jueves, 19 de marzo de 2020

[Documental] Crítica: ‘Posverdad: La desinformación y el coste de las fake news’. La política estadounidense y las noticias falsas

Aunque atractivo, el documental ‘Posverdad: La desinformación y el coste de las fake news’, que HBO estrena el día 20, se aproxima a este fenómeno de manera incompleta y con una visión excesivamente centrada en la política estadounidense


Portada Posverdad

La situación tan extraordinaria en la que nos encontramos está dejando la política en un segundo plano. Las primarias demócratas en Estados Unidos también se están viendo afectadas, siendo aplazadas en algunos estados y extremando las precauciones en los que se han celebrado. Aun así, el proceso lleva en marcha un tiempo y, además del coronavirus, hay una amenaza, algo más subyacente pero igualmente preocupante, cuya sombra alcanza las anteriores Elecciones Presidenciales de Estados Unidos en la que ganó Donald Trump. Las noticias falsas.

El documental que estrena HBO el día 20, dirigido por Andrew Rossi, aborda este problema desde una perspectiva exclusivamente política y estadounidense, intentando comprender las consecuencias que este fenómeno tiene sobre los ciudadanos de a pie. Es un punto de vista interesante y no demasiado común; sin embargo, al obviar un análisis sociológico, tecnológico y comunicativo, impide una mayor comprensión del fenómeno. Se centra en un puñado de casos en los que la desinformación y las noticias falsas tuvieron efectos importantes en la vida de las personas, destacando el Pizzagate, un caso en el que un hombre armado irrumpió en una pizzería al creerse bulos sobre casos de pedofilia que afectaban a la candidata demócrata, Hillary Clinton, y a otras figuras públicas, como el millonario George Soros.

Estos casos y el rol que la desinformación tuvo en ellos, son retratados de manera ilustrativa y completa, mas no dejan de ser casos aislados, que nunca se interconectan y de los que no se extraen lecturas más amplias, por lo que no se profundiza en cómo el fenómeno actual se diferencia de las campañas de desinformación que se han seguido con fines políticos y propagandísticos a lo largo de la historia. En realidad, parte de la tesis de esta obra parece ser que las noticias falsas son solamente una herramienta política y que el buen periodismo puede solucionarlo, lo cual es cierto en parte, pero, una vez más, obvia parte de las dimensiones del problema y libera de responsabilidad a los ciudadanos, retratados aquí solamente como víctimas.

Only in America


Por supuesto, optar por unos casos concretos es necesario para poder comprimir un fenómeno tan amplio en un largometraje de 90 minutos; y poner el foco sobre la política estadounidense, uno de los campos más afectados por las noticias falsas, tampoco es un error. Sí lo es seguir hablando de las noticias falsas como si Rusia fuera la inventora y única responsable y como si el fenómeno no tuviera relevancia en otras esferas y países –la crisis del coronavirus es un buen ejemplo de que esto no es un fenómeno exclusivo de Trump y los rusos–. Y es que para comprender las consecuencias de esta problemática sobre las personas es necesario comprenderla con mayor amplitud, diferenciando noticias falsas de desinformación –algo que hacen algunos de los entrevistados, pero que en ningún momento se explica–, situando el problema en el actual contexto de posverdad –que está en el título, pero que es referido en muy pocas ocasiones y sin clarificar en qué consiste y por qué es tan relevante– y recurriendo a algunos aspectos sociológicos, tecnológicos y comunicativos esenciales para comprender la dimensión alcanzada por este fenómeno en la actualidad.

Pizzagate fake news

En realidad, se podría haber hecho, pues la obra cuenta con el testimonio de periodistas, expertos y académicos de gran prestigio, si bien desaprovechando a algunos de ellos, que apenas aparecen unos segundos en pantalla. El problema, por lo tanto, es de concepto; no es que la narración o el contenido sean incorrectos, sino que se opta por mostrar una imagen incompleta, aunque más atractiva para un volumen más amplio de espectadores. Y es que es innegable el interés de la obra, entretenida y con contenido y reflexiones de gran validez. Podría –y debería– haber ampliado el foco, ganando riqueza y resultando más ilustrativa, mas de esta forma logra un trabajo más cercano al potencial y con mayor capacidad de remover alguna conciencia. 

Lo mejor: la perspectiva humana del problema
Lo peor: la falta de análisis del fenómeno en su totalidad
Nota: 6

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

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