lunes, 16 de febrero de 2015

No tienen futuro

En un vídeo hecho público este domingo los terroristas del autodenominado Estado Islámico advierten a los "cruzados" que solo alcanzarán seguridad en sus sueños. Este aviso lo realizan antes de decapitar brutalmente a 21 cristianos coptos en una playa de Libia.

Cruzados. El término se gestó para referirse a quienes participaron en las Cruzadas, las campañas llevadas a cabo en la Edad Media para enfrentarse a los enemigos de la Cristiandad y recuperar Tierra Santa. Lo cierto es que entonces, como ahora, también se cometieron innumerables salvajadas en nombre de un dios. 

Las semejanzas son abundantes y no parece descabellado comparar aquellas guerras santas cristianas con la guerra santa de los yihadistas actuales. En ambos casos la misión es imponer una religión gracias a las armas -sean espadas o kalashnikovs-. Y en ambos casos esa religión que se impone debe convertirse en ley y regir la vida de todas las personas -sea el derecho canónico o sea la sharia-. Las diferencias residen básicamente en las posibilidades técnicas y el alcance y la repercusión de las matanzas llevadas a cabo por los radicales, ya sea en nombre de una cruz o de una luna.

Con esto se podría afirmar que los terroristas del Estado Islámico y de cualquier fundamentalismo religioso que pretenda imponer sus creencias por la fuerza son no solo salvajes, sino que son RETRASADOS. Y eso es algo que tiene que ser difícil de asumir, porque nadie quiere aceptar que forma parte del pasado. Por eso aprovechan las modernas técnicas propagandísticas y los estudios sobre la materia, la globalización del mundo, el acceso a las redes sociales o las herramientas de rodaje y edición de vídeo para intentar engrosar sus filas y para que sus atrocidades impresionen y asusten a todo el planeta.

Es cierto que en muchos países, sobre todo de mayoría musulmana, todavía es muy importante el poder que acumulan las instituciones religiosas y la influencia de las leyes del derecho islámico. E incluso en los países occidentales hay quienes todavía buscan imponer sus leyes sagradas a los demás. Pero el futuro no les pertenece. Estos comportamientos están condenados a extinguirse porque desde la Ilustración las sociedades tienden hacia la laicidad y el respeto de las libertades, incluyendo la libertad religiosa, de forma que todos podamos profesar nuestras distintas creencias en paz y armonía.

Y es horrible que en la actualidad se decapiten personas en el norte de África, que se dispare a periodistas y policías en Francia o en Dinamarca, que se secuestre a niñas en Nigeria o que se criminalice a los homosexuales en Rusia. Son hechos que reflejan un pasado que, por suerte, se acabará. Por eso los radicales tienen miedo, porque saben que pertenecen al pasado. Porque saben que no tienen futuro. Y quizá habría que demostrárselo.

(Publicado en Neupic)

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