viernes, 23 de noviembre de 2018

[Cine] Crítica: 'Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald' (2018). Vuelve la magia, pero más adulta, oscura y política

Los animales fantásticos de Newt Scamander regresan en esta segunda entrega de la saga que amplía el universo de Harry Potter. Las numerosas referencias a la socio-política muggle y al mundo mágico original permiten una película más atractiva y madura



Es esta la sexta película del universo Harry Potter que dirige David Yates. La evolución en ellas ha sido clara: se fue abandonando la estética infantil y juguetona y la fascinación por la magia de los primeros títulos para introducirnos en un mundo mágico mucho más oscuro, peligroso y complejo. El tono de las películas se ha ido adaptando a unos personajes que han ido creciendo y madurando para enfrentarse a fuerzas más malvadas y poderosas. ‘Animales fantásticos y dónde encontrarlos’, aunque un tanto anárquica, alejándose de los personajes conocidos y recreándose en las criaturas mágicas, seguía esa clasificación. ‘Los crímenes de Grindelwald’ confirman ese camino, con una obra más sombría y política, que combina el mundo mágico que hereda de la saga de Harry Potter con el mundo no mágico.

La película mejora a su predecesora al llenarse de contenido real y mágico. Real porque las lecturas políticas que se extraen del film son claras, con una fuerte crítica a las ideologías totalitarias y el racismo o debates sobre el uso de la fuerza por la autoridad. La imagen de París cubierta por banderas negras recuerda inevitablemente a la decoración de las ciudades bajo el régimen nazi.


Y mágico porque los fans nos reencontramos con personajes y tramas conocidos, algo que aporta gran riqueza y amplía el universo con el que muchos crecimos. Sigue sin ser Harry Potter, pero es un largometraje muchísimo más reconocible y emocionante para los amantes de la saga original. De hecho, es muy útil serlo para poder extraer todo el contenido y los guiños que abundan en la obra. Gracias a ‘Los crímenes de Grindelwald’ se puede conocer el origen de figuras e historias anteriores, si bien es cierto que en muchas ocasiones todavía existe un hueco entre la historia de Harry Potter y la de Newt Scamander –deberá llenarse en las tres entregas que restan de la saga–, a la vez que el comportamiento de algunos personajes no está completamente justificado. 

Más magia que cine 


A esos fallos en los personajes se suman algunas decisiones que parecen buscar que la historia avance. También da la sensación, tal vez por la sobrecarga de explosiones y efectos especiales que ofrece el cine contemporáneo, que los efectos visuales palidecen en comparación con otros films y, sobre todo, en comparación con un sonido impresionante y esencial para atarte a la butaca. La narración es bastante convencional y, aunque pueda disfrutar con el mensaje y los guiños a la saga original, la calidad estrictamente fílmica de la película es cuestionable. Es más, si la obra no significara lo que significa es probable que este análisis fuera mucho más crítico. 

Por suerte, no podemos separar la obra de su contexto, del que, por cierto, esta película sabe nutrirse de forma única. Igual que tampoco podemos separarla de unas interpretaciones magníficas. No solo la tan comentada de Johnny Depp, sino también la de un Ezra Miller vulnerable y desorientado, y en torno al que gira toda la narración, y la de un Eddie Redmayne con un entrañable carácter autista, más cómodo en el contacto con criaturas que con personas. Me sobra, no obstante, el personaje de Jacob Kovalski; aunque casaba muy bien con la línea de ‘Animales fantásticos y dónde encontrarlos’, aquí tiene menos sentido mantener un personaje cómico que aporta muy poco a la trama. 


Su presencia descarga la intensidad de un trabajo que no lo necesita, pues es precisamente en su intensidad donde encuentra su mayor potencial. Sigue sin resultar rompedora por sí misma y sin ser el Harry Potter que muchos extrañan –extrañamos–, pero encuentra su camino uniendo, con intensidad, nostalgia y trascendencia. Y demostrando así que la evolución del universo de J. K. Rowling continúa

Lo mejor: dos momentos que resumen el alma de la obra[1]
Lo peor: no se recrea en lo impresionante que es la magia 
Nota: 7.5/10

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)


[1] [SPOILER] El regreso a Hogwarts con el Tema de Hedwig, muy emocionante para quienes pensamos que no volveríamos a la Escuela de Magia y Hechicería; y el mitin de Grindelwald, cargado de referencias a los fascismos del siglo XX, con la predicción sobre la II Guerra Mundial, y la posterior batalla.

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