Natalie Portman,
probable candidata al Oscar por su interpretación de Jackie Kennedy en la
película Jackie de Pablo Larraín, ha confesado en una reciente entrevista a la revista Marie Claire UK que su compañero de rodaje en la película Sin compromiso, Ashton Kutcher, percibió un salario tres veces mayor que el suyo.
Natalie Portman reconoce que en aquel momento no se enfadó lo suficiente ya que
lo percibía como algo habitual y a lo que debía resignarse.
Pero estas
declaraciones no son ninguna sopresa en Hollywood. En octubre de 2015 era Jennifer Lawrence la que reclamaba cobrar lo mismo que “sus colegas con pene”.
A pesar de ser la actriz mejor pagada, Lawrence cobraba un 60% menos que Robert
Downey Jr., su equivalente masculino.
El negocio manda
Este tipo de
informaciones resultan curiosas: ¿cómo puede ser que Hollywood, que presume de
progresismo, tenga diferencias salariales superiores a la media de Estados
Unidos? En primer lugar porque Hollywood, posiblemente más que cualquier otra
industria cinematográfica occidental, es muy conservadora en lo que a interés
comercial se refiere. De ahí se desprende que las producciones vayan a lo
tradicional y que no corran demasiados riesgos.
Hay que tener en
cuenta también que, aunque directores, intérpretes o guionistas -es decir, los
artistas que están detrás de las películas- sí puedan compartir esa tendencia
progresista, son finalmente las productoras quienes deciden los salarios. Y
para las productoras, que se mueven únicamente por intereses económicos, luchar
por la igualdad no es prioritario.
Los hombres
protagonizan y dirigen más
Hay que destacar
también que el papel principal de un film sigue estando interpretado en la
mayor parte de los casos por hombres. El cine de acción, el western, el
policíaco, el bélico o el de superhéroes son géneros eminentemente masculinos.
Además, dado que la Historia, hasta fechas muy recientes, ha estado
protagonizada casi exclusivamente por hombres, la mayor parte de las películas
basadas en episodios o personajes históricos tienen una mayor presencia
masculina.
En este sentido,
el Test de Bechdel, que mide la presencia femenina en las películas, demuestra
que todavía en el siglo XXI un alto porcentaje de películas son casi
exclusivamente masculinas. De hecho, un 45% de las 108 últimas cintas nominadas a Mejor Película en los Oscar no supera este test al no contar con al menos dos
mujeres que dialoguen en algún punto de la película sobre un tema que no sea un
hombre.
También detrás de
las cámaras encontramos una abrumadora mayoría de hombres. Haca pocos días la
Universidad de San Diego, en un informe titulado Techo de celuloide, denunciaba
que solo un 7% de las 250 películas más taquilleras de 2016 habían sido
dirigidas por mujeres. Son peores datos que los del año 2015 y el panorama no
mejora si prestamos atención a otras profesiones detrás de la cámara, como
productoras o directoras de fotografía.
Y otro dato: en
la historia de los Oscar, solo cuatro mujeres han sido nominadas a la Mejor
Dirección, y solo una de ellas, Kathryn Bigelow, ha ganado el premio.
El cine español
también debe aplicarse
La situación es
solo un poco mejor en España, donde tres directoras han ganado el Goya a la
Mejor Dirección en las 30 ediciones de estos premios y cuatro más lo han hecho
en la categoría de Mejor Dirección Novel. También en cuanto a protagonismo, el
papel de las mujeres ha sido algo más relevante en nuestro cine: por un lado,
gracias a las películas de Pedro Almodóvar, frecuentemente centradas en
mujeres, y de las que han bebido otros cineastas; por otro, dada la
idiosincrasia de la propia industria, que desde el fin del franquismo se ha
mostrado más progresista y comprometida que Hollywood.
Aunque en la
comparativa con Hollywood España salga bien parada, la realidad es que solo el 36% de las películas cuentan con una mujer como protagonista y sus roles siguen
estando muy limitados o subordinados a los de los hombres. Aunque la tendencia
es positiva, el avance, también en nuestro país, es todavía muy lento.
Pero ese avance
existe. Este año Felicity Jones ha conseguido cobrar por su papel en Rogue One,
el spin off de Star Wars, más que sus compañeros varones. Se rompe así no solo
la barrera salarial, sino también la de protagonizar una película de una saga
como Star Wars, algo que supera muchos de los estereotipos del cine de
ciencia-ficción. Esto quizás pruebe que las denuncias de Natalie Portman o
Jennifer Lawrence están calando y que dentro de un tiempo esta desigualdad en
la gran pantalla -y ojalá también en la sociedad- será algo del pasado.
(Publicado en Neupic)
No hay comentarios:
Publicar un comentario