FOTO: Europa Press |
En medio de la ola proteccionista que se extiende progresivamente por los países occidentales, la Unión Europea y Canadá aspiran a dar este miércoles un paso clave para la firma del acuerdo CETA. El Acuerdo Integral sobre Economía y Comercio (CETA, por sus siglas en inglés) busca derribar hasta un 98% de las barreras al comercio y la inversión entre Canadá y la Unión Europea. Se estima que el PIB de las naciones involucradas cercerá en torno al 0,03%.
Las primeras negociaciones comenzaron en 2009 y el texto se concluyó cinco años más tarde, en agosto de 2014. Pero la firma del acuerdo solo pudo lograrse el pasado 30 de octubre, tras intensas negociaciones con la región belga de Valonia, que inicialmente se había mostrado contraria al acuerdo. Hoy tendrá lugar en el Parlamento Europeo la votación para ratificarlo.
Democristianos y liberales votarán a favor, como también hará buena parte de los europarlamentarios socialistas, entre los que existe una notable división. Los verdes, los populistas y los partidos más a la izquierda y a la derecha votarán en contra. Sería una sorpresa mayúscula que el tratado no se ratificase. De hecho, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, se dirigirá mañana a la cámara para agradecer y celebrar dicha ratificación.
El acuerdo entrará entonces en vigor y en los próximos meses comanzará a aplicarse, al menos de forma parcial. Sin embargo, el proceso amenaza con alargarse varios años.
El proceso aún será largo
Para una aplicación total del tratado, se precisa el visto bueno formal de los parlamentos nacionales de todos los estados miembros. El proceso puede durar años, pues los ministerios responsables de economía, medio ambiente o asuntos exteriores en cada país deberán revisarlo minuciosamente.
Además, en algunas naciones esa aceptación depende de más de una cámara parlamentaria, lo que no solo retrasaría la votación nacional, sino que podría llegar a impedirla. Es el caso de Bélgica, que para poder ratificar el acuerdo a nivel estatal, deberá contar con el consentimiento del parlamento valón, que ya ha amenazado con no ratificar el tratado si no se respetan sus reivindicaciones. En total, se estima que a los parlamentos nacionales de los Veintiocho, se sumen diez cámaras regionales más.
Eso no es todo. Varios grupos políticos han anunciado su intención de someter la decisión de los parlamentos a un referéndum popular. Es el caso de los partidos nacionalistas, que cuentan con bastantes opciones de hacerse fuertes en muchos de los países europeos llamados a las urnas este año o el que viene. Si los partidos contrarios al CETA llegaran al poder o lograran mayorías suficientes en sus respectivos parlamentos nacionales, algo que es probable que se produzca en países como Francia, Holanda, Alemania o Austria, la ratificación del tratado no se produciría. El CETA podría pasar años deambulando por los parlamentos europeos hasta conseguir, si lo hiciera, una entrada en vigor completa.
Protestas ciudadanas
Pero la oposición al acuerdo no está solo en las esferas políticas, sino también en la calle. En prácticamente todos los países europeos, incluída España, se han sucedido manifestaciones, algunas de considerable magnitud.
Las críticas se centran en un sistema de arbitraje entre Estados y multinacionales que inicialmente se había concebido como una institución privada. También se había cuestionado el poder que acumulaban las grandes empresas, la pérdida de puestos de trabajo locales -sobre todo en sectores como la agricultura- y la posible bajada de los estándares en materia de seguridad alimentaria y medio ambiente.
Aunque algunos de estos puntos se han intentado limar, muchos ciudadanos siguen mostrándose escépticos, sobre todo debido al secretismo en el que se llevaron a cabo las negociaciones durante la redacción del tratado.
Estos recelos son muy similares a los que había despertado el TTIP, el tratado que la UE y Estados Unidos habían negociado. Con una oposición popular aun mayor, y tras haber sido rechazado tanto por Trump como por Hillary Clinton durante sus campañas, el acuerdo está congelado.
De momento el CETA parece que seguirá adelante. Si finalmente consigue implantarse por completo o si acaba también fracasando tardaremos todavía años en saberlo.
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