lunes, 8 de junio de 2020

[Series] 'Home Ground' (2ª Temporada): El fútbol que queremos

La segunda temporada de ‘Home Ground’, disponible en Filmin, continúa la historia de la primera entrenadora de un equipo de fútbol masculino en la máxima división noruega, mostrando qué es lo importante en el fútbol y que aún falta un trecho muy largo para lograr la igualdad y la no discriminación en el deporte rey


Futbolistas estadio NRK

Faltan cuatro días para que regrese La Liga. En el lejano mes de agosto, cuando también faltaban cuatro días para el comienzo de un campeonato que se ha tenido que interrumpir por ese virus del que usted me habla, Filmin estrenaba ‘Home Ground’, una serie noruega centrada en la historia ficticia de la primera mujer que conseguía entrenar un equipo de fútbol masculino de primera división noruega. No hace falta recalcar que la situación es muy diferente a la de aquel agosto, pero si en la review de la primera temporada de ‘Home Ground’ comenzábamos señalando el punto de inflexión en el que se encontraba el fútbol femenino, esta situación nos ha mostrado que el fútbol es, ante todo, negocio y que la igualdad está todavía lejos: se ha desplazado la Eurocopa femenina debido al aplazamiento de la masculina (impensable al revés) y la Liga Iberdrola, la primera división femenina, no se reanudará, cuando hasta en Tercera División masculina va a retomarse la competición de alguna forma.

El optimismo de finales de verano parece un espejismo, y si ahora nos adentramos en la segunda temporada de ‘Home Ground’ no es, como ocurría entonces, por ser más cercana a la realidad que nunca, sino porque nos damos cuenta de que la igualdad en el fútbol es tan ficticia como en la serie y porque todavía nos falta un larguísimo camino por recorrer para que la realidad alcance a esta maravillosa ficción.

De hecho, tras haber profundizado en la primera temporada en la importancia de una mujer entrenando un equipo de la máxima categoría, esta temporada presta atención a la homosexualidad en el mundo del fútbol, quizás una de las barreras más incomprensibles que le quedan por derribar a este deporte y que lo sitúan en la cola de la sociedad en ese aspecto. Todo esto se retrata de una forma que solo parece posible en una sociedad como la noruega, que, no por casualidad, es uno de los países de referencia en fútbol femenino.

Pero esta defensa de la igualdad, central en la trama, no sería nada sin la capacidad de la serie de transmitir la pasión, los valores y la esencia del fútbol que ya convertían a la primera temporada de ‘Heimebane’, su título original, en una obra imprescindible. En esta segunda entrega –estrenada en Noruega en febrero de 2019–, tras haber logrado la permanencia en la Eliteserien, el Varg se enfrenta a su segunda temporada en la máxima categoría con escasos recursos económicos, y teniendo que buscar el apoyo de algún patrocinador que les permita acceder a los recursos necesarios para lograr su objetivo de clasificarse para jugar en Europa.

Como sucede en la realidad, el negocio y los millones acaban imponiéndose, pero la serie consigue reflejar algo que también es inseparable del deporte: la épica, las gestas impensables, los valores de un equipo, la rivalidad con los vecinos, los ídolos locales… Esta segunda temporada, con sus ocho capítulos, reflexiona en mayor medida sobre la importancia de mantener la esencia de un club por encima del éxito que proporciona el dinero para fichar nuevos jugadores y disputar grandes títulos.

Contención en la victoria y en la derrota


Y, sin embargo, esa defensa del fútbol modesto y con valores no es inocente ni idealizada, sino que se aborda con toda su complejidad. También así se reflejan los temas sociales ­­–desde el feminismo a la homofobia, pasando por el aborto o el divorcio–, de manera honesta e imperfecta, sin personajes completamente justos ni buenos, pero sin maldades absolutas. Solo personas que en ocasiones aciertan y en ocasiones se equivocan.

John Carew y Ane Dahl Trop

Esos personajes, con varias caras nuevas con respecto a la primera temporada, están diseñados con acierto, y su arco dramático –tanto el de los que continúan el proceso de la primera como el de aquellas que se incorporan en esta segunda entrega– muestra una evolución muy medida y justificada. Dada la multiplicidad de temas que se tratan, hay figuras secundarias que aparecen definidas solo con trazos, pero manteniendo igualmente una gran riqueza y profundidad, en gran medida gracias al gran trabajo de casting y de interpretación de la mayoría de actores y actrices.

La serie destaca también por una fotografía de gran belleza, tanto la asociada al fútbol como la que explota los paisajes noruegos. En ese aspecto, para el espectador menos familiarizado con el país nórdico, hay un punto de “exotismo”, no solo en el componente visual o en la forma de vivir el futbol, sino también en la narración y la aproximación a unos personajes que parecen distantes y con los que no siempre es sencilla la identificación.

Ese punto de distanciamiento se une a la autenticidad y la contención de muchas producciones nórdicas. Así, la épica del deporte se mantiene, pero sin exageración ni dramatismo, relativizando tanto lo bueno como lo malo, y añadiendo capas al análisis futbolístico y social. De esta forma, ‘Home Ground’ logra demostrar que, como reza la célebre cita, el fútbol es lo más importante de las cosas menos importantes.

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos

sábado, 23 de mayo de 2020

[Series] Review ‘El incendio’. El buen hacer de la intriga británica

David Tennant protagoniza una miniserie tensa y opresiva sobre la muerte de una familia en un incendio en una pequeña localidad escocesa 


El incendio - Portada

Es una de las cimas de la ficción audiovisual británica: la (mini)serie de intriga ambientada en una pequeña población. ‘Broadchurch’ es quizás la referencia más clara, pero en fechas recientes hemos tenido ejemplos claros y de gran calidad, como ‘Back to Life’ o ‘The Accident’, ofrecidas por Filmin en España, que ha encontrado en ellas un filón con trabajos sencillos, de calidad y, en general, con respuestas notables por parte del público. En esta línea, el pasado 19 de mayo se estrenaba ‘El incendio’ (‘Deadwater Fell’), una miniserie de cuatro capítulos que comparte con ‘Broadchurch’ no solo la temática y el estilo, sino también producción y protagonismo para David Tennant.

No es necesario destacar que David Tennant es una de las figuras más relevantes en la televisión británica en los últimos años, pues, además de ‘Broadchurch’, dio vida al ‘Doctor Who’ durante varios años y ha estado presente en producciones como ‘Good Omens’, 'Jessica Jones' o ‘Criminal’. Aquí da vida a Tom, padre de tres niñas que fallecen, junto a su esposa y madre de las pequeñas, en el incendio de su casa, al que él sobrevive. Tras la conmoción inicial, se descubre que el incendio no fue accidental y que hay algo que no cuadra en medio de la tragedia

Esta historia se narra desde la perspectiva de una pareja de amigos de la familia, incorporando nuevas capas y profundizando no solo en el diseño de los personajes, sino también en las relaciones entre ellos. Así, las cuatro principales son figuras complejas, con secretos y oscuridades, y con motivaciones y sentimientos, a menudo, difíciles de desentrañar. Conviene destacar el gran trabajo de interpretación, no solo de Tennant, sino también del resto de protagonistas, destacando a Cush Jumbo, que da vida al personaje más presente y el catalizador con el que el espectador se puede identificar en mayor medida. 

La narración como elemento opresivo 


Particularmente meritoria es la capacidad, tanto de los intérpretes como de la creadora, Daisy Coulam, y de la directora, Lynsey Miller, para transmitir una constante sensación de opresión: opresión de cada personaje sobre sí mismo, de las parejas en cada casa y del pueblo sobre sus miembros. Este aspecto, presente en esas miniseries que indicábamos al principio, resulta de gran interés, pues el pequeño tamaño de esta agradable población escocesa acerca a las personas y estrecha sus lazos, lo que impide la independencia de la investigación policial y obliga a los protagonistas a recuperar sus (traumáticas) relaciones y conflictos pasados.

David Tennant y Cush Jumbo

Se recurre para ello al flashback, con abundante montaje paralelo, en el que no siempre es sencillo establecer el orden de los eventos, lo que incrementa la tensión. Una tensión perfectamente dosificada, que juega con la intriga y el suspense, aunque sin excederse. Resulta adictiva, pero nunca es excesiva, pues la serie resulta compleja en lo que respecta a riqueza de matices, no a dificultad. Un acierto, ya que una mayor atención al desarrollo de la trama y al componente de intriga restaría peso al desarrollo emocional y a la fuerza de la narración. 

Quizás es cierto que la historia central y el misterio, despojados de estos elementos, resultan pobres, mas ahí reside la capacidad de la buena ficción audiovisual de sobrecoger con una base sencilla. Ahí es precisamente donde las miniseries británicas suelen relucir. ‘El incendio’ lo consigue. Y no será la última.

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

domingo, 22 de marzo de 2020

[Documental] Crítica: ‘Ciberguerra en las Elecciones Estadounidenses’. La puerta trasera para la manipulación electoral

HBO estrena el documental ‘Kill Chain: The Cyber War on America’s Elections’, que destapa las vulnerabilidades del sistema de voto electrónico en las elecciones estadounidenses, aunque con una argumentación floja e insuficiente


Ciberguerra Portada

Al analizar ‘Posverdad: La desinformación y el coste de las fake news’ hablábamos del fenómeno de las noticias falsas como una amenaza para las Elecciones Presidenciales de Estados Unidos que deben celebrarse este año. Esas campañas de desinformación son, en realidad, una forma de guerra asimétrica y de terror cibernético cuyo objetivo no es necesariamente convencer de una mentira, sino que suele ser suficiente con introducir duda y caos en un sistema. La guerra cibernética es muy amplia, desde el robo de información hasta el hackeo de recursos e instalaciones críticas, y constituye una amenaza de la que ningún país está libre. Y menos el país más poderoso e intervencionista en el exterior del mundo: Estados Unidos.

‘Kill Chain’, que llega a HBO España el próximo 27 de marzo, es un documental bastante preocupante sobre la falibilidad y vulnerabilidad del sistema de votación existente en Estados Unidos, en el que cada estado tiene capacidad de decidir el sistema y en el que en gran parte de los centros de votación utilizan máquinas electrónicas, sin papeletas que puedas ser verificadas antes un hackeo o fallo de unas máquinas obsoletas y más expuestas a ello de lo que las autoridades estadounidenses quieren admitir. Cuenta con la participación de hackers y expertos en ciberseguridad, con Harri Hursti a la cabeza, que demuestran en repetidas ocasiones algo que ya habían demostrado en 2006, en el documental ‘Hacking Democracy’: que el sistema de voto electrónico estadounidense es menos seguro de lo que sus responsables defienden. 

Si lo que se cuenta en el documental es cierto, la amenaza es inmensa y la situación es inquietante. Por supuesto, no hay motivos para dudarlo; ahora bien, salvo para los mayores expertos, el documental no permite comprobarlo, pues realiza una aproximación muy poco didáctica y de difícil acceso para el ciudadano medio, que puede creerse estos argumentos como puede creerse los contrarios, ya que resultan, en su mayoría, inalcanzables.

Un abordaje insuficiente


Al mismo tiempo, y a pesar de la gravedad de lo que se muestra, no parece suficiente, pues es repetir lo mismo una y otra vez: esta máquina se puede hackear; esta máquina da errores; esta máquina ya la hackeé en 2006. El cúmulo de errores y problemas a los que se alude es inmenso, pero no deja de ser un mismo problema en diferentes estados y con diferentes máquinas. Se echa en falta una aproximación más completa del problema, abordando quién, cuándo, cómo y por qué. Que las máquinas son hackeables e inseguras puede demostrarse en diez minutos, dejando los ochenta restantes para abordar otras derivadas de la situación, sobre todo si el título ambiciona “la guerra cibernética contra las elecciones americanas”.


Harri Hursti

La otra limitación de la obra es la de no dar voz a la otra vertiente, la de quienes defienden la seguridad del sistema. Es cierto que el documental busca la denuncia, pero la matización de las acusaciones a través de la inclusión de opiniones enfrentadas le hubiera añadido riqueza y, probablemente, mayor capacidad persuasiva. Lo mismo hubiera ocurrido con un repaso más global de la situación, observando errores y aciertos de otros sistemas. Así, la apresurada conclusión de que la solución es utilizar papeletas que garanticen la revisión en caso de duda, error o ataque informático, aunque a priori acertada, no tiene la suficiente justificación.  

Un documental que pretende destapar una amenaza tan importante, con acusaciones de tal gravedad y con unas ambiciones tan elevadas no puede abordar el problema desde una sola perspectiva, con un número tan reducido de voces y con un foco tan limitado del problema. Es encomiable y muy necesario el objetivo, lo que falla es el proceso para lograrlo; es una lástima, pues, con mejores argumentos, esta obra tendría que sacudir el proceso electoral en el que se encuentra la todavía nación más poderosa del planeta. 

Lo mejor: la urgencia e importancia del tema
Lo peor: la insuficiencia de los argumentos
Nota: 5,5/10

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

jueves, 19 de marzo de 2020

[Documental] Crítica: ‘Posverdad: La desinformación y el coste de las fake news’. La política estadounidense y las noticias falsas

Aunque atractivo, el documental ‘Posverdad: La desinformación y el coste de las fake news’, que HBO estrena el día 20, se aproxima a este fenómeno de manera incompleta y con una visión excesivamente centrada en la política estadounidense


Portada Posverdad

La situación tan extraordinaria en la que nos encontramos está dejando la política en un segundo plano. Las primarias demócratas en Estados Unidos también se están viendo afectadas, siendo aplazadas en algunos estados y extremando las precauciones en los que se han celebrado. Aun así, el proceso lleva en marcha un tiempo y, además del coronavirus, hay una amenaza, algo más subyacente pero igualmente preocupante, cuya sombra alcanza las anteriores Elecciones Presidenciales de Estados Unidos en la que ganó Donald Trump. Las noticias falsas.

El documental que estrena HBO el día 20, dirigido por Andrew Rossi, aborda este problema desde una perspectiva exclusivamente política y estadounidense, intentando comprender las consecuencias que este fenómeno tiene sobre los ciudadanos de a pie. Es un punto de vista interesante y no demasiado común; sin embargo, al obviar un análisis sociológico, tecnológico y comunicativo, impide una mayor comprensión del fenómeno. Se centra en un puñado de casos en los que la desinformación y las noticias falsas tuvieron efectos importantes en la vida de las personas, destacando el Pizzagate, un caso en el que un hombre armado irrumpió en una pizzería al creerse bulos sobre casos de pedofilia que afectaban a la candidata demócrata, Hillary Clinton, y a otras figuras públicas, como el millonario George Soros.

Estos casos y el rol que la desinformación tuvo en ellos, son retratados de manera ilustrativa y completa, mas no dejan de ser casos aislados, que nunca se interconectan y de los que no se extraen lecturas más amplias, por lo que no se profundiza en cómo el fenómeno actual se diferencia de las campañas de desinformación que se han seguido con fines políticos y propagandísticos a lo largo de la historia. En realidad, parte de la tesis de esta obra parece ser que las noticias falsas son solamente una herramienta política y que el buen periodismo puede solucionarlo, lo cual es cierto en parte, pero, una vez más, obvia parte de las dimensiones del problema y libera de responsabilidad a los ciudadanos, retratados aquí solamente como víctimas.

Only in America


Por supuesto, optar por unos casos concretos es necesario para poder comprimir un fenómeno tan amplio en un largometraje de 90 minutos; y poner el foco sobre la política estadounidense, uno de los campos más afectados por las noticias falsas, tampoco es un error. Sí lo es seguir hablando de las noticias falsas como si Rusia fuera la inventora y única responsable y como si el fenómeno no tuviera relevancia en otras esferas y países –la crisis del coronavirus es un buen ejemplo de que esto no es un fenómeno exclusivo de Trump y los rusos–. Y es que para comprender las consecuencias de esta problemática sobre las personas es necesario comprenderla con mayor amplitud, diferenciando noticias falsas de desinformación –algo que hacen algunos de los entrevistados, pero que en ningún momento se explica–, situando el problema en el actual contexto de posverdad –que está en el título, pero que es referido en muy pocas ocasiones y sin clarificar en qué consiste y por qué es tan relevante– y recurriendo a algunos aspectos sociológicos, tecnológicos y comunicativos esenciales para comprender la dimensión alcanzada por este fenómeno en la actualidad.

Pizzagate fake news

En realidad, se podría haber hecho, pues la obra cuenta con el testimonio de periodistas, expertos y académicos de gran prestigio, si bien desaprovechando a algunos de ellos, que apenas aparecen unos segundos en pantalla. El problema, por lo tanto, es de concepto; no es que la narración o el contenido sean incorrectos, sino que se opta por mostrar una imagen incompleta, aunque más atractiva para un volumen más amplio de espectadores. Y es que es innegable el interés de la obra, entretenida y con contenido y reflexiones de gran validez. Podría –y debería– haber ampliado el foco, ganando riqueza y resultando más ilustrativa, mas de esta forma logra un trabajo más cercano al potencial y con mayor capacidad de remover alguna conciencia. 

Lo mejor: la perspectiva humana del problema
Lo peor: la falta de análisis del fenómeno en su totalidad
Nota: 6

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

viernes, 7 de febrero de 2020

[Series] ‘Cara a cara’. la narración como fortaleza

Filmin estrena el 11 de febrero ‘Cara a cara’, una miniserie danesa con una estructura llamativa sobre un policía que investiga el supuesto suicidio de su hija


Ulrich Thomsen Cara a cara

Un policía investigando, fuera de los canales oficiales y con métodos violentos e ilegales, la muerte, aparentemente un suicidio, de una joven. Nada particular en una serie noir. Tampoco se aleja de los cánones del género el hecho de que la fallecida sea la propia hija del policía, ni que, a medida que se van conociendo, los secretos generen cada vez más incógnitas. La línea argumental tampoco es especialmente original: el policía va encontrándose con potenciales sospechosos o con personas relacionadas con su hija, que le van desvelando una vertiente de ella totalmente desconocida. Y aunque todos los involucrados parecen tener coartadas y el suicidio siempre se mantiene como hipótesis más probable, continuamente se observan cabos sueltos, inconsistencias y mentiras.

La miniserie danesa ‘Cara a cara’, que en su título tampoco resulta llamativa, es, en esencia, un nordic noir más. No obstante, hay aspectos narrativos y formales que convierten a esta serie que se estrena en Filmin el próximo 11 de febrero en un trabajo de notable atractivo. Destaca, sobre todo, la estructura de la serie, de ocho capítulos de 25 minutos, en cada uno de los cuales el protagonista se enfrenta –cara a cara– con uno de los posibles involucrados. Así, sin una rigurosidad estricta que podría hacerle caer en la artificialidad, cada episodio tiene un antagonista y un escenario diferentes, pero con una estructura muy semejante, lineal y sin saltos temporales. Las historias se encadenan, cada una conduce a la siguiente, y la intensidad y la fuerza van aumentando a medida que avanzamos.

Estructura para una historia convencional


La factura es, en general, de calidad, con interpretaciones muy solventes de algunos de los principales nombres de la televisión y el cine daneses: Ulrich Thomsen, David Dencik, Nikolaj Lie Kaas o Trine Dyrholm. Con esto, la miniserie es más que correcta, pero la historia resulta convencional y sin excesiva profundidad ni capacidad de sorpresa. Esa falta de profundidad hace que numerosos flecos y detalles queden sin explicación, además de dejar un final bastante abierto. No obstante, es cierto que esta decisión permite establecer un filtro más potente sobre el conocimiento que tiene el espectador, siempre limitado por los impulsos del protagonista, e incorporando además elementos de duda muy poderosos. De esta forma se transmite de manera acertada ese conocimiento incompleto de quien sigue una teoría improbable, alguien expuesto al engaño y una cantidad de información abrumadora y, a menudo, contradictoria. Es posible que queden múltiples elementos y decisiones sin justificar, pero la apuesta es valiente.


Nikolaj Lie Kaas Cara a cara

Más allá de estos aspectos, tanto los más atractivos como los menos, son la estructura y la narración las que convierten a ‘Cara a cara’ en una obra de interés. No abandona los patrones del género, no ofrece sorpresas ni tensión como otras obras semejantes, tampoco hay un importante análisis social subyacente… Pero hay suficientes elementos que, sin ofrecer una ruptura absoluta, sí que aportan el aliciente suficiente para que una historia negra correcta, aunque convencional, gane fuerza y ofrezca un conjunto más rico que la suma de sus partes gracias a una narración inteligente y novedosa.

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)