martes, 30 de octubre de 2018

[Especial Halloween] Crítica: 'Errementari' (2018), de Paul Urkijo: auténtico terror vasco


Paul Urkijo debuta con 'Errementari', una fantástica y terrorífica obra rodada en euskera sobre un herrero alavés del siglo XIX al que temía el mismísimo diablo


Más allá del incuestionable éxito que supone ganar diez Premios Goya, el principal mérito de ‘Handia’ tal vez sea el precedente que sienta para otras producciones, demostrando que el euskera y el folclore vasco tienen cabida mucho más allá de Euskadi. Si bien es cierto que ‘Loreak’ ya había esbozado el camino en 2014, fue la descomunal ‘Handia’ quien lo definió hace ahora un año. No es extraño, por lo tanto, que pocos meses después llegara a los cines ‘Errementari’, adaptación de un cuento popular vasco, que se sitúa lo suficientemente cerca de ‘Handia’ como para aprovechar su estela, y lo suficientemente alejada como para tener identidad y estilo propios.

La similitud más evidente se deriva de la presencia de algunos actores y miembros del equipo técnico de ‘Handia’, sobre todo un –de nuevo– magnífico y –de nuevo– casi irreconocible Eneko Sagardoy. Esta vez no se trata de un gigante, sino de un demonio llegado desde el mismísimo infierno. Situar la trama en el siglo XIX, con la Primera Guerra Carlista como punto de partida, es otra semejanza con ‘Handia’ y es, al mismo tiempo, un gran acierto, por la relevancia que el territorio vasco jugó en esta contienda y por la elección de una época oscura y misteriosa de la que, como afirmaba en una entrevista el director, Paul Urkijo, han salido otros monstruos como Drácula o Frankenstein. 


Una última semejanza es el uso del euskera. O, en realidad, de un dialecto del euskera que se hablaba en Álava en el siglo XIX y que supone una tarea encomiable de investigación y de búsqueda de la autenticidad. De nuevo, la cuidada ambientación histórica y estética es una cualidad más que comparte con ‘Handia’.


Es cierto que ‘Errementari’ no puede entenderse sin ‘Handia’, mas no es la única asociación que genera la obra de Paul Urkijo. Por un lado, es innegable ese toque de humor negro tan característico de Álex de la Iglesia, productor del film. Por otro lado, tanto el prólogo que introduce la historia, como el hecho de aprovechar la tradición religiosa y pagana de una región del norte de España, recuerdan a ‘O Apóstolo’, la cinta gallega que ya habíamos comentado en el Especial de Halloween de 2017

Terror con identidad propia 


Pero ‘Errementari’ va más allá de cualquier asociación. La apuesta por la fantasía –un género no tan habitual en el cine que se hace en España–, la imprevisibilidad de la historia, el horror gótico y lo dantesco de la trama son elementos propios y muy atractivos. Como muy atractiva es también la historia, inspirada en Patxi el herrero, un cuento de principios del siglo XX: años después del fin de la Primera Guerra Carlista, un comisario de la Diputación llega a una aldea de Álava en busca de un herrero que vive aislado en una alejada y siniestra herrería en el bosque. Allí se cuela una niña huérfana, que descubre el oscuro secreto que esconde Patxi, un herrero temido por el propio diablo. La leyenda traspasa la infernal fantasía, adentrándose en un debate sobre los prejuicios y sobre la absurda clasificación de las personas en malas y buenas.


Con todo ello, los pequeños errores en la narración, lo limitado de algunas interpretaciones y ciertos elementos estilísticos, que quizás no llegan a la altura de producciones más grandes y directores más experimentados, quedan casi ocultos. Esas imperfecciones le otorgan cierto toque auténtico y anticuado, como un viejo libro de leyendas que se preocupa más por la ambientación que por el estilo. Así, ‘Errementari’ consigue despertar un miedo cercano a ese terror ancestral que los alaveses del siglo XIX sentían ante las criaturas del Infierno. 

Lo mejor: la autenticidad de una obra que bebe de una fuente de terror y fantasía tan mágica y escalofriante 
Lo peor: la falta de experiencia del director y, sobre todo, no poder apreciar la valía de la versión original 
Nota: 8.5/10


(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

sábado, 27 de octubre de 2018

[Especial Halloween] Crítica: 'Frankenstein de Mary Shelley' (1994): decepcionante y poco terrorífica criatura

Doscientos años después de que el Frankenstein original viera la luz, repasamos la adaptación que Kenneth Brannagh hizo del monstruo que vuelve a la vida en la pretenciosa ‘Frankenstein de Mary Shelley’



Este año se cumplen dos siglos de la publicación, el 11 de marzo de 1818, de una de las obras cumbres de la ciencia-ficción y el terror: ‘Frankenstein, o el Moderno Prometeo’, de la escritora británica Mary Shelley. Concebida durante una estancia en la villa de Lord Byron en Suiza en 1816, conocido como el año sin verano por la erupción de un volcán indonesio, es, junto a Drácula, una de las novelas más adaptadas y uno de los monstruos más populares del cine. Por lo tanto, en este especial de Halloween de Los Lunes Seriéfilos era inevitable regresar a una de las versiones de la criatura. No a la mejor, sin duda, pero sí a una de las más ambiciosas.

Ambición que se traduce sobre todo en un elenco sensacional; Kenneth Branagh, Helena Bonham Carter –curiosamente, en un papel más dulce y menos gótico de lo habitual– y Robert de Niro se colocan al frente de un reparto que también incluye a Aidan Quinn, Tom Hulce, John Cleese o Hugh Bonneville. Si bien es cierto que ninguno está en su mejor papel, lastrados en parte por una cierta grandilocuencia y exageración, merece mención Robert de Niro, que da vida –valga la redundancia– al monstruo, el personaje más complejo y atractivo de todo el film. 


Su evolución no resulta novedosa, pasando de una creación huérfana y bondadosa a una vengativa ante el desprecio del mundo y de su creador, mas sí alcanza nuevos límites por la profundidad de la figura. Lo que no transmite en ningún momento es miedo, ni la creación de Frankenstein ni la película en su conjunto, pues la preocupación de Kenneth Branagh parece estar más en conseguir una narración ampulosa y teatral, lo que se traduce en un trabajo menos oscuro y gótico de lo que se podría esperar.

Decepcionante por ambiciosa

Lo que se podría esperar es, en realidad, algo más próximo a ‘Drácula de Bram Stoker’, estrenada dos años antes que esta y dirigida por Francis Ford Coppola, que actúa en esta ocasión como coproductor. Junto a la presencia del director de ‘El Padrino’, la composición del título o el excelente reparto plantean semejanzas que en ningún caso se aprecian en la calidad de la cinta de Branagh.


Es cierto que sin esta comparación y con una mayor humildad en el planteamiento de la trama y los personajes podríamos estar ante una película indiscutiblemente entretenida que no va más allá y que, como tal, sí cumple sus objetivos. Pero ese no es el caso, y lo que queda es un regusto de insatisfacción y de palidez al situarse en línea con otras adaptaciones del monstruo revivido en Ingolstadt. No tanto por sus deficiencias, sino por la promesa incumplida de una creación perfecta. 

Lo mejor: Robert de Niro 
Lo peor: le faltan sombras y tinieblas 
Nota: 5.5/10

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

jueves, 25 de octubre de 2018

[Cine] Crítica: 'Petra' (2018), de Jaime Rosales: el mal, desnudo y en familia

‘Petra’ refleja el mal en su forma más fría y cruda, sin adornos, guiada por un preciso trabajo en la dirección, las interpretaciones y el guion




Lo más dramático de la muerte o el dolor es cuando dejan de importar, cuando la tragedia de una persona se convierte en algo intrascendente. Lo más horrible de hacer sufrir a alguien es no sentir el menor atisbo de culpabilidad o arrepentimiento. Es entonces cuando el drama está condenado a repetirse y cuando el perdón es el único medio romper el círculo vicioso. 

Ese círculo es el que atrapa a quienes rodean a Jaume, un artista catalán que entiende el proceso creativo únicamente como un medio para hacerse rico. La llegada de una joven, Petra, que sospecha que Jaume podría ser su padre, es solo una pieza más de una tragedia en la que la muerte y el sufrimiento del otro apenas importan. Al menos no a Jaume, interpretado por un Joan Botey que, en su primer papel, dota a su personaje de una frialdad y un desprecio absolutos y casi incomprensibles. El suyo es el más fascinante y adictivo de los personajes, pero equilibrado de una forma magnífica por una Bárbara Lennie que vuelve a estar poderosa y por un reparto impresionante en su contención y precisión. Influye, por supuesto, la notable dirección de actores de Jaime Rosales, que demuestra de nuevo su capacidad para dirigir y contar historias con proposiciones complejas. 


Brutalidad y honestidad en la narración



La construcción del relato, siguiendo parcialmente el estilo de la ‘Rayuela’ de Cortázar, con siete actos montados de forma no cronológica, añade interés y complejidad, pero no confusión. De hecho, la honestidad con el espectador es total, sin trucos ni artificios, y por supuesto, sin ocultaciones. Solamente el constante movimiento lateral de la cámara, que a menudo deja fuera de plano el centro de la acción, juega con la percepción del espectador.



De esta manera, algunos de los diálogos no se muestran en la pantalla, pero no hay posibilidad de engaño, pues se trata de conversaciones verosímiles, directas, ingeniosas y cargadas de contenido. Cuando falta el diálogo, es la música, absolutamente medida, la que ayuda a marcar e intensificar el tono de cada momento. Y bajo el sonido, siempre una hermosa fotografía, acentuada por el movimiento de cámara que ya hemos citado, y con abundantes espacios abiertos y bien iluminados en los que tampoco caben las trampas.

La riqueza del film se aprecia también en el debate que se introduce sobre el arte, la familia y, sobre todo, el perdón y el mal. Porque solo el primero permitirá escapar de la historia circular e insaciable en la que atrapa el segundo. Una historia brutal y salvaje. Porque el mal a veces es directo, frío y no necesita motivación. Y a veces, solo a veces, se puede escapar de él.



Lo mejor: su honestidad y desnudez (y, aunque mucho menos trascendentes, tanto el vestuario de Bárbara Lennie como el catalán de Joan Botey me parecen hechizantes) 
Lo peorque, precisamente por eso, no se explote todo el potencial de sorpresa de la historia 
Nota: 9/10

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

miércoles, 17 de octubre de 2018

[Premios] ‘Fariña’, ‘Paquita Salas’ y ‘Babylon Berlin’, las mejores series de los Premios Ondas 2018


'Fariña' y 'Paquita Salas' entre los galardonados de uno Premios Ondas que se han centrado en la popularidad y el fenómeno


Este miércoles se han fallado en Barcelona los Premios Ondas 2018 que concede el Grupo PRISA desde hace más 60 años. Los premios más relevantes de la radio y la televisión en España, con especial significación para el sector radiofónico, galardonan también trabajos del campo de la música, las series y la publicidad.

Nos centraremos, claro está, en lo que nos interesa, las series, en donde ‘Fariña’ y ‘Paquitas Salas’ han hecho valer no solo su calidad, sino su condición de fenómenos televisivos y sociales, para alzarse con los galardones principales.

La serie de Atresmedia recibió el Premio a la Mejor serie española tras haber “puesto de acuerdo a críticos y audiencias”, a lo que el jurado añade “unas magníficas interpretaciones y lograda ambientación”. La de Netflix, por su parte, fue elegida como Mejor contenido o plataforma de emisión digital por ser “una serie distinta, divertida, desprejuiciada, que nos brinda personajes únicos en el panorama y que ha sido capaz de crear un universo propio y delirante”, destacando también a un “excepcional” Brays Efe.

El Pegaso al Mejor actor fue para Orial Pla, por su papel en ‘El día de mañana’, serie por la que Aura Garrido fue elegida Mejor intérprete femenina en ficción, que consiguió ex aequo con Patricia López Arnaiz, por su papel protagonista en ‘La otra mirada’. Otras series que fueron galardonadas fueron ‘Els homes del silenci’, como Mejor programa emitido por emisoras o cadenas no nacionales, mientras la serie alemana ‘Babylon Berlin’ y el documental también alemán ‘Rabiat: Türken, entscheidet euch!’ recibieron sendos Premios Ondas Internacionales de Televisión.


Abandonando las series de televisión, cabe mencionar los galardones a Jesús Calleja y Sandra Sabatés, como mejores presentadores, y a ‘Operación Triunfo’ y ‘La vida moderna’, como mejores programas de televisión y radio, respectivamente. Esto incide en lo que se podía apreciar con ‘Fariña’ y ‘Paquita Salas’, pues junto a la calidad (incuestionable en el caso de las series mencionadas) de estas producciones entra en juego el fenómeno en el que todas ellas se han convertido, trascendiendo sus plataformas y aproximándose –y esto ha sido reconocido por el jurado– a la transmedialidad, que marcará, entre otras, la televisión de los próximos años.

Lista de premiados:

TELEVISIÓN
-Premio ONDAS Internacional de Televisión: “BABYLON BERLIN", Alemania; “RABIAT: TÜRKEN, ENTSCHEIDET EUCH!”, Alemania.
-Mención Especial: “¿QUÉ PASA CON LOS NIÑOS?”, Noticias Telemundo, EE.UU.
-Mejor programa de entretenimiento: ‘Operación Triunfo’ - RTVE
-Mejor programa de actualidad: ‘RADIO GAGA’ - Canal #0 de Movistar+
-Mejor presentador: Jesús Calleja. ‘Planeta Calleja’ - Cuatro
-Mejor presentadora: Sandra Sabatés. ‘El Intermedio’ - La Sexta
-Mejor serie española: ‘Fariña’ - Antena 3
-Mejor intérprete masculino en ficción: Oriol Pla. ‘El día de mañana’ - Movistar+
-Mejor intérprete femenina en ficción (EX AEQUO): Patricia López Arnaiz. ‘La otra mirada’ – RTVE; Aura Garrido. ‘El día de mañana’ - Movistar+
-Mejor programa emitido por emisoras o cadenas no nacionales: ‘Els homes del silenci’ - Ottokar en coproducción con TV3 y RTVE
-Mejor serie de ficción de emisión digital: ‘Paquita Salas’ - Netflix

RADIO
-Mejor presentador de radio: Jordi Basté, El Món a RAC1
-Mejor programación (EX AEQUO): Julia Otero – ‘El Gabinete’ - Onda Cero; Isaías Lafuente – ‘La unidad de vigilancia’ - Cadena SER
-A la trayectoria: Tomás Fernando Flores (Radio 3)
-Mejor programa: ‘La Vida Moderna’ de David Broncano  - CADENA SER
-Mejor podcast: ‘Las tres muertes de mi padre’ - Pablo Romero y Cuonda Podcast
-Premio Especial ONDAS Internacional de Radio: Radio Colombiana, representada por Radio Caracol y RCN en su 70 aniversario
-Premio ONDAS Internacional de Radio: “In Shame, Love, in shame” (En la vergüenza, el amor, avergonzado, Irlanda; “Quand la mer se retire”, Bélgica.
-Mención Especial del Jurado: “Zuwara. Strukturen einer Schmugglerstadt” (Zuwara. Dentro de una ciudad de contrabandistas), Rundfunk Berlin-Brandenburg (RBB), Alemania.

MÚSICA
-Premio Nacional de música a la trayectoria: Manolo García
-Espectáculo musical, gira o musical: Concierto de Vetusta Morla en la explanada exterior de la Caja Mágica, Madrid: Concierto “Sedal Madrid”, Vetusta Morla.
-Mejor comunicación musical: RedBull Music Academy
-Fenómeno musical del año: ‘Operación Triunfo OT17’

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

viernes, 12 de octubre de 2018

[Cine] 'Todos lo saben' (2018), de Asghar Farhadi: aproximación iraní a España

Penélope Cruz y Javier Bardem acompañan a Asghar Farhadi en su viaje a una España rural en la que la mentira y el pasado acaban saliendo a flote 



Es un caso absolutamente personal, pero el debate interno que ‘Todos lo saben’ reabre es una disyuntiva inconclusa que muchos cinéfilos compartimos: ¿cómo de negativas –o positivas– son las expectativas que nos formamos a la hora de ver una película? 

Desde luego, mejor presentación es casi imposible: uno de los mejores directores del momento, que introduce además una novedosa perspectiva de la sociedad española desde los ojos de una cultura más o menos lejana; los, probablemente, dos mejores intérpretes españoles, acompañados de un reparto inconmensurable, con nombres de la talla de Ricardo Darín, Inma Cuesta, Eduard Fernández, Bárbara Lennie o Ramón Barea; aplausos en Cannes; una historia enigmática y profunda en un entorno rural… Así, todo lo que no sea una obra maestra va a terminar resultando decepcionante.

Hago esta introducción para contextualizar una crítica que, en casi cualquier otra ocasión hubiera sido mucho más positiva. Sin embargo, aquí se ve lastrada por no cumplir sus enormes expectativas. O, en realidad, por no explotarlas por completo. 

Lastres a un enorme potencial 


Hay que valorar la valentía de Asghar Farhadi, que se adentra en una temática y un ambiente complejos y novedosos. Su deseo de rodar en España y de abordar lo español le lleva a introducir, con mayor o menor acierto, tropos y lugares comunes que, aunque puedan resultar innecesarios o forzados, aportan una notable riqueza, sobre todo por llevar incorporada la visión de un iraní que busca aquí lo universal.

Sin embargo, no consigue capturar y retratar la opresión de la vida rural como quizás sí hubiera hecho un mayor conocedor de la misma. La aproximación con las eternas cuentas pendientes, los saludos a todo el pueblo o la presencia de temporeros extranjeros resulta acertada, mas insuficiente. Y lo mismo ocurre con los personajes, que cumplen con algunos de los prototipos, pero que en ocasiones carecen de naturalidad.


En gran medida, esa falta de naturalidad y de verosimilitud es lo que lastra determinados puntos de la historia. Una historia poderosa e intrigante, muy cercana por momentos a un inquietante thriller psicológico, pero que comete algunos errores, tanto en la introducción del detective, que parece más un comodín para que la historia pueda solucionarse que un personaje que verdaderamente aporte algo, como en una resolución que no está a la altura del desarrollo y que impide un mayor calado[1]. También se pierde en ocasiones entre la intriga y el drama familiar, en el que Farhadi se siente más cómodo.

Ayudan, eso sí, las sobresalientes actuaciones. Salvo Ricardo Darín que, en un papel bastante secundario, dista de sus mejores trabajos, el reparto en su conjunto se acerca a su máximo exponente. Y eso es mucho para unos animales interpretativos extraordinarios, a los que Farhadi sí que sabe extraer todo su jugo.

También hay aciertos en la música –precioso el “Se muere por volver” de Javier Limón y Nella–, en algunos diálogos, en el vestuario, en el toque almodovariano, en la reflexión sobre la mentira… Y es que, una vez más, sin tráiler, sin conocer su ficha técnica y sin haber leído nada de ella, ahora podría estar hablando de una cinta magnífica. O tal vez las expectativas no hayan influido y la realidad sea que la película malgasta una parte de su enorme potencial. Cierto es que ‘Todos lo saben’ no alcanza todo lo que podría, pero lo que ofrece tampoco es escaso. Y es que, lamentablemente, no siempre se puede dar el máximo. Eso sí que lo sabemos todos.

Lo mejor: la construcción de la intriga 
Lo peor: la falta de autenticidad 
Nota: 7/10

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)



[1] SPOILER: La conversación que los padres de Rocío tienen al acabar la película y que ya no oímos podría haber sido lo más revelador y atractivo del film. Ver cómo esos personajes abordan el dilema que se les plantea hubiera planteado un estudio de la psicología de los personajes de enorme riqueza.

miércoles, 3 de octubre de 2018

[Cine] Crítica: 'El reino' (2018), de Rodrigo Sorogoyen: magistral retrato de la corrupción


Rodrigo Sorogoyen disecciona y critica la corrupción política en ‘El reino’, un thriller tenso e inteligente protagonizado por un Antonio de la Torre impecable


Un poderoso vicesecretario autonómico que, como la mayoría de miembros de su partido, está involucrado en oscuras tramas corruptas. Un caso destapado por la fiscalía que obliga al implicado a traicionar a unos compañeros de partido que le han dado la espalda por completo. Una lucha sin escrúpulos por acumular más y más poder que sobrepasa al propio caso de corrupción. Mariscadas, fiestas en yates, trituradoras de papel funcionando a destajo, maletas llenas de dinero, cargos políticos con cuentas en Andorra o Suiza... 

Son ya muchos, muchísimos, demasiados los casos de corrupción que acumulamos a nuestras espaldas. Y en mayor o menor medida, casi todos pueden verse reflejados en la trama de ‘El reino’, el último y magistral trabajo de Rodrigo Sorogoyen, presentado en Toronto y San Sebastián y en salas desde el pasado viernes. Crítica profunda, más que juicio moral, de un fenómeno complejo y con unas ramificaciones que no alcanzamos a comprender porque, al final, “el poder protege al poder”. 

La película evita todo tipo de referencias directas que permitan ubicar la trama en una región, en unas siglas políticas o en un caso de corrupción concreto. Esa sutileza y falta de precisión –que puede llegar a resultar un tanto forzada– permiten que lo que se narra en la obra pueda hacerse extensible a todo el territorio nacional y a casi cualquier partido político. De hecho, como se aprecia en un diálogo del film, y como afirmó el propio Sorogoyen, los personajes ni siquiera tienen ideología: son individuos corruptos en un sistema corrupto –hace ya mucho tiempo que no se puede hablar de manzanas podridas–. 

Funciona, de esta forma, como síntesis y análisis de toda una forma de relacionarse con el poder y de hacer política. No obstante, los personajes y las situaciones son fácilmente identificables y a todos nos vienen a la cabeza nombres para el joven y elegante recién llegado que parece querer acabar con la vieja política, a la periodista incisiva en busca de una exclusiva o al líder de un partido que aparece en las anotaciones de un cuaderno. Es evidente que, aunque ‘El reino’ es ficción, tiene clarísimos vínculos con la realidad. 

Lección de cine 


La temática ofrece un material muy jugoso y explotable y la propia actualidad se encarga de ofrecer personajes e historias curiosas, patéticas, desvergonzadas y casi imposibles. Sin embargo, es incuestionable que hay dos elementos clave que convierten a ‘El reino’ en una cinta mucho más eficaz y excitante: los intérpretes y la dirección.


Pocos papeles resultan más complejos para un actor o actriz que el de un personaje con dos caras, pues hay que ser capaz de mostrar ambas de forma verosímil. En este sentido, el reparto en su conjunto está maravilloso, dando vida a cínicos e hipócritas inmersos en un juego de traiciones y mentiras en el que es esencial saber esconder las verdaderas intenciones. Pero destacan dos figuras por encima del resto: Luis Zahera, capaz de transmitir la vulgaridad y el desprecio que despierta un empresario sin escrúpulos como el que él interpreta; y el protagonista absoluto, Antonio de la Torre, por enésima vez, excelso, capaz de cambiar de registro y de desatar la ira de su personaje con una veracidad y fuerza que impresionan. 

Al mismo tiempo, el pulso en la narración y el uso de una banda sonora eminentemente electrónica, así como el manejo magistral de la cámara, los encuadres y los planos, hacen que la obra de Sorogoyen tenga un ritmo vertiginoso. Así, las discusiones, los gritos, los insultos, las amenazas, las traiciones, las alianzas selladas en secreto y los juegos de poder en los que no existen las reglas ni los límites generan incomodidad, intensidad y tensión. Una tensión que no para de crecer hasta llegar a una secuencia final en la que la cámara captura frontalmente a los personajes, que escupen argumentos e interpelan al espectador. 

Y es que, finalmente, lo que hace ‘El reino’ es intentar despertar una reflexión en los espectadores, las verdaderas víctimas y, en gran medida, responsables de este sistema corrupto. Un sistema que era merecedor de una película tan intensa, sobrecogedora e inteligente. Ojalá sea este un paso más para cambiarlo.


Lo mejor: el ritmo, el cuidado de los detalles y toda la crítica que realiza 
Lo peor: que su intención de no citar partidos políticos o regiones lleve a algunas conversaciones a resultar ligeramente artificiales 
Nota: 9/10

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

[Cine] Crítica: 'Christopher Robin' (2018): solo de nostalgia no se vive

Crítica: 'Christopher Robin' (2018): solo de nostalgia no se vive

Este viernes llega a los cines la nostálgica ‘Christopher Robin’, en la que Ewan McGregor da vida a un Robin adulto que se ha olvidado de Winnie the Pooh y sus amigos del Bosque de los Cien Acres


La nostalgia es desde hace algunos años uno de los sentimientos que más se está aprovechando en la industria del entretenimiento audiovisual. Desde el espíritu ochentero de ‘Stranger Things’ a la ola de remakes, reboots o secuelas de obras clásicas, donde se incluyen, por supuesto, los abundantes remakes en acción real de clásicos Disney. 

‘Christopher Robin’ podría englobarse en estos, mas se trata de una historia independiente de todas las que conocemos del adorable osito y sus amigos. Se trata, en realidad, de una historia puramente nostálgica que se centra en un Christopher Robin adulto, padre ya de una niña, que se ha olvidado de sus amigos del Bosque de los Cien Acres debido a las obligaciones del mundo real. 

Es un tema que ya hemos visto en muchas ocasiones y que podría tener sentido por la compatibilidad de la historia con la de aquellos adultos que, como Christopher Robin, hace ya mucho que tuvieron que dejar atrás su infancia. Sin embargo, lo que ofrece es una trama previsible y, en gran medida, sensiblera. Tampoco hay sutileza, capacidad de sorpresa o riqueza de detalles y, salvo por algunos momentos alocados y graciosos, siempre con los animales en pantalla, la obra de Marc Forster apenas ofrece diversión. Así, el aparente planteamiento original se malgasta, haciendo que la película solo sea capaz de funcionar como posible pasatiempo infantil. 

Mantener la esencia 


El mundo de Winnie the Pooh fue, y sigue siendo, uno de los más queridos por personas de distintas generaciones. A ello contribuye la sencillez y dulzura –que, como ocurre con la miel, a veces llega a ser empalagosa– de sus historias, así como la fácil identificación y clasificación de los personajes. Todo esto se cumple en la cinta que ahora protagoniza Ewan McGregor, en la que además se realizan varias alusiones a elementos conocidos por los seguidores de las aventuras previas de Pooh, como el Heffalump, la cola de Ígor o el globo rojo. 

Y es que ‘Christopher Robin’ parece tener como único objetivo el de mantenerse fiel al espíritu original. Esto puede resultar adecuado para captar al público más joven –a lo que hay que sumar la nueva textura de Pooh, Tiger y compañía, que recuerda más si cabe a abrazables peluches–, pero impide cualquier evolución que lleve a esta obra a aportar algo novedoso en una saga ya abundantemente poblada.

Crítica: 'Christopher Robin' (2018): solo de nostalgia no se vive

La sencillez y la fidelidad a lo que ya conocíamos son esenciales para lograr la tan ansiada nostalgia. Mas, si eso es lo único que aporta esta película, ¿cuál es su función? ¿No resultaría más nostálgico y efectivo revisionar alguno de los clásicos que ya habían protagonizado Pooh y compañía? 

Lo mejor: cómo consigue trasladar el espíritu de Winnie the Pooh a la acción real 
Lo peor: que capturar ese espíritu parezca ser el único objetivo de la película 
Nota: 5

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)