martes, 9 de enero de 2018

'The End of the F***ing World': la rara y original apuesta de Netflix que no te dejará indiferente


Podría ser una comedia sencilla sobre adolescentes o un alocado pasatiempo de capítulos cortos. Pero, en realidad, The End of the F***ing World es una interesantísima lectura sobre la adolescencia en la sociedad postmoderna. Lo nuevo de Netflix es una serie con tendencias nihilistas y pesimistas y un humor tan negro que llega a resultar incómodo.

Alex Lawther –con una interpretación que recuerda bastante a la que realizó en Cállate y baila, de la tercera temporada de Black Mirror– y Jessica Barden dan vida a James y Alyssa, dos peculiares adolescentes que, hastiados de sus vidas anodinas y apáticas, comienzan un espontáneo viaje por carretera sin destino aparente. Callado y con tendencias psicópatas él, rebelde y malhablada ella, forman una pareja impredecible y sin límites. Una pareja de adolescentes raros, que no encajan, pero que eso es lo que les hace interesantes; el objetivo no es poder ser aceptado por la masa, sino diferenciarse de ella.


La búsqueda de rebelión en la adolescencia ya no se centra en las drogas, el alcohol, la música rock o hip-hop o la tecnología, sino en una total falta de respeto por la ley. Eso sí, dentro de unos valores éticos que nos permiten sentirnos identificados y apoyar a unos personajes que, por otra parte, nunca ocultan sus miserias al espectador.

En este sentido, es todo un acierto incluir la voz interior de James y Alyssa, cambiando continuamente de opinión, y contraria a menudo a lo que dicen y hacen. Así, la sensación de desorientación y falta de sentido, tan propia en esa adolescencia, es continua, viendo cómo la confusión de los protagonistas les impide dejar de cometer errores y de cambiar de rumbo. Con todo esto, su aventura es alocada, sin ningún patrón que nos permita confiarnos ni imaginar qué podría ocurrir después.

Y esta aventura encajaría mejor como road-movie que como serie, pero para eso están los maratones –y para eso lanza Netflix todos los capítulos a la vez–. Y es que en la actualidad la televisión es el refugio de las apuestas más valientes. Ahí es donde las producciones se atreven a salirse de las normas. Y es que ya no hay glamour, institutos americanos, ni cuerpos atléticos hipersexualizados. Lo que hay es patetismo en el cuerpo pálido y sin muscular de James, en esos besos inexpertos, en sus ropas o en el entorno que rodea sus acciones.


Esa novedad, su imprevisibilidad y, por supuesto, la gran interpretación de Lawther y Barden y la conexión que tienen en la pantalla hacen que la serie sea tan atractiva y diferente. Porque, a pesar de algunos elementos que podrían recordar a Tarantino, a American Ultra o a Trainspotting, si The End of the F***ing World puede presumir de algo es de ser diferente. Y también es única, sorprendente, rara e inteligente. Casi tanto como sus protagonistas.


(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

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