene la capacidad de cautivar y de obligarnos a mirar de frente lo que en otros contextos tenderíamos a evitar. Y en esa oportunidad de observar sin máscaras o maquillaje lo que suele estar escondido encontramos una realidad con la que logramos empatizar a pesar de que pueda parecernos ajena.

Ese es el objetivo, que logremos ponernos en el lugar del otro, del que es distinto. En realidad es una temática que ya hemos visto en muchas ocasiones en el cine con filmes que retratan el racismo, la homofobia o la discriminación por razones sociales, religiosas o de género... 'Pieles' va sobre otro tipo de discriminación, quizás menos retratada, pero que resulta igualmente dolorosa para el que la sufre, solo por el hecho de contar con una apariencia física diferente.

Y diferente es precisamente el término que mejor define a esta película en un nivel formal. El aprovechamiento del montaje para conectar las historias cruzadas se une a la fotografía, que busca siempre la originalidad, jugando con los distintos planos y utilizando con frecuencia la cámara fija. La estética recuerda a menudo tanto a Pedro Almodóvar como a Wes Anderson. Y como ellos, y en esto la semejanza es innegable, la gama cromática adquiere un importante protagonismo. El color se ha convertido en la seña de identidad de la película, también en su promoción con una estrategia de marketing muy reconocible, explotando las variaciones del rosa y el violeta hasta un extremo quizás exagerado.

Y es que casi todo en la cinta lo es, intentando tensar los extremos, como queriendo probar cuánto aguantan: la narración, el monocromatismo, las interpretaciones, los defectos físicos... Todo resulta –premeditadamente– forzado. Una apuesta que debemos apreciar en un autor joven como Casanova, que todavía debe encontrar su estilo y que hace bien en explorar nuevos caminos. Quizá su falta de experiencia le haga tambalearse en algunos de los riesgos que asume, pero sin duda consigue una obra muy particular. 

Y todos estos riesgos que Casanova está dispuesto a asumir hay que agradecérselos a sus padrinos, desde Álex de la Iglesia hasta Netflix –que lleva, por cierto, distribuyendo la película fuera del mercado español desde hace bastantes semanas–. También el hecho de tratarse de un actor lo suficientemente reconocido, gracias sobre todo a su papel en la popular serie de televisión Aída, le ha permitido una presencia mediática y una campaña promocional muy necesarias para poder dar visibilidad a una cinta como esta.


Y es que si esta obra se hubiera producido en otro contexto menos glamuroso no estaríamos hablando de ella, ni siquiera sabríamos que existe. Pero lo mencionado, unido a un reparto muy conocido –con Candela Peña, Ana Polvorosa, Macarena Gómez, Jon Kortajarena, Carmen Machi o Secun de la Rosa, entre otros– y a su presencia en el Festival de Málaga y en la Berlinale, llamando la atención en ambas, le han permitido un estreno y una repercusión envidiables.

Y eso es algo que celebrar porque, más allá de tratarse de un valiente aunque mejorable producto cinematográfico, 'Pieles' nos obliga, de una forma perturbadora y directa, a replantearnos las convenciones sociales en torno a la belleza y la discriminación que se esconde tras ellas. 

La irónica prueba de ello es la censura que Instagram ejerció sobre alguno de los carteles promocionales de la obra, en los que distintos orificios corporales se entremezclan en una rosada piel. Es curioso que en la propia película lo mismo le ocurra a uno de los personajes, que tiene la boca y el orificio del ano intercambiados y que, tras subir una fotografía de su cara, Instagram se la censura porque “no cumple las normas de la comunidad”. La tiranía de lo aceptable y lo bonito en redes sociales obliga a que, quienes no cumplen las normas, se vean relegados a la marginalidad del diferente.

Y no, el culto a la imagen no es algo nuevo de nuestra sociedad. Pero sí ha cobrado una nueva dimensión. Y por eso 'Pieles' es tan necesaria.

Lo mejor: las conclusiones que se pueden extraer sobre nuestra sociedad
Lo peor: que toma demasiados riesgos y a veces no sale bien parada
Nota: 7,5

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

Lo que debes saber sobre la eliminación del `roaming´ en la Unión Europea

FOTO: Pixabay

La eliminación de los controles de frontera y de la necesidad de pasaporte al viajar a otros países de la UE revolucionó los viajes internacionales, tanto por ocio como por trabajo. Este 15 de junio se da un importante paso en la misma dirección con la eliminación de las tarifas de roaming en la Unión. ¿Qué implica esto? ¿Qué hay que tener en cuenta a la hora de viajar o de contratar una tarifa?

Se entiende por roaming el sobrecoste que el cliente debe pagar por utilizar su servicio de telefonía móvil (llamadas, mensajes de texto o navegación) desde el extranjero. Aunque esos costes adicionales se han ido reduciendo progresivamente en los últimos años, todavía suponían una importante molestia para quienes se desplazaban a otro país.

Salvo que las operadoras tengan acuerdos adicionales -Vodafone, por ejemplo, tampoco cobra por la itinerancia móvil en Estados Unidos o Turquía-, los países en los que se podrá utilizar el dispositivo móvil al mismo precio que en España serán los miembros de la Unión Europea, además de Islandia, Liechtenstein y Noruega. El Reino Unido, a la espera de lo que deparen las negociaciones del brexit, se considera por el momento como un país miembro y también en su territorio desaparecerán estos gastos.

Las compañías de telefonía tienen hasta el 15 de junio como fecha límite para eliminar estos sobrecostes, algo que Vodafone, por ejemplo, hizo ya a finales de 2015 en sus tarifas de contrato. El resto, Movistar, Orange, Yoigo, Pepephone o Simyo, apurarán el plazo y será el mismo día 15 a las 00.00 hora española cuando comiencen a aplicar la medida. Para poder disfrutar de la misma no hará falta ningún tipo de alta ni de acción por parte del usuario, pues la entrada en vigor será de manera automática.

Se evitará el uso abusivo

No hay nada que impida a un usuario español comprar una tarjeta SIM en otro país de la Unión mientras está de visita. Sin embargo, para evitar que un viajero pueda contratar una tarifa en un país con precios más baratos y utilizarla de forma constante en su país, lo que se denomina “roaming permanente” se han establecido políticas de uso razonable.

En el caso de que se demuestre el abuso por parte del cliente, la compañía pasaría a aplicar un recargo equivalente al precio mayorista, que será de 7,7 euros el gigabyte; 3,2 céntimos por minuto de llamada; y 1 céntimo por mensaje de texto. Estos precios, que han disminuido hasta un 90%, seguirán reduciéndose hasta lograr que en 2022 por cada gigabyte de información se paguen 2,5 euros.Si durante cuatro meses la compañía detecta que la tarifa contratada se utiliza principalmente en un país distinto al de compra se pondrá en contacto con el cliente para exigirle que demuestre que no está haciendo un uso indebido. Una estancia Erasmus, un viaje para aprender idiomas o el trabajo en un país y la residencia en otro, por ejemplo, se considerarían aceptables y podrían justificarse, pero no así la compra, por ejemplo, de una tarjeta en Portugal con un precio menor para utilizar el teléfono de forma continua en España.

Diez años de negociaciones

La fijación de estos precios mayoristas, el que las operadoras se cobran entre sí por la prestación de los servicios en itinerancia, supuso uno de los mayores escollos de la negociación y fue, de hecho, el último elemento sobre el que se logró un acuerdo. Pero ese acuerdo, alcanzado entre el Parlamento y el Consejo Europeo y ratificado por los Estados miembros, no ha dejado satisfechos a todos.

Las compañías de telefonía españolas, igual que las de otros países con importante afluencia de turistas, no eran partidarias de esta rebaja en los precios mayoristas, pues deberán prestar una gran cantidad de servicios a cambio de unas compensaciones relativamente bajas y que podrían no ser suficientes para cubrir costes.

(Publicado en bez.es)

lunes, 5 de junio de 2017

Crítica: 'La momia' (1999), de Stephen Sommers


El próximo 9 de junio se estrenará en España ‘La momia’, protagonizada por Tom Cruise y dirigida por Alex Kurtzman. Pero esta no es la primera vez que vemos a un monstruo egipcio en el cine. Aunque en 1918 Ernst Lubitsch ya había llevado una momia al cine, fue Boris Karloff quien encarnó a la primera momia verdaderamente memorable de la historia del séptimo arte. En esos años, aprovechando la llegada del sonido al cine, surgía dentro del género de terror lo que podríamos definir como el cine de monstruos. Junto a Frankenstein, Drácula y King Kong, la momia se convertía en uno de los paradigmas de monstruo poderoso y misterioso que trae consigo destrucción y que resulta casi imparable por medios humanos.

Desde entonces, todas estas criaturas han protagonizado decenas y decenas de películas, muchas de ellas de serie B, otras, auténticos taquillazos. Entre las últimas, y centrándonos ya únicamente en los embalsados de la civilización egipcia, fue ‘La momia’ que dirigió Stephen Sommers en 1999 con Brendan Fraser como protagonista la más exitosa de todas. A arrebatarle ese título parece dispuesta la cinta que llegará esta semana; mientras esperamos para comprobar si eso ocurre, analizamos ahora el filme de Sommers.

En realidad lo más destacado de la película ya está dicho: su éxito. Con un presupuesto de unos 80 millones, con críticas bastante divididas y con dudas sobre si un remake del clásico protagonizado por Karloff en los años 30 podría funcionar, la cinta consiguió arrasar en taquilla y superar los 400 millones de dólares recaudados en todo el mundo. En los años siguientes Universal lanzó dos secuelas y una precuela (protagonizada esta última por Dwayne Johnson) para aprovechar el tirón de la franquicia.

Su éxito, en parte imprevisto, se basa en un entretenimiento clásico: cine de aventuras, un reparto atractivo y atlético, un romance, algunos misterios, efectos especiales... Es una fórmula habitual y poco rompedora, pero está claro funciona. ‘La momia’ no aporta nada a la historia de este personaje salvo, quizás, la introducción en la película de pasajes en egipcio antiguo.

También es cierto que la obra es ágil, que pasan cosas y que sus dos horas no se hacen en ningún momento aburridas. A pesar de que su predecibilidad y de la abundancia de estereotipos, tiene momentos de cierta tensión y, en conjunto, logra un ameno pasatiempo. Y que nadie busque en este filme algo que no eso, porque ni lo va a encontrar ni la película aspira a ofrecerlo.


Los efectos especiales, que le valieron a la obra algunos reconocimientos, resultan algo flojos para el presupuesto y la fecha. Hay elementos, como puede ser la momia o las tormentas de arena, bastante logrados, pero en general la sensación es de decepción. Porque, aunque sabemos que las interpretaciones o el guion de este tipo de cintas suelen ser mediocres, sí esperamos que el componente visual y sonoro sea impresionante, y eso no siempre ocurre en ‘La momia’. No obstante, debe quedar claro que esto no implica que estos efectos sean malos; son menos espectaculares de lo que cabría imaginar, pero siguen siendo atractivos.

Y es que son ellos, junto a la capacidad de entretenimiento de la cinta, los que atrajeron a un público considerable a las salas para ver volver a la vida a una figura esencial en el cine de monstruos. La versión que se estrena en unos días parece seguir la misma premisa. Veremos también si el resultado es el mismo.

Lo mejor: que es muy amena
Lo peor: que, en realidad, es mala, desde las interpretaciones al guion
Nota: 6

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

sábado, 3 de junio de 2017

Review 'All Hail King Julien' - Temporadas 1 a 3


Tras varias secuelas y el spin-off, tanto en forma de película como de serie de televisión con ‘Los pingüinos de Madagascar’, podría parecer que el universo ‘Madagascar’ estaba ya casi agotado. Pero entre Netflix y Dreamworks consiguieron alargar el chicle hasta unos límites que deberían haber resultado inadecuados. Y ha sido uno de los personajes más irritante de todos el que consiguió en 2014 su propio spin-off.

El rey Julien, monarca de los lemures, adicto a la fama y a la fiesta, necesitaba una serie para narrar su obra y milagros. Se trata de un personaje pedante y egocéntrico, rodeado por unos súbditos –sobre todo el fidelísimo Mort, todavía más cargante y con una voz aguda casi insoportable– simples y estereotipados. 

¿De momento, ni una palabra buena, verdad? Pues ‘All Hail King Julien’ resulta mucha más divertida e imprevisible de lo que cabría esperar. Y esto es debido, en parte, a su nulo sentido del ridículo.

A pesar de que cuesta coger cariño a los personajes y llegar a encontrar la gracia a unos chistes basados en gran medida en la reiteración episodio tras episodio, la serie se acaba volviendo adictiva. Es, sin duda, uno de esos placeres culpables que disfrutas aunque sabes que estás ante algo muy sencillo. Mas su concepción un tanto anárquica e imprevisible, con un humor que combina lo repetitivo, lo escatológico y los juegos basados en la voz y la música, consigue desatar la risa en ocasiones que, pensándolo bien, no deberían resultar tan divertidas a un adulto. Sin embargo, y pensándolo aun mejor, lo cierto es que hay una notable inteligencia en la serie, que se camufla tras chistes y aventuras aparentemente inofensivos. 

Y es que puede parecer sencilla, pero es mucho más impredecible y mucho menos complaciente que la mayoría de productos similares. No todos los finales son completamente felices y no siempre es posible extraer una moraleja socialmente aceptada, algo bastante poco frecuente y que le otorga, sin duda, una frescura muy bienvenida, liberándose de la rigidez que acompaña a este tipo de series.


Fresca es también, y bastante pegadiza, la música, como no podía ser de otra manera con un rey tan bailongo y moderno. Un rey, el protagonista, bastante plano, como el resto de personajes. Pero eso, llevado casi hasta el extremo, consigue resultar cómico. De hecho, las mayores carcajadas las generan en ocasiones los personajes secundarios, limitados a menudo a una frase que esperas durante todo el capítulo y que celebras cuando aparece, o ridiculizados con una crueldad bastante inocente, aunque poco habitual en una serie infantil.

Y ahí reside su virtud, en esa incorrección, escapando de cánones y sin buscar transmitir valores a los niños, centrándose solo en hacerles disfrutar con un humor básico y ágil que resulta acertado para ellos, pero que, por el mismo motivo, y por su toque gamberro, también permite que los adultos pasemos un buen rato.

Puede que ‘All Hail King Julien’ no sea nada especial, pero sí que tiene algo diferente. Y al verla pueden ocurrir dos cosas: o profundizamos en la serie para descubrir que nuestros lemúridos amigos ofrecen en realidad más de lo que aparentaban; o nos quedamos en la superficie y disfrutamos como niños. En cualquier caso, nos daremos cuenta que los peores chistes a menudo son los que más gracia tienen.

P.D.: Por el momento la serie ha tenido un total de cuatro temporadas y una quinta adicional en forma de serie independiente: ‘All Hail King Julien: Exiled’. En Netflix España solo está disponible la primera temporada por ahora.


(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)