FOTO: autocinesmadrid.es |
Este viernes abre sus puertas el Autocine Madrid RACE, el primer autocine permanente en la capital desde 1959. Esta apertura acentúa la tendencia actual hacia la diversificación del modelo de negocio para hacer frente a la crisis del sector de exhibición cinematográfica.
La asistencia a las salas varía en función del precio de la entrada y de la calidad del producto: a medida que baja el precio o sube la calidad, aumenta la demanda. Al no tratarse de un bien de primera necesidad, la influencia del precio, así como de la situación económica de los consumidores, es bastante elevada. Así, la mayor parte de grandes apuestas para capear el temporal ha tenido que ver con esta variable: la Fiesta del Cine, los descuentos de los miércoles, etc.
Nuevos modelos de negocio
Sin embargo, los cines han apostado por otro tipo de estrategias, que han dado lugar a iniciativas novedosas para generar un valor añadido mucho mayor al visionado de una película. Sin ese valor añadido, las múltiples alternativas y mejoras técnicas para disfrutar del cine en casa acabarían con el negocio de la exhibición.
En el nuevo autocine de Madrid, además de una forma diferente y un punto romántica de ver películas, se ofrece una experiencia gastronómica y de ocio que trasciende lo cinematográfico. Los asistentes no acudirán solo por ver la película, sino por ser partícipes de la novedad, por la posibilidad de disfrutar del cine el aire libre o por la existencia de food trucks o de un diner americano.
Algo similar han buscado ofrecer desde hace ya varios años el resto de autocines españoles. El de Gijón, por citar solo uno, dispone de un autobús abierto desde el que ver las películas de una forma diferente o de terrazas para que a las dos horas de largometraje se pueda añadir un rato más de esparcimiento en un entorno distinto.
Pero no solo los autocines han ofrecido renovación. También los cines convencionales se han renovado, proyectando películas que en ocasiones escapan los circuitos habituales de exhibición. Películas independientes, jornadas temáticas, una mayor apuesta por la versión original -con o sin subtítulos- o la reposición de filmes antiguos han acompañado a los estrenos más comerciales a los que hasta ahora acostumbraban.
Otro cines han realizado proyecciones especiales con fines educativos para centros escolares, algunos han alquilado de salas para eventos o proyecciones especiales y otros aprovechan su pantalla grande para retransmitir otros espectáculos, como ópera o teatro. También, por supuesto, la técnica ha permitido la aparición de salas que aprovechan las últimas novedades sonoras o visuales.
Algunos cines incluso han comenzado a ofrecer cine a la carta; se crea un evento a través de Internet para proyectar una determinada película y solo tendrá lugar si se alcanza un cupo mínimo de espectadores interesados.
Pero la inventiva va más allá del contenido de la pantalla. A imitación del teatro, algunas compañías ofrecen ya desde hace años precios distintos dependiendo de la ubicación de la butaca en la sala o de su comocidad. También la variedad gastronómica ha aumentado, y ya son muchos los cines que han ampliado su menú fuera de las clásicas palomitas.
También han surgido iniciativas más humildes que han buscado mantener abiertos los cines o determinadas salas a través de cooperativas. Muchos cines han logrado salvarse del cierre gracias a espectadores comprometidos, pasando casi de ser un negocio a un bien cultural.
La renovación está dando sus frutos
Muchas de estas innovaciones reflejan una mayor cercanía a los intereses de los grandes aficionados al cine, que cuentan con nuevas opciones para disfrutar de una película. Pero también, dada su versatilidad, consiguen llegar a un público que hasta ahora no tenía incentivos para acudir a una sala de cine.
La originalidad de todas estas ideas está detrás de la supervivencia de muchas de las salas que, con el modelo de estrenos+palomitas, ya habrían cerrrado. Y también se ha visto reflejado en el repunte en la venta de entradas en estos últimos años. Obviamente, el precio, la mejora de la situación neconómica y el atractivo de las películas también han influído. Sin embargo, más allá de las cifras globales, la renovación del modelo de negocio de los cines es ya imparable. Y de momento, ni el IVA, ni la piratería, ni Netflix podrán acabar con el cine.
(Publicado en Mundiario)
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