domingo, 31 de diciembre de 2017

Crítica: 'Bright' (2017), de David Ayer


Si hace un año discutíamos sobre el polémico anuncio de Narcos en la Puerta del Sol, estas navidades los anuncios que han llenado las marquesinas de los autobuses han sido de Las chicas del cable y de Bright. Dejaremos la segunda temporada de la primera series española producida por Netflix para centrarnos ahora en Bright, otra valiente apuesta de la plataforma que, en cierta medida, podría ilustrar lo que Netflix ha significado este año: una amenaza auténtica a las formas tradicionales de ver cine.

Y es que, si las productoras reservan gran parte de sus blockbusters para aprovechar el tirón navideño –Los últimos Jedi no se estrenó hace un par de semanas por casualidad–, también Netflix ha lanzado este año una de sus películas de producción propia más ambiciosas coincidiendo con la llegada de las fiestas. 

Y no se trata de una película menor que no tuviera cabida en las salas, sino de un interesantes y anunciado proyecto protagonizado por Will Smith y Joel Edgerton. Dan vida a una pareja de policías, humano y orco, que patrullan en una ciudad de Los Ángeles habitada por orcos, elfos y humanos. A pesar de sus diferencias y los conflictos del pasado, ambos tendrán que colaborar para proteger a una joven elfa y a una varita mágica de policías corruptos, orcos, pandilleros latinos y elfos maléficos.

Una cinta fantástica con buenas dosis de acción y con una trama a ratos caótica y compleja, a ratos excesivamente previsible. Solo en el desenlace conseguimos comprender, y no por completo, qué es lo que sucede, su por qué y qué busca cada grupo de personajes; tan pronto se introducen elementos o personajes que nunca se desarrollan como se habla de otros que todavía no conocemos. Es demasiado lo que la película quiere introducir en menos de dos horas y, a menudo, sin saber distinguir entre lo importante y lo superficial.

Sin embargo, la película resulta muy entretenida, tanto por las divertidas pullas entre los personajes de Smith y Edgerton como por la incesable acción. Y junto a eso, cabe destacar la originalidad de la premisa y las reflexiones sobre racismo y discriminación que, aunque faltas de profundidad, resultan muy interesantes.


Es cierto que la crítica no ha sido muy entusiasta con Bright, mas el público ha respondido con 11 millones de espectadores en su primer fin de semana –según Nielsen, la única empresa que proporciona datos de audiencia de Netflix, aunque sin total fiabilidad al no poder medir los visionados que no se produzcan en televisiones– y ya se espera una secuela y, tal vez, una saga de largometrajes que sigan combinando criaturas fantásticas y magia, cine policíaco y de acción, chistes y actores carismáticos… Porque Bright no hace sino mezclar los ingredientes que toda franquicia que se precie debe incluir; y en eso no podría ser un producto más típicamente hollywoodiense. Y, no obstante, este estreno está solo disponible para los usuarios de Netflix que, estas navidades, ni siquiera deberán acercarse a una sala para disfrutar de uno de los estrenos más destacados de este último tramo de 2017.

Y es que este que se nos va ha sido el año en el que nos empezamos a dar cuenta de hasta qué punto las plataformas de vídeo bajo demanda están poniendo patas arriba la industria del cine. Y esto no es ni bueno ni malo; es ambicioso, novedoso a pesar de no seguir más que patrones ya existentes y, aunque pueda apuntar hacia la originalidad y la calidad, suele quedarse más en lo comercial. Y esas son, precisamente, las palabras exactas que podríamos utilizar para describir Bright.

Lo mejor: el punto de partida
Lo peor: la farragosa narración
Nota: 6,5

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

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