La segunda temporada de ‘Home Ground’, disponible en Filmin, continúa la historia de la primera entrenadora de un equipo de fútbol masculino en la máxima división noruega, mostrando qué es lo importante en el fútbol y que aún falta un trecho muy largo para lograr la igualdad y la no discriminación en el deporte rey
El optimismo de finales de verano parece un espejismo, y si ahora nos adentramos en la segunda temporada de ‘Home Ground’ no es, como ocurría entonces, por ser más cercana a la realidad que nunca, sino porque nos damos cuenta de que la igualdad en el fútbol es tan ficticia como en la serie y porque todavía nos falta un larguísimo camino por recorrer para que la realidad alcance a esta maravillosa ficción.
De hecho, tras haber profundizado en la primera temporada en la importancia de una mujer entrenando un equipo de la máxima categoría, esta temporada presta atención a la homosexualidad en el mundo del fútbol, quizás una de las barreras más incomprensibles que le quedan por derribar a este deporte y que lo sitúan en la cola de la sociedad en ese aspecto. Todo esto se retrata de una forma que solo parece posible en una sociedad como la noruega, que, no por casualidad, es uno de los países de referencia en fútbol femenino.
Pero esta defensa de la igualdad, central en la trama, no sería nada sin la capacidad de la serie de transmitir la pasión, los valores y la esencia del fútbol que ya convertían a la primera temporada de ‘Heimebane’, su título original, en una obra imprescindible. En esta segunda entrega –estrenada en Noruega en febrero de 2019–, tras haber logrado la permanencia en la Eliteserien, el Varg se enfrenta a su segunda temporada en la máxima categoría con escasos recursos económicos, y teniendo que buscar el apoyo de algún patrocinador que les permita acceder a los recursos necesarios para lograr su objetivo de clasificarse para jugar en Europa.
Como sucede en la realidad, el negocio y los millones acaban imponiéndose, pero la serie consigue reflejar algo que también es inseparable del deporte: la épica, las gestas impensables, los valores de un equipo, la rivalidad con los vecinos, los ídolos locales… Esta segunda temporada, con sus ocho capítulos, reflexiona en mayor medida sobre la importancia de mantener la esencia de un club por encima del éxito que proporciona el dinero para fichar nuevos jugadores y disputar grandes títulos.
Contención en la victoria y en la derrota
Y, sin embargo, esa defensa del fútbol modesto y con valores no es inocente ni idealizada, sino que se aborda con toda su complejidad. También así se reflejan los temas sociales –desde el feminismo a la homofobia, pasando por el aborto o el divorcio–, de manera honesta e imperfecta, sin personajes completamente justos ni buenos, pero sin maldades absolutas. Solo personas que en ocasiones aciertan y en ocasiones se equivocan.
Esos personajes, con varias caras nuevas con respecto a la primera temporada, están diseñados con acierto, y su arco dramático –tanto el de los que continúan el proceso de la primera como el de aquellas que se incorporan en esta segunda entrega– muestra una evolución muy medida y justificada. Dada la multiplicidad de temas que se tratan, hay figuras secundarias que aparecen definidas solo con trazos, pero manteniendo igualmente una gran riqueza y profundidad, en gran medida gracias al gran trabajo de casting y de interpretación de la mayoría de actores y actrices.
La serie destaca también por una fotografía de gran belleza, tanto la asociada al fútbol como la que explota los paisajes noruegos. En ese aspecto, para el espectador menos familiarizado con el país nórdico, hay un punto de “exotismo”, no solo en el componente visual o en la forma de vivir el futbol, sino también en la narración y la aproximación a unos personajes que parecen distantes y con los que no siempre es sencilla la identificación.
Ese punto de distanciamiento se une a la autenticidad y la contención de muchas producciones nórdicas. Así, la épica del deporte se mantiene, pero sin exageración ni dramatismo, relativizando tanto lo bueno como lo malo, y añadiendo capas al análisis futbolístico y social. De esta forma, ‘Home Ground’ logra demostrar que, como reza la célebre cita, “el fútbol es lo más importante de las cosas menos importantes”.
(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)