miércoles, 30 de agosto de 2017

Verano SyFy. Crítica: 'La guerra de las galaxias. Episodio II: El ataque de los clones' (2002), de George Lucas


Igual que el Episodio I podría equipararse con el Episodio IV en tanto en cuanto ambos definen sus respectivas trilogías y condensan los elementos clave en ellas –una completa revolución en la trilogía original y una inevitable polémica en la trilogía de precuelas–, podríamos considerar que el Episodio II guarda notables semejanzas con el Episodio V. Y si al analizar ‘El Imperio contraataca’ destacábamos su trascendencia para la trama del conjunto de la saga o la aparición de personajes clave como Yoda o el Emperador, algo similar, salvando las distancias siderales, sucede con ‘El ataque de los clones’.

En ella se dibujan los bandos del conflicto que subyace en el resto de largometrajes, se descubre el origen de los Stormtroopers y de los soldados clones, se comienza a sentir el poder del lado oscuro de la Fuerza y se profundiza en la historia de Anakin y la princesa Amidala. Este conjunto de aspectos da empaque a la cinta, que se ve lastrada precisamente por el último de ellos, pues esa historia de amor algo floja, estereotipada y demasiado melosa ocupa demasiados minutos en un metraje ya de por sí demasiado largo.



Esa sensación de excesiva duración se agudiza teniendo en cuenta que la cinta no goza de ideas tan novedosas como sus predecesoras. A menudo tenemos la sensación de que lo que nos cuenta la obra, o quizás la forma en la que lo hace, ya han sido vistos con anterioridad. Y eso es algo que lastra mucho a una película dentro de una saga con una vocación rompedora e innovadora como Star Wars.

Y eso, junto a la innecesariamente extensa historia de amor de Anakin y Amidala y a algunos tramos de la primera mitad del film, acaban causando que las dos horas y cuarto de películas resulten exageradas. De nuevo, un crimen inmenso en la saga de Lucas, pues el entretenimiento constante y las ganas de más eran también señas de identidad hasta entonces.

No obstante, no se puede obviar que ese entretenimiento sigue ahí. Y si la primera parte puede resultar por momentos incluso un poco pesada, el segundo tramo de la obra es pura emoción y dinamismo. Ayudada por unos efectos visuales, de nuevo, extraordinarios, es un espectacular y divertido pasatiempo, aderezado con toques de épica y con una cierta complejidad en la trama que resulta muy enriquecedora y que le otorga cierta trascendencia.

Una trascendencia muy lejana de la que suponían las tres cintas originales, pero que puede que ayudara a levantar un poco el vuelo tras el dubitativo regreso de ‘La amenaza fantasma’. Elementos tiene: batallas épicas, abundantes y curiosas criaturas y planetas, un lado oscuro que se va perfilando como una verdadera amenaza, buenas dosis de intriga... Es cierto que se ven lastrados por una narración a ratos lenta y por esa historia de amor que eclipsa lo que de verdad queremos ver en Star Wars, mas ‘El ataque de los clones’ es un caramelo muy disfrutable en muchos sentidos. Y más si olvidamos la comparación que se establece con las películas originales. Ahora bien, no podemos olvidar de quién es sucesora porque, para bien o para mal, la herencia de Star Wars pesa y, aunque impide que este filme brille más en el firmamento creado por Lucas, también le permite ganar peso y atractivo por su aprovechamiento de una historia incomparable.

Lo mejor: la suma de elementos y piezas de la trama
Lo peor: que se hace pesada en algunos momentos, sobre todo en lo referido al romance de Anakin y Amidala
Nota: 7

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

miércoles, 23 de agosto de 2017

Verano SyFy. Crítica: 'La guerra de las galaxias. Episodio I: La amenaza fantasma' (1999), de George Lucas


El regreso al universo de Star Wars en el año 1999 fue, sobre todo desde el punto de vista de los aficionados a la trilogía original, una decisión más que controvertida. Tras haber repasado ‘Una nueva esperanza’, ‘El Imperio contraataca’ y ‘El retorno del Jedi’, es el turno de saltar 16 años y adentrarnos en el Episodio I: ‘La amenaza fantasma’, la película que materializó de forma paradigmática el, para muchos, polémico regreso de la franquicia ideada por George Lucas.

A pesar de su gran éxito de taquilla, derivado en parte de la presencia de estrellas y de jóvenes promesas de la interpretación, así como de una gran campaña de márketing, la crítica se mostró muy dividida sobre esta obra. Hubo una práctica unanimidad en torno a la espectacularidad de los efectos especiales y elementos técnicos, que recibieron varios reconocimientos y premios, incluyendo tres nominaciones a los Oscar. Pero al mismo tiempo se criticó la pobreza de las actuaciones y la escasa profundidad de la historia.

Lo cierto es que esas conclusiones se podrían extraer, grosso modo, de cualquiera de las entregas de la saga intergaláctica, aunque en esta ocasión el aspecto positivo no alcanza la perfección de otras obras, mientras el negativo sí se va acentuado. Prueba de esto último podrían ser las nominaciones a los Razzie y el “premio” a Ahmed Best al Peor actor secundario como voz de Jar-Jar Binks.

Precisamente el cómico personaje del planeta Naboo es uno de los más cuestionados en la saga y ejemplifica lo que sucedía con muchos de los elementos de esta trilogía de precuelas: derroche visual, cierta caricaturización y falta de aprobación por ciertos sectores del público, sobre todo el espectro formado por la legión de fans de la saga. Ellos fueron quienes más críticos se mostraron con una cinta que buscaba mantener el tirón comercial de sus predecesoras, multiplicando sus objetivos de merchandising, mas sin buscar la revolución o el impacto que la obra original había conseguido.



Es cierto que aspirar a repetir esos logros es misión casi imposible, aunque se hubiera agradecido una mayor voluntad de cuidar lo que Star Wars significa –como parece haber sucedido con ‘El despertar de la Fuerza’ en fechas más recientes–. No obstante, y a pesar de esta crítica, no podemos olvidar que el modelo no cambia, pues la saga de George Lucas siempre ha buscado el éxito comercial, prestando además gran atencon a aspectos ajenos al rendimiento en taquilla, como puede ser el merchandising. Al mismo tiempo, y ya en términos cinematográficos, los filmes de La guerra de las galaxias destacan por su capacidad de entretenimiento a través de la espectacularidad técnica y el dinamismo de trama, personajes y escenarios, algo que también sucede en el largometraje de 1999.

Por eso, aunque ‘La amenaza fantasma’ resulte menos novedosa o atractiva que lo que la franquicia había ofrecido hasta ese momento, y a pesar de haber decepcionado a muchas fans y de haber dividido a la crítica, hay que reconocerle que hace lo que Star Wars y George Lucas saben hacer: reventar las taquillas y ofrecer un impresionante espectáculo visual. El resto son, por así decirlo, añadidos. Y sí, fueron esos añadidos los que habían convertido a la trilogía original en un hito en la historia del cine, pero esas ya no eran las pretensiones de este Episodio I.

Lo mejor: que sigue siendo tan entretenida como espectacular
Lo peor: que pierda el sentido de trascendencia

Nota: 6,5

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

miércoles, 16 de agosto de 2017

Verano SyFy. Crítica: 'La guerra de las galaxias. Episodio VI: El retorno del Jedi' (1983), de Richard Marquand


Al hablar del Episodio V mencionábamos que su valor yace en su condición de pegamento y pieza clave de la saga, pero menos como película independiente. Lo más destacado del Episodio IV, la primera de las entregas de la saga, había sido, por su parte, su papel como pionera en una concepción del cine nunca antes vista, lo que la convertía en uno de los largometrajes imprescindibles al analizar la evolución del séptimo arte. Cuando analizamos ‘El retorno del Jedi’ podemos encontrar una tercera visión. De la trilogía original es el episodio que más potencial podría tener como obra independiente.

Mas, como ocurre con cualquiera de las cintas de Star Wars, sería un error entenderla de forma aislada, pues una trilogía y una saga concebida como lo está La guerra de las galaxias funciona casi exclusivamente como un conjunto en el que las obras se retroalimentan y completan. Sin embargo, si tuviéramos que elegir –en un plano teórico– una de todas estas partes para verla y disfrutarla sin el resto, yo me quedaría con este Episodio VI. 

Más allá de su encaje en la saga, es una película particularmente entretenida y dinámica, con diversos escenarios, personajes e historias paralelas. La trama se va desplazando entre planetas y protagonistas, combinando en su trancurso géneros, desde la comedia al romance, pasando por el drama y la acción y dejando, por supuesto, espacio para la ciencia-ficción. El clímax llega en esa épica batalla final con el Emperador, Darth Vader y Luke Skywalker dirimiendo dónde residen las lealtades mientras las fuerzas imperiales y rebeldes se baten el cobre; el montaje paralelo en este tramo final y la incertidumbre sobre qué lado de la Fuerza triunfará alcanzan unos niveles de tensión y entretenimiento que impiden apartar la vista de la pantalla.

Muy atractiva en este filme es también la aparición de nuevas criaturas del universo Star Wars, como el Sarlacc, los Ewoks o los variopintos criados de Jabba, así como de nuevos planetas y entornos. Todos ellos, sin alcanzar la relevancia de los principales protagonistas, son los responsables de la riqueza de la saga, que se sigue aquí cargando de detalles y criaturas. Todo esto permite, a su vez, el aprovechamiento de unos efectos especiales que, como ocurría con ‘Una nueva esperanza’ y ‘El Imperio contraataca’, no tenían equivalente en su época.


Pero no debemos olvidar que, aunque hayamos resaltado su valor como obra con mayor potencial de brillar de forma aislada, su capacidad de hacerlo aumenta gracias a sus predecesoras. Y es que ese clímax que hemos señalado no lo es solo de este largometraje, sino de toda la trilogía, poniendo un broche de oro a una historia que debe ser entendida como la suma de tres episodios íntimamente conectados. De hecho, ‘El retorno del Jedi’ es un gran medida eso, un retorno a personajes, tramas y escenarios presentados en los dos filmes anteriores y que en este tercero encuentran su conclusión.

Porque sí, puede ser que este Episodio VI funcione aislado casi tan bien como dentro de la saga, pero solo como colofón de la misma se puede extraer todo su jugo. Y es que el verdadero fuerte de la cinta dirigida por Richard Marquand es su papel de punto final de una trilogía –punto y seguido dentro del conjunto de la saga– que cambió la historia del cine.

Lo mejor: su riqueza y dinamismo
Lo peor: que resulte menos novedosa que sus predecesoras
Nota: 8

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

viernes, 11 de agosto de 2017

Rey Arturo: La leyenda de Excalibur (2017), de Guy Ritchie

Un Rey Arturo incapaz de ofrecer algo al público



Tiene los ingredientes para ser uno de los blockbusters del verano: una historia legendaria aderezada con magia y fantasía, un reparto cargado de talento y de intérpretes guapos –que, además, de vez en cuando no dudan en quitarse la camiseta–, un director con tirón como Guy Ritchie, generosos efectos especiales y de sonido, el cameo de David Beckham… Sin embargo, Rey Arturo: La leyenda de Excalibur llega a la cartelera española tras haber protagonizado un importante fracaso en la taquilla internacional y sin la fuerza de otros grandes estrenos del verano, como Wonder Woman o Dunkerque.

Todd McCarthy decía en su crítica en The Hollywood Reporter que esta nueva adaptación del personaje del Rey Arturo es una obra “vulgar para tiempos vulgares”. Mas esa pobre actuación en la taquilla mundial desmiente sus palabras, demostrando que el público no es tan simple como algunos críticos piensan. La prueba es que los dos grandes éxitos estivales que acabamos de mencionar son tan completos y han recibidos críticas tan positivas –en especial la cinta bélica de Nolan– como muchas de las películas que triunfarán en la temporada de premios.

Y aunque es innegable la importante falta de nuevas ideas que sufre Hollywood y la banalización de muchos contenidos, los espectadores tienden a reconocer una mínima calidad y a desechar los productos que de verdad no aportan nada, como sucedió con la reciente adaptación de Los vigilantes de la playa, que ha pasado con más pena que gloria por los cines de casi todo el mundo. Y ahí reside la clave: para que una película triunfe, en términos generales, por supuesto, necesita ofrecer algo, preferiblemente nuevo, al espectador, porque la mayoría de personas que acuden a las salas no son estúpidas ni vulgares.

Y ese es probablemente el aspecto en el que falla La leyenda de Excalibur, pues no aporta nada a un personaje esencial en la cultura británica y mundial, que ya ha sido llevado en numerosas ocasiones a la gran pantalla. Ni el propio Arturo incorpora nuevos matices en su personalidad, ni el protagonismo de la espada como elemento articulador del relato es un elemento diferenciador, ni el componente fantástico y mágico destaca lo suficiente.

Sí es atractivo el uso de la cámara, con tomas oblicuas y poco habituales, así como de la banda sonora y de la estructura narrativa, con saltos temporales que añaden cierto desafío y motivación en el visionado. Se consigue así una cinta ágil y dinámica, pero de una forma que ya habíamos visto en el Sherlock Holmes del propio Guy Ritchie. Y lo cierto es que esa narración, a ratos acelerada y a ratos ralentizada, utilizando en ocasiones el montaje paralelo y con un protagonista tan sabelotodo y ocurrente se adapta mucho más al ingenioso inspector de Baker Street que al más solemne Rey Arturo. Con todo, esta estrategia es lo único que salva a la película, ya que consigue que resulte entretenida, algo muy apreciado en este tipo de pasatiempos veraniegos.

Por lo demás, un largometraje bastante pobre sobre un chico criado en un burdel que resulta ser el verdadero heredero al trono y que, con la ayuda de su pandilla callejera y de un grupo de fieles al antiguo rey, desafiará a su tío, que se hizo con la corona gracias a la magia negra. Charlie Hunnam, Jude Law, Erica Bana, Djimon Hounsou o Astrid Bergès-Frisbey son los encargados de dar vida a unos personajes demasiado fácilmente divisibles en buenos y malos, con escaso protagonismo de los roles femeninos y con un regusto a oscuridad y violencia que recuerda a Juego de Tronos, a la que aspira a parecerse. A ello contribuye la presencia de Aiden Gillen, Meñique en la exitosa serie de HBO. Pero en realidad esto, más que servirle de lanzadera, lo que consigue es que pierda identidad propia –si es que en algún momento la tuvo–, y que no consiga desprenderse de comparaciones, como ya ocurría con Sherlock Holmes, en las que sale perdiendo.

Por seguir comparando, son curiosas las semejanzas entre Arturo y el profeta Moisés, sobre todo en la huida de Arturo en una barca siendo un niño y en la posterior orden de Vortigern de apresar a todos los hombres con una edad similar a la que tendría entonces el heredero al trono. En cualquier caso, que nadie se piense que va a confundir al Arturo de Charlie Hunnam con el personaje bíblico, pues a lo que de verdad recuerda es a un hipster, con esa barba cuidada, ese pelo peinado hacia atrás con los laterales rasurados y esas vestimentas que, sin ser experto en la Edad Media, me recuerdan más a lo que podríamos ver en un bar moderno de Brooklyn que a lo que debían de vestir los habitantes de Londinium.


Una anacronía en el vestuario que se une a la de una banda sonora un tanto chocante en un largometraje de capa y espada y a la presencia de personajes racialmente diversos en la Gran Bretaña medieval. Aunque son toques interesantes, no dejan de ser detalles incapaces de dar el empaque suficiente a la obra en su conjunto.

Y al final, junto a dichos detalles, la única novedad de este Rey Arturo es ver a un hipster buenorro blandiendo una espada que sacó de una piedra y reclamando su legítimo trono. Y eso, por entretenida que resulte la película, no es suficiente para satisfacer a una audiencia que quizás no sea demasiado exigente, pero que no es del todo vulgar y que sabe que este Arturo no es digno de sacar la espada de la piedra.

(Publicado en Culturamas)

jueves, 10 de agosto de 2017

¿Simbolizan Wonder Woman o Daenerys Targaryen un cambio de modelo para una cultura audiovisual más igualitaria?



Como periodista siempre he defendido que, junto a la foto fija, para explicar una realidad es necesario observar también la tendencia. La situación actual en cualquier sociedad occidental (y suponiendo que Occidente está “desarrollado”) es la de una profunda desigualdad entre hombres y mujeres: en salarios, en violencia de género, en representación en puestos directivos y cargos políticos… Y también en industrias teóricamente progresistas como son el cine o la ficción televisiva.

Mas esa pésima realidad que necesita ser modificada con urgencia puede encontrar una visión más positiva si analizamos la tendencia durante los últimos años. Porque, a pesar de todos los pasos atrás que damos, la dirección es la correcta y los roles de género, la brecha salarial y, en general, todo tipo de discriminación, van desapareciendo, aunque no al ritmo que deberían. Y en este sentido este verano se están produciendo una serie de pasos, más simbólicos que reales, pero que resultan muy significativos y que muestran un cierto cambio de paradigma en la industria de la cultura audiovisual.

Uno de los fenómenos más destacados ha sido el estreno de la película Wonder Woman, la superheroína de DC Comics. Dirigida por Patty Jenkins y protagonizada por Gal Gadot, ha cosechado un éxito muy importante de crítica y público. Más allá de su consideración como icono feminista, lo que ha despertado importantes discusiones, el hecho de dar visibilidad a una superheroína que nada tiene que envidiar a sus colegas masculinos y que sirve como ejemplo de empoderamiento para niñas y mujeres es muy necesario. También lo es, por supuesto, que la dirección y el protagonismo tengan nombres de mujer y que el film, aunque sea por motivaciones comerciales, ponga la cuestión feminista sobre la mesa.

Ese argumento ha servido a su vez para que algunos espectadores se hayan mostrado poco interesados en el largometraje porque “una superheroína, como que meh…”. Pero precisamente ese prejuicio solo se derribará si los personajes femeninos poderosos van ganando espacio en la gran pantalla y se va haciendo cada vez más habitual que las mujeres protagonicen historias hasta ahora reservadas a los hombres.

Un ejemplo de esto sería el Agente 007, de quien en mayo de 2016 la actriz Gillian Anderson opinaba que podría ser interpretado por una mujer. No hay necesidad de que Bond sea un personaje femenino, pues el cine no está obligado a luchar por la igualdad, sino a ser artísticamente lo mejor posible y –nos guste o no, y sobre todo– a ser rentable para sus productoras. Pero por ese mismo motivo tampoco hay excusa para que Bond no pueda ser una mujer. Y si alguien piensa que una actriz no puede hacer lo mismo que Daniel Craig o Sean Connery es porque todavía nos parece raro que una mujer sea aficionada a los Martinis, a los coches caros o conquiste a hombres para poder frenar a un científico loco; ese es, exactamente, el rol que debe desaparecer en una sociedad moderna, y considerar la posibilidad de una Jane Bond es ya un primer paso en esta dirección.

Menos polémico, pues la práctica totalidad de la sociedad británica se ha mostrado favorable al cambio, ha sido el anuncio de la BBC de que la decimotercera identidad del Doctor Who será una mujer. Jodie Whitaker será la primera actriz que dé vida, desde su aparición en 1963, a uno de los personajes más míticos de la cultura popular británica. Han pasado 54 años para que una mujer llegara a interpretar al popular viajero en el tiempo, pero ese paso que hoy es noticia dentro de unos años será visto como algo normal.

También en televisión, y sin intención de desvelar nada de lo ocurrido en la nueva temporada de Juego de Tronos, sí parece acertado destacar el rol de las mujeres en el éxito de HBO. Es poco habitual que en una ficción fantástica, o simplemente no dirigida al público femenino, existan mujeres tan poderosas y con tanto peso en la trama. El hecho de tratarse además de una serie tan popular, que proviene además de la literatura y de combatir esos roles de género con total normalidad y sin grandes aspavientos, contribuye en pro de la igualdad de una forma menos directa o visible, pero quizás más útil y efectiva.


Porque el feminismo combativo y la lucha por la igualdad en la esfera política, social y académica son esenciales, pero a menudo son los productos mainstream sin grandes aspiraciones igualitarias los que más participan en el cambio de modelo. Porque el hecho de dar un rol dominante o tradicionalmente masculino a una mujer o que sea una directora quien esté detrás de las cámaras en uno de los blockbusters del año suponen, a veces sin pretenderlo, avances muy notables y demuestran que algo está cambiando.

Y a pesar de ello, lo anterior resulta insuficiente, sobre todo porque siguen siendo excepciones. Y sí, la tendencia es positiva y aparentemente imparable, pero la foto fija sigue reflejando una enorme falta de igualdad. Tanto dentro como fuera de la pantalla.

(Publicado en Culturamas)

miércoles, 9 de agosto de 2017

Verano SyFy. Crítica: 'La guerra de las galaxias. Episodio V: El Imperio contraataca (1980), de Irvin Kerschner


Al hablar de ‘Una nueva esperanza’ destacábamos la revolución y el hito que esta película había supuesto en la historia del cine. ‘El Imperio contraataca’ continúa esa línea, sin la misma relevancia a nivel global, pero con mayor peso y atractivo dentro de la saga. Considerada por muchos la mejor de la trilogía ­–y por gran parte de ellos, también la mejor de la saga–, artícula los elementos clave de este universo cinematográfico y lo confirma, incluso a falta de que llegaran las siguientes entregas, como uno de los más importantes del séptimo arte.

Esto se debe, en primer lugar, a que Yoda su aparición hace. Se trata de uno de los personajes más originales, carismáticos e influyentes que nos ha ofrecido la gran pantalla, siendo precursos de numerosos personajes desde entonces: yo, por ejemplo, no puedo evitar ver a Dumbledore como heredero del pequeño maestro Jedi. De hecho, me atrevería a decir que Yoda es también un antecedente de esos coaches contemporáneos que persiguen ayudar y motivar a las personas a encontrarse a sí mismas.


También descubrimos en esta entrega gran parte del resto de elementos clave de la saga, como pueden ser el Emperador –que sí, también considero que es, parcialmente, precursor de Voldemort–, la verdadera dimensión de la Fuerza o la interesantísima y compleja figura de Darth Vader y su relación con su hijo.

Creo que conviene hacer un pequeño inciso: aunque tiendo a evitar los spoilers, no oculto esa declaración de Vader a Luke porque me resulta llamativo cómo uno de los mayores giros de guion en toda la historia del cine sea, a su vez, una de las escenas más conocidas de la misma. Y es que la mayoría de nuevos espectadores de la película se aproximan a ella conociendo este importante detalle. No obstante, es precisamente el conocimiento de su relación sanguínea lo que hace que, en detrimento de la sorpresa, la tensión y la lucha entre ambos esté cargada de suspense.

No hay duda de que este Episodio V presenta escenas y personajes imprescindibles para el cine y, sobre todo, para la saga. Porque esta cinta, más que ninguna otra, es esencial para comprender la trilogía ideada por George Lucas. Pero al mismo tiempo, solo es posible entender y, sobre todo, disfrutar esta obra, enmarcada en el contexto de La guerra de las galaxias, pues aislada pierde gran parte de su valor.

En una saga concebida como un conjunto y no como una suma de películas no parece que sea un problema tan grande, pero al analizar el filme de forma aislada sí que se nota esa falta de autoconclusión y se pierden notables matices. Es magnífica como secuela del Episodio IV y como precuela del VI, mas se vacía de contenido sin ellas. Esto también implica que 'El Imperio contraataca' resulte algo menos atractiva para quienes se nos sentimos tan identificados con la saga.

A pesar de ello, sigue siendo una obra entretenida y muy completa, con amor, criaturas y tecnología fantásticas, combates con espadas-láser, toques de comedia... Y sí, podríamos pedir más, sobre todo si queremos verla de forma independiente, pero... ¿queremos?

Lo mejor: su relevancia dentro de la saga
Lo peor: que pierda matices como película aislada
Nota: 6,5

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)