miércoles, 22 de noviembre de 2017

Crítica: 'La reina Victoria y Abdul' (2017), de Stephen Frears


La reina Victoria y Abdul es eso, ni más ni menos, la relación de dos personas. Todo lo demás es, o irrelevante, o totalmente dependiente de esa historia principal. Eso podría ser negativo y parecernos poca cosa, pero sabiendo que quien encarna a la reina es Judi Dench y que el experimentado Stephen Frears está detrás de las cámaras, quizá ya no parezca tan poco.

La veterana actriz británica, que de interpretar a reinas a las órdenes de Frears ya sabe bastante, es el argumento, la piedra angular de la película. En torno a ella gira toda la historia; primero, su relación con Abdul Karim, un hombre hindú llegado para ejercer de sirviente entregándole una moneda conmemorativa a la reina y que termina quedándose a su servicio como su tutor personal; segundo, y a mucha distancia, su relación con su hijo Bertie y con el resto del personal, escandalizados por la presencia y los honores que un indio, musulmán, de color y de baja cuna, recibe. 

No es una historia novedosa: un amor o amistad imposible por las barreras raciales/sociales ya lo hemos visto muchas veces, a menudo con reyes y reinas como protagonistas. Y aunque sí es posible hacer aquí una novedosa lectura anticolonialista o aperturista –muy adecuada tras el Brexit–, la profundidad de la misma nunca es suficiente, quedándose en algunos clichés bienintencionados sobre la etapa imperialista.


Pero si la película resulta bastante modesta en la historia, encontramos más cuidado en la ambientación y la fotografía. La decoración de palacios y jardines, así como los espacios abiertos en Escocia e India, jugando con los contrastes, resultan llamativos y visualmente atractivos. Como también lo son, y este es probablemente uno de los puntos fuertes, los divertidos diálogos, sobre todo en la primera mitad de la obra.

Y es que la segunda parte se vuelve más dramática, con mentiras y conspiraciones que, sin tener un verdadero peso en la cinta, consiguen ensombrecer y lastrar un chispeante inicio. Sin llegar a ser pesado, ese segundo tramo, en el que la interacción directa entre la reina y su munshi queda difuminada en favor de los recelos y maquinaciones de los cortesanos, se vuelve algo más tediosa y carente de atractivo. Y eso que cuenta con personajes y actores con gran potencial (como el príncipe heredero o un Michael Gambon que da vida al Primer Ministro), que apenas son explotados.

La película consigue despuntar algo más cuando se sabe centrar en la relación entre dos personajes opuestos, pero reacios a mantener las formalidades y las divisiones que les rodean. Porque puede ser una historia sencilla y convencional, pero sigue siendo suficiente, sobre todo cuando encuentra pequeños detalles que la complementen. Y esto es así porque, al fin y al cabo, la historia que queremos conocer y disfrutar es la de la reina Victoria y Abdul.

Lo mejor: Judi “The Queen” Dench
Lo peor: que no sea más valiente
Nota: 7

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

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