martes, 30 de enero de 2018

Crítica Nº 2: 'La llamada' (2017), de Javier Calvo y Javier Ambrossi


Esta crítica de La llamada se justifica ahora por sus cinco candidaturas a los Goya, que se entregan este fin de semana, y por los dos premios Feroz –a Mejor comedia y Mejor tráiler– que se llevó hace una semana. Suponiendo que los premios de verdad valoran la calidad de una película, estamos ante una buena obra. Y lo es, como veremos, pero ese no es, ni de lejos, el valor de la cinta dirigida por “los Javis” –Javier Ambrossi y Javier Calvo–. Su interés reside en su capacidad de servir de himno a una generación. La llamada refleja con precisión muchos de los sentimientos y comportamientos de ese grupo de personas que se encuentran a caballo entre la generación Y, o millennial, y la generación Z.

Música electrónica o electro-latina, con fugaces ídolos de barro moldeados por redes sociales y smartphones; la pérdida de importancia de una religión que, no obstante, sigue presente en muchos aspectos de una sociedad a lo que todavía no pertenecen; una sensación de desorientación, de dudas ante el futuro –este es, seguramente, el aspecto clave y el que mejor refleja la cinta–, que contrastan con la claridad que la generación anterior tenía y que, en ocasiones, condujo a la frustración y el arrepentimiento. Todo eso se reproduce en La llamada sin realizar un estudio en profundidad, pero con la suficiente fidelidad como para convertirse en una de las mejores lecturas que el cine (español) ha realizado hasta ahora de los jóvenes que han (hemos) crecido para ver la explosión de la burbuja económica.


Centrados ya en aspectos fílmicos, la localización se limita casi exclusivamente al entorno del campamento, el número de personajes es reducido y la trama es sencilla: una adolescente (Macarena Gómez) que acude con su amiga (Anna Castillo) a un campamento organizado por monjas (Belén Cuesta y Gracia Olayo) cree ver a Dios. En ese contexto, es en la música y en las interpretaciones donde se logran los mayores méritos de la película. Y de estas, destaca la de Belén Cuesta; similar a la mayoría de sus papeles, el mérito es seguir precisamente fiel a un estilo reconocible y combinar algunas de las reflexiones más profundas sobre las decisiones erróneas y el consiguiente arrepentimiento con los mayores toques de humor del film. Y es que ahí reside otro de los elementos a destacar. En esa vis cómica que, sin embargo, es menor de lo que anticipaba el tráiler. Sí es cierto que el tono general es ligero y alegre, pero, en ocasiones se vuelve intensa y dramática, como si estuviéramos presenciando el derrumbe emocional de personajes que llevan rumiando interiormente esos problemas desde mucho antes de que arrancase la narración.


Inteligente esa visión, como inteligente es también el desarrollo de los acontecimientos, pues, en esa sencillez se esconden algunas sorpresas, así como un contenido y un mensaje más ricos de lo que cabría esperar. Así, La llamada está plagada de atractivos, desde la riqueza de la narración a las interpretaciones, pasando por esa banda sonora tan pegadiza y variada de Leiva que resulta particularmente acertada al estilo y el sentido de la obra. Y junto a dichos atractivos, sus características le hacen trascender la pantalla. Por eso la película ha sido uno de los fenómenos del año. Por eso el musical en el que se inspira lleva tanto tiempo en cartel. Por eso el discurso de Javi Calvo al recoger el Feroz fue tan popular en la redes sociales. Y por eso La llamada es tan relevante para comprender a esta generación. Porque, como ella, es simple y compleja a la vez. 

Lo mejor: cómo captura la desorientación de la adolescencia
Lo peor: que a veces puede llegar a resultar demasiado intensa y forzada
Nota: 8

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

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