El éxito de Netflix obedece a tantos motivos que necesitaríamos varias entradas para tratarlo. Uno de ellos puede ser su publicidad, que en ocasiones pasa a ser noticia. Si en Navidad hablábamos de la polémica despertada por un cartel de ‘Narcos’ en la Puerta del Sol, en febrero fueron varias de las imágenes promocionales de ‘Santa Clarita Diet’ las que se convirtieron en objeto de debate.
De todos los carteles de la serie estrenada el 3 de febrero, algunos muy ingeniosos, vamos a poner solo un ejemplo. La imagen, un cartón de patatas fritas que, en su lugar contiene dedos, juega con el término “Finger food”, utilizado en inglés para referirse al picoteo y sabiendo que “finger” también significa “dedo”. Tanto el cartel como el chiste -que también se encuentra en uno de los episodios de la primera temporada- reflejan perfectamente lo que es ‘Santa Clarita Diet’: una divertida e irónica serie plagada de humor negro y de escenas un tanto gores.
Podemos encontrar reflexiones subyacentes sobre el matrimonio o la complacencia con la vida, mas todo eso queda subordinado a la refrescante ráfaga de ironías, sarcasmos y diálogos de unos atractivos personajes. Personajes casi caricaturizados al principio, pero que, como en otras producciones de Netflix, van mejorando con el paso de los episodios.
Esos personajes se apoyan en interpretaciones solventes, destacando por supuesto la de Drew Barrymore, principal reclamo de la serie. Da vida a Sheila, una agente inmobiliario que, junto a su marido Joel (Timothy Olyphant), vende casas en el barrio residencial de Santa Clarita, a las afueras de Los Ángeles. Viven una vida anodina hasta que, sin aparente explicación, Sheila se convierte en un muerto viviente con un insaciable apetito por carne humana. A partir de entonces, mientras intentan aparentar una vida normal con su hija (Liv Hewson), deberán procurarse un tipo de comida que no se vende en supermercados.
Otro de los elementos de su éxito ha sido esta concepción satírica del canibalismo y de los zombies. No se sobredimensiona el gore, aunque tampoco se esconde, dando lugar a situaciones bastante desagradables pero, en parte por eso, aun más divertidas. La serie creada por Victor Fresco tiene un humor muy negro, aunque también inofensivo y casi ridículo.
Se espera una segunda temporada, no solo porque quedan algunas cuestiones por resolver en la trama, sino porque, aunque ese humor no es apto para todos los paladares, ‘Santa Clarita Diet’ todavía puede resultar divertida e ingeniosa una temporada más. De ahí en adelante quizás haga falta cierta renovación, pero de momento la primera temporada de ‘Santa Clarita Diet’ me ha abierto el apetito.
(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)
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