lunes, 29 de mayo de 2017

Máquina de guerra (2017), de David Michôd


Quizá la única forma de retratar algo tan absurdo como la guerra sea una comedia absurda. Máquina de guerra aspira, a través de la sátira, a criticar las operaciones militares que Estados Unidos ha llevado a cabo en el exterior como represalia por los atentados del 11-S. Estrenada por Netflix el pasado 26 de mayo, está dirigida y escrita por David Michôd, adaptando la novela The Operators, de Michael Hastings. La trama se centra en el periodo que el general Stanley A. McChrystal estuvo al frente de las tropas estadounidenses y de la coalición internacional en Afganistán.

Con una amplia carrera militar y acreditado como el responsable de haber dado muerte al líder de Al-Qaeda en Irak, Abu Musab al-Zarqawi, McChrystal fue destinado a Afganistán en junio de 2009 para desatascar una guerra en la que Estados Unidos llevaba inmerso ocho años sin progreso aparente. Determinado a ganar esa guerra, McChrystal solicitó un importante aumento en el número de tropas e inició la mayor ofensiva de la coalición desde los primeros meses de conflicto. Un año después de asumir el puesto, sus críticas a altos cargos de la administración Obama, incluido el vicepresidente Joe Biden, publicados en un extenso reportaje en la revista Rolling Stone, forzaron su dimisión y su retirada de la vida militar.

Estos sucesos, que para el público español pueden resultar lejanos o casi desconocidos, supusieron un importante terremoto en la vida pública estadounidense, tanto a nivel mediático como político y militar. Y lo más curioso es que lo que desencadenó la polémica fue algo que podríamos considerar simple, como el hecho de que esas declaraciones se publicaran en esa revista, cuando el problema que yace detrás de todo ello es mucho más dramático y relevante.

Esa es precisamente la crítica de Máquina de guerra: lo absurdo que resulta centrarse en un polémico reportaje cuando hay una guerra mucho más absurda en marcha. Y es que, si todas las guerras son un sinsentido, lo son más si cabe aquellas en las que no parece haber una solución estable, ni a través de una victoria ni a través de la retirada. En dichos conflictos, el empecinamiento de los generales y los dirigentes políticos en alargar el combate cuando las opciones de victoria son nulas resulta casi patético.

Por eso War Machine reparte las culpas: McMahon (como McChrystal), obcecado en conseguir una victoria imposible; el presidente Obama, que busca retirar las tropas con el conflicto inconcluso y dejando a medias el esfuerzo de más de ocho años; el presidente Karzai, presentado como un monigote ridículo en manos de los estadounidenses; los políticos y diplomáticos, como burócratas preocupados únicamente por salvar su puesto; y la propia sociedad e historia estadounidenses, convencidas de que su país es el garante único de la libertad en el mundo. Pero en ese intento de reprobar a todos y a todo, la película pierde fuerza, divagando por muchos aspectos sin llegar a profundizar en ninguno.

Por encima de eso, el problema de esta cinta es que no sabe muy bien cómo definirse. Hay que reconocerle un puñado de elementos y secuencias muy divertidas, su honestidad en el retrato de algunos aspectos de la guerra y cierta emoción en los momentos de combate. Mas el conjunto y la suma de todos ellos no nos depara ni una comedia verdaderamente mordaz ni una crítica y análisis fundados. Más interesada en recrearse en la actuación de Brad Pitt o en jugar con la banda sonora que en estructurar la trama, la narración resulta a menudo confusa y superficial.

Sin embargo, sí parece quedar claro que, detrás de la sátira, subyace un verdadero drama, retratado en ocasiones con impresionante realismo, y se intuyen una serie de responsabilidades que deben ser asumidas. Cabe destacar igualmente la interpretación, intencionadamente excesiva, de un Brad Pitt que tuvo que acabar el rodaje con la garganta machacada de forzar la voz. También Ben Kingsley realiza una paródica y muy divertida interpretación del expresidente afgano Hamid Karzai.


Pero son elementos sueltos que no dotan de la suficiente estructura y coherencia a la obra. Lo que podría haber sido una importante denuncia de los responsables detrás de la guerra más larga en la que Estados Unidos ha participado, se queda en un intento de film antimilitarista del que es difícil extraer conclusiones.

(Publicado en Culturamas)

Palmarés del (flojo) Festival de Cannes 2017


Era la edición número 70 y la intención era que el Festival de Cannes 2017 resultara memorable. Lo cierto es que se hablará más tiempo de sus polémicas –que si photoshop a Claudia Cardinale, que si las películas de Netflix– que de sus películas. La entrega de la Palma de Oro este domingo ha puesto el cierre a una edición bastante floja en La Croisette.

El jurado presidido por Pedro Almodóvar, y en el que también figuraban Maren Ade, Jessica Chastain, Fan BingBing, Agnès Jaoui, Park Chan-wook, Paolo Sorrentino, Gabriel Yared y Will Smith, ha seleccionado a la comedia sueca ‘The Square’, de Ruben Östlund, como mejor película de la Sección Oficial de Cannes. La cinta, una sátira sobre el mundo del arte contemporáneo, combina elementos surrealistas e irónicos para criticar la corrección política. 

FOTO: Ian Langsdon (EFE)

El premio a la Mejor dirección ha sido para Sofia Coppola, por ‘La seducción’ (‘The Beguiled’), el remake feminista de ‘El seductor’, dirigida en 1971 por Don Siegel. Protagonizada por Colin Farrell, Elle Fanning, Nicole Kidman y Kirsten Dunst, había sido una de las películas más comentadas del festival. Coppola se convierte así en la segunda mujer en ganar este premio en la historia del Festival tras la rusa Yuliya Solntseva, que lo consiguió en 1961 por "La epopeya de los años de fuego".

Joaquin Phoenix fue elegido Mejor actor por su papel en 'You Were Never Really Here', de Lynne Ramsay, que también se llevó (ex aequo junto a 'The Killing of a Sacred Deer') el premio a Mejor guion. El reconocimiento a Phoenix resultó parcialmente sorprendente, algo que no ocurrió con el galardón a Mejor actriz, que fue merecidamente para Diane Kruger, lo más notable de la película alemana 'Aus dem Nichts', de Fatih Akin.

EL Gran Premio del Jurado fue para la francesa ‘120 battements par minute’, un drama sobre la lucha contra el sidra, mientras que el polaco Andrey Zvyagintsev se llevó el Premio del Jurado por 'Loveless'. Por su parte, el Premio Especial 70 aniversario, creado casi de repente con motivo del aniversario, fue para una Nicole Kidman ausente en la gala pero que había participado en cuatro de las películas proyectadas en el festival. Will Smith fue el encargado tanto de entregar como de recoger este premio a una actriz con una carrera amplísima y que sigue trabajando sin descanso.

El palmarés completo de la 70 edición del Festival de Cannes ha sido:

Palma de Oro: 'The square', de Ruben Östlund
Gran Premio del Jurado: '120 battements par minute', de Robin Campillo
Premio del Jurado: 'Loveless', de Andrey Zvyagintsev
Mejor dirección: Sofia Coppola, por 'The Beguiled'
Mejor actor: Joaquin Phoenix, por 'You were never really here'
Mejor actriz: Diane Kruger, por 'Aus Dem Nights (In the fade)'
Mejor guion: Ex-aequo para Yorgos Lanthimos y Efthimis Filippou por 'The killing of a sacred deer' y para Lynne Ramsay por 'You were never really here'
Mejor película de la Semana de la Crítica: 'Makala', de Emmanuel Gras
Premio Cámara de Oro a la mejor ópera prima: 'Jeune femme', de Léonor Serraille.
Premio FIPRESCI de la crítica: '120 battements par minute', de Robin Campillo
Mejor película en 'Un Certain Regard': 'Lerd (A Man of Integrity)', de Mohammad Rasoulof
Mejor cortometraje: 'Xiao Cheng Er Yue', de Qiu Yang

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

jueves, 25 de mayo de 2017

Crítica: 'Piratas del Caribe: La venganza de Salazar' (2017), de Joachim Rønning y Espen Sandberg


Jack Sparrow, como Johnny Depp, ha vivido tiempos mejores. Continuamente borracho, sin barco y casi sin tripulación, solo la aparición de Corina, una joven científica acusada de brujería, y de Henry –ambos protagonizan la historia de amor que parece obligatoria en toda película y que recuerda a la de William Turner y Elizabeth Swan, los padres de Henry–, le permitirán regresar al mar para intentar encontrar el legendario y poderoso Tridente de Poseidón y poder escapar así de la venganza del Capitán Salazar y su tripulación fantasma.

La elección del dúo formado por los noruegos Joachim Rønning y Espen Sandberg para colocarse al timón de esta producción parece acertada, tanto por sus trabajos previos como por el resultado. Por los mismos motivos resulta otro acierto convertir a Javier Bardem en el malo, vuelviendo a demostrar su solvencia como antagonista malvado. Con un Sparrow más flojo, con un rol más propio casi de secundario cómico, la interpretación más destacada es la de un Bardem más profundo y maduro que el resto del reparto, en el que cabe destacar también a la joven Kaya Scodelario.


Junto a ellos, Geoffrey Rush y Brenton Thwaites, así como los cameos de Orlando Bloom y Keira Knightley. También regresan varios de los secundarios de las primeras películas, algo que, junto a la propia concepción de la trama, recupera el espíritu perdido en ‘En mareas misteriosas’ y garantiza el retorno de esta quinta entrega a la trilogía original. Aunque mantiene suficientes novedades para conservar un estilo propio y no resultar repetitiva, retoma la esencia que convirtió a Piratas del Caribe en una saga imprescindible para comprender el cine del siglo XXI.

Igualmente apreciable, los toques de humor, algunos de ellos muy divertidos, protagonizados casi siempre por Jack. A esto hay que unir algunos guiños que quienes han seguido la saga desde que se hizo a la mar sabrán apreciar. Lo cierto es que hay una notable riqueza de detalles y, si bien la narración no resulta particularmente novedosa o arriesgada, sí que encontramos subtramas e incidentes que incrementan el atractivo de la historia.

Una historia quizás algo más predecible de lo acostumbrado, pero capaz de retener la atención y no resultar pesada. A pesar de su más de dos horas de metraje –más reducido que en anteriores entregas aunque todavía algo excesivo–, la fuerza del componente visual y del maquillaje, sobre todo en la representación de los no-muertos de la tripulación de Salazar, mantiene la cinta siempre a flote.


Esta atención a los elementos fantásticos, los que más pueden explotarse gracias a la tecnología y los efectos especiales, hace que la obra haya abandonado parte de la concepción de ‘La maldición de la Perla Negra’ como cine palomitero de aventuras para dar paso a filmes más grandilocuentes y épicos. Más allá de esta tendencia y de la presencia de un antagonista muy interesante, el regreso parcial de ‘La venganza de Salazar’ a la historia que dio vida y fama a esta saga es un soplo de viento a favor en las velas de la franquicia de Disney.

Y sí, por suerte o por desgracia, habrá una sexta parte. La aparición de una bruja apenas esbozada en la trama y la escena poscréditos casi garantizan el regreso de Piratas del Caribe. No hay fecha ni planes, pero me jugaría mi pata de palo a que será así.

Lo mejor: ya no es Jack, sino el Capitán Salazar
Lo peor: los escasos riesgos de la historia
Nota: 7,5

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

Crítica: 'Piratas del Caribe: En mareas misteriosas' (2011), de Rob Marshall


Tras la tercera entrega de Piratas del Caribe parecía claro que para seguir explotando el filón era necesaria cierta renovación. Y es cierto que dicha renovación existe. Gore Verbinski cede el timón a Rob Marshall, mientras Keira Knightley, Orlando Bloom y la mayoría de secundarios de la trilogía original ceden su puesto a nuevos personajes, encabezados por Penélope Cruz e Ian McShane. Aunque el intento podría haber sido acertado, ni Marshall domina este tipo de cine como Verbinski, ni el nuevo reparto consigue salvar a unos personajes mucho menos carismáticos que sus predecesores.

También se pierde, y este es quizás el mayor fallo de ‘En mareas misteriosas’, la capacidad de sorpresa de las aventuras anteriores. Los giros del guion, el juego de lealtades de los personajes y el cambio de bandos resultaban tan atractivos como impredecibles, siendo capaces de levantar la historia cuando flojeaba. En esta ocasión falta esa capacidad de sorpresa y sobra una cierta sensación de que, aunque la trama principal sea clara, no sabemos en realidad qué mueve a cada personaje y qué justifica sus actos; que en dos horas y cuarto de película queden cabos sueltos, más que el misterio que promete su título, lo que produce es confusión.

Pero confusión en los detalles pues, por primera vez en toda la saga, la sinopsis es sencilla: Jack Sparrow se reencuentra con una mujer de su pasado que le arrastra al barco del peligroso y malvado Barbanegra, a quien deberá ayudar a encontrar la Fuente de la Juventud, un objetivo que comparte con los españoles y con el capitán Barbossa, ahora al servicio del Rey de Inglaterra. La estructura es más sencilla, con una narración más clásica que, a pesar de sus errores en los detalles, mantiene siempre la seriedad y la madurez que le faltaban a otras cintas.

Lo que sobra en esta historia es la relación de Jack y Angélica, pues no creo que encaje en el excéntrico Sparrow el enamoramiento. Además de resultar poco creíble, resta cierto misticismo a un personaje que así parece más humano y vulnerable, cuando el Sparrow que quiero es el mítico sinvergüenza. Lo peor en este sentido es que la relación, que aparenta ser un elemento central en la narración, apenas se explora, resultando siempre acartonada y sin ser capaz de aportar nada de interés.


Tampoco aporta demasiado el hecho de pasar gran parte del metraje en tierra: ni un cañonazo, ni un abordaje, ni una batalla naval... Es innegable el atractivo de la selva y la espectacularidad de los efectos visuales fuera del agua, pero la esencia de un pirata está en la mar, no en tierra firme. Por mucho que el objetivo sea una fuente.

Una fuente, por cierto, que también ansían los españoles, presentes por fin en estas aventuras caribeñas. Con una representación basada en clichés, sí que resulta divertida esa visión estereotipada que hace Hollywood de todo lo que escapa de sus fronteras. Igualmente divertida es la inclusión de figuras históricas, de Jorge II a Ponce de León, que aportan un toque irónico muy bienvenido.

Salvo eso, pocos momentos verdaderamente graciosos encontramos en el film, menos alocado de lo acostumbrado y, como decíamos, con mucha menor capacidad de sorprender. A cambio, una narración más ordenada y menos pretenciosa que las anteriores. Debemos entender que la saga entraba en una nueva era con ‘En mareas misteriosas’; no hay cambios rupturistas, pero sí se nota que el barco, el capitán y parte de la tripulación son nuevos. Debemos reconocer el intento y la capacidad de entretenimiento que sigue manteniendo la película, mas yo echo de menos las orginales. 

Lo mejor: el componente visual y –aunque lo mantengo más que nada por tradición– Jack Sparrow
Lo peor: que resulta más predecible y que ha perdido parte de la esencia
Nota: 6

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

miércoles, 24 de mayo de 2017

Crítica: 'Piratas del Caribe: En el fin del mundo' (2007), de Gore Verbinski


Si al hablar de ‘El cofre del hombre muerto’ destacábamos su mayor espectacularidad, oscuridad y grandilocuencia con respecto a ‘La maldición de la Perla Negra’, en el caso de ‘En el fin del mundo’ la tendencia continúa. Y si la segunda parte llegaba a resultar excesiva por momentos, esta tercera entrega padece el mismo mal incluso con más frecuencia. Eso sí, en esta ocasión no quedan dudas de que nos encontramos ante una cinta épica.

Y es que ya no son Jack Sparrow, Elizabeth Swan o Will Turner los que están en peligro, sino que la existencia de la piratería misma depende de una reunión a la que serán congregados los nueve señores de la piratería para decidir cómo enfrentarse a la Compañía de las Islas Orientales. Uno de ellos es Jack Sparrow, que se encuentra en el Dominio de Davy Jones, una condena peor que la muerte. Para ello, Swan, Turner y los demás seguidores de Sparrow viajarán, capitaneados por Barbossa, a donde nadie ha llegado: el fin del mundo.

Es una historia con todos los tintes épicos que culmina con una impresionante batalla naval. Una obra de casi tres horas de metraje que, a pesar de no resultar larga en absoluto, sí que deja algunas tramas pocos definidas, con personajes o historias que podrían haberse completado o explorado más. Y es que en la marabunta de tramas y figuras secundarias, algunas de ellas verdaderamente interesantes, resulta complicado comprender dónde residen las lealtades en cada momento o quiénes son en realidad los buenos. La narración es más floja de lo que cabría esperar y, aunque se consigue salvar gracias al derroche visual, hay partes de la cinta que hacen agua.


Mas siempre sale a flote, gracias también a los toques de humor y a la capacidad que mantiene de sorprendernos, como ha ocurrido durante toda la saga. Como ocurre con sus predecesoras, es puro entretenimiendo y diversión, aunque en esta ocasión los fallos narrativos sean algo más notables y se vislumbre ya el intento por exprimir en exceso la gallina de los huevos de oro –algo que no ha impedido a Disney hacer, hasta el momento, dos películas más–.

Tanto el reparto como la historia principal guardan importante relación con ‘El cofre del hombre muerto’, con la que tiene abundantes similitudes, sobre todo en su tendencia a la espectacularidad y la exageración, y con la que fue rodada de forma simultánea. Sin embargo se distancia de ella en su mayor tendencia a escenas marítimas a bordo de barcos, abandonando tanta tierra firma como aparecía en esa segunda parte. Un acierto que la aproxima a lo que había sido ‘La maldición de la Perla Negra’, a lo que contribuye también la presencia del capitán Barbossa, interpretado por Geoffrey Rush, uno de los personajes más atractivos del universo de Piratas del Caribe y quizás el único que hace sombra en ingenio a Jack Sparrow.

Un acierto también es la música de Hans Zimmer, que contribuye a dar más sensación de obra épica y monumental. Que lo es, sin duda, pero que queda empañada por dejarnos la sensación de que estos mares ya los hemos surcado. La fórmula que tan bien ha fundionado, para poder seguir explotándose, necesita renovación. Aunque haya que ir al fin del mundo a encontrarla.

Lo mejor: los efectos especiales y la música. Sin olvidar a Jack Sparrow, como siempre
Lo peor: la narración, caótica y poco cuidada
Nota: 7

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

martes, 23 de mayo de 2017

Crítica: 'Piratas del Caribe: El cofre del hombre muerto' (2006), de Gore Verbinski


Enemigos más siniestros y casi invencibles, personajes más desagradables, más sentimientos de amor o familia, más profundidad, más violencia, más peligro, más oscuridad, más fantasía... Tras el éxito de ‘La maldición de la Perla Negra’, la secuela de Piratas del Caribe necesitaba algo más que la piratería casi inocente de su predecesora. Lo consigue, pero para ello entrega al diablo –o a Davy Jones– su alma, perdiendo su esencia y cayendo por momentos en el exceso.

No obstante, bienvenido sea ese exceso. Es tan entretenida como la primera y mucho más espectacular, manteniendo los mismos impredecibles giros de guion, aunque en esta ocasión resulten menos efectistas y más ajustados a la narración. Una narración más cuidada pero menos creíble. Aun así, la acción, la fantasía y el humor siguen intactos, haciendo que la película sea disfrutable al máximo.

En esta ocasión, con Elizabeth Swan y Will Turner enfrentándose a la horca por haber ayudado a escapar a Jack Sparrow, el propio Will se lanzará a buscar al pirata de la Perla Negra conseguir el perdón de manos de Lord Beckett, que ansía una peculiar brújula en manos de Sparrow. Jack, por su parte, está obsesioando por encontrar la forma de saldar una deuda con Davy Jones, capitán del Holandés Errante, un barco fantasma capaz de invocar al monstruo más peligroso del océano.

Todo ello con el añadido de caníbales, de personajes mitad humanos-mitad criaturas marinas, de cofres con tesoros más valiosos que el oro, de piratas que regresan del Más Allá... Y, por supuesto, con el estrafalario Jack Sparrow. Johnny Depp vuelve a destacar sobre un reparto más imponente si cabe que en la primera parte, añadiendo a Orlando Bloom, Keira Kngihtley o Jack Davenport, nombres de la talla de Bill Nighy o de Stellan Skarsgard.

Todo eso ayudó a que el éxito en taquilla superase al de su predecesora, batiendo varios records de recaudación. Además, y aunque la crítica no mostró el entusiasmo anterior, los premios volvieron a sonreir a los piratas, consiguiendo el Oscar y el BAFTA a Mejores efectos visuales y el Globo de Oro para Johnny Depp. Ambas categorías demuestran las fortalezas de la cinta: el exagerado y excéntrico capitán Sparrow y el podería visual de las batallas navales, de los paisajes salvajes de las islas caribeñas y de las criaturas fantásticas.


Y estos elementos son clave a la hora de conseguir una obra de grandes dimensiones, tanto en su espectáculo, como en su duración. Dos horas y media de metraje que por momentos pueden parecer demasiadas debido a algunas escenas innecesarias, pero que se esfuman como un barco navegando a toda vela, dejándonos pidiendo más y deseando comenzar el abordaje de la tercera parte.

‘El cofre del hombre muerto’ puede resultar abrumadora y excesiva, pero es que ese parece ser el objetivo: aprovechar los aciertos de la original en una cinta de mayores dimensiones. Y es que Gore Verbinski sabe conducir la nave en esas aguas y, acompañado por una tripulación de grandes intérpretes, logra una estupenda y entretenida película de aventuras. Y, aunque no iguala lo que supuso 'La maldición de la Perla Negra', es una secuela perfectamente satisfactoria.

Lo mejor: de nuevo, el Capitán Jack Sparrow
Lo peor: que algunas escenas aporten muy poco a la trama y alarguen en exceso la película
Nota: 7

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

lunes, 22 de mayo de 2017

Crítica: 'Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra' (2003), de Gore Verbinski


Este viernes llegará a los cines españoles, por fin, la quinta entrega de una de las sagas más relevantes y exitosas, si no de toda la historia del cine, sí de lo que llevamos de siglo. 'Piratas del Caribe' vuelve, casi catorce años después del estreno de la primera parte. Aprovechamos la ocasión para echarnos a la mar y repasar las cuatro aventuras que hasta ahora ha protagonizado el capitán Jack Sparrow. Y comenzamos por esa sorpresa que fue 'La maldición de la Perla Negra'.

La historia, ambientada en el Mar Caribe en el siglo XVIII, muestra los intentos de Jack Sparrow por recuperar la Perla Negra, el barco que había capitaneado hasta el amotinamiento de sus tripulantes, mientras el herrero Will Turner hará todo lo posible para rescatar a Elizabeth Swan, secuestrada por la tripulación maldita de la Perla Negra, lo que llevará a ambos a unir fuerzas. En realidad todo es mucho más complicado, pues la película está estructurada en torno a continuos cambios de lealtades, amistades y bandos, impredecibles giros de guion y constantes sorpresas y trucos. 

Y aunque todo esto disminuye la profundidad, coherencia y lógica en la trama, permite una gran agilidad y un ritmo frenéticos que la convierten en una cinta entretenida como pocas. Gracias a la combinación de humor, acción, aventuras y romance en torno a una historia fantástica de piratas y fantasmas, con un reparto de lujo y un presupuesto de 140 millones de dólares, logró un éxito casi irrepetible que superó con creces cualquier expectativa. Con el respaldo de Disney, el público se enamoró de la vida pirata como nunca antes.

Pero más allá del blockbuster, hay que reconocer el buen hacer de los equipos de maquillaje, vestuario o efectos especiales, que alcanzan un realismo y una espectacularidad muy llamativos. Y también hay que destacar el trabajo de los actores, sobre todo, por supuesto, el de un Johnny Depp que confirmó su condición de estrella en uno de sus papeles más emblemáticos. El excéntrico y carismático capitán Jack Sparrow permitió a Depp un derroche interpretativo exagerado y trabajado, que se une además a la larga lista de personajes peculiares a los que ha dado vida el magnífico y polémico actor estadounidense.


Todo lo anterior generó un suculento botín a la cinta dirigida por Gore Verbinski, que consiguió cinco nominaciones a los Oscar, otra en los Globos de Oro y cinco más en los BAFTA, donde se llevó el Premio al mejor maquillaje. También el Sindicato de Actores entregó el galardón a Johnny Depp como Mejor actor. Y por encima de los premios y del reconocimiento de buena parte de la crítica, destaca el éxito del público y el hecho de haber pasado a formar parte de la cultura popular. El personaje de Jack Sparrow es de los más trascendentes del cine, la música de Hans Zimmer sigue poniendo fondo a momentos épicos y las aventuras marinas no se comprenden ya sin esta película.

Y es que 'La maldición de la Perla Negra' cambió la concepción del blockbuster y el cine de entretenimiento para siempre. Sin mayores pretensiones, porque no hacen falta, esta primera parte de 'Piratas del Caribe' surca los mares ofreciendo diversión y entretenimiento sin límites. Solo queda descorchar el ron y disfrutarla.

Lo mejor: Jack Sparrow, posiblemente el mejor pirata que hayáis conocido
Lo peor: la falta de coherencia o de profundidad en algunos aspectos de la historia
Nota: 8

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

lunes, 15 de mayo de 2017

Crítica: 'Sahara' (2017), de Pierre Coré


Es posible el cine siga perteneciendo a las salas. Aun así, resulta complicado justificar la decisión del Festival de Cannes de no permitir en próximas ediciones películas que no vayan a ser estrenadas en salas francesas –decisión derivada de las protestas de los exhibidores galos por la presencia de dos producciones de Netflix en la sección oficial del certamen–. No solo porque las plataformas digitales son el futuro y el presente del cine y la televisión, sino porque gracias a ellas están viendo la luz muchas producciones que, de seguir vigente únicamente el modelo tradicional, no habrían tenido cabida.

Un ejemplo de ello puede ser 'Sahara', una película animada estrenada hace poco gracias a Netflix y que rompe una barrera en el cine. Es una barrera totalmente irrelevante en realidad, pero resulta curioso que un animal tan denostado en la cultura popular como la serpiente protagonice una película ambientada en un entorno tan poco glamouroso como el desierto. No es que las serpientes o el desierto merezcan justicia por su escaso o negativo tratamiento en el pasado, pero el hecho de que un largometraje de animación pueda tener estos protagonistas y este entorno da una muestra de la apertura y de la novedad que plataformas como Netflix aportan al séptimo arte.

No pretendo con esto realizar una defensa encendida de Netflix o plataformas similares, pues el tema es bastante más complejo y cargado de matices, pero creo que resulta apropiado para introducir la premisa de 'Sahara'.

Y es que su concepción es seguramente lo más interesante de esta cinta. Ajar (con la voz de Omar Sy en la versión orginal) es una serpiente que no encaja entre los de su especie, habitantes en el duro desierto del Sahara. Por eso él y su amigo Pitt, un escorpión, intentarán adentrarse en el oasis, dominio de otra población de serpientes, mucho más elitistas y acomodadas. Allí, nuestro protagonista se enamorará de Eva –magnífica elección del nombre, por cierto–, que será capturada por un encantador de serpientes. Ajar deberá entonces recorrer todo el desierto para liberarla.


De no tratarse de serpientes del desierto estaríamos hablando de una cinta más, con una trama y una narración que ya hemos visto en muchas ocasiones: un héroe que no encaja entre los suyos, algunos secundarios estereotipados, una princesa secuestrada, un romance imposible... La más manida narración clásica de las historias infantiles, aunque en lugar de caballos o leones, con serpientes.

La animación, sin ser Pixar, resulta colorista y atractiva, prestando atención a los detalles. También consigue sacarnos alguna sonrisa en varios momentos. Y por encima de esto, cabe destacar la música, con ritmos ágiles y exóticos, en números que tienden que combinar animación y sonido de forma notable y vistosa.

En el otro lado de la balanza, y como ya hemos mencionado, la excesiva falta de riesgos narrativos que corre la película más allá de su concepción inicial. Al mismo tiempo, ayudado por el hecho de estar orientada claramente hacia el público infantil, adolece de una excesiva simplicidad. Nunca conseguimos conectar del todo con unos personajes demasiado planos y algo faltos de carisma.

Mas con todos esos fallos, es de agradecer el valor de la película de explorar nuevos territorios. 'Sahara' no pasará a la historia, no batirá records y tampoco marcará una pauta para el cine del futuro, pero sirve para ilustrar cómo, en una época en la que los grandes estudios están más centrados en producir secuelas, precuelas y spin-offs de productos enlatados, las plataformas digitales están ayudando a mantener la originalidad y a abrir nuevos caminos al hacer cine. Y eso, en lugar de frenado, debería ser incentivado.

Lo mejor: la novedad de estar protagonizada por una serpiente en el desierto
Lo peor: su excesiva simplicidad y falta de novedad en la narración
Nota: 7


(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

sábado, 13 de mayo de 2017

Mitten in Deutschland: NSU. El docudrama alemán que hace frente a una realidad menos mediática


Occidente vive desde hace unos años un ascenso muy notable de fuerzas políticas de extrema derecha y con marcados tintes racistas. Y en parte, esta tendencia se explica gracias a los atentados terroristas de inspiración islamista perpetrados en diversos países tanto dentro como fuera de Europa. Este es el contexto en el que aparece en marzo de 2016 la miniserie Mitten in Deutschland: NSU, emitida y producida por Das Erste, el canal público alemán, y compuesta por tres películas para televisión. Cada una de ellas está centrada en un grupo de protagonistas y narrada con estéticas y géneros diferentes, lo que, unido a unas interpretaciones bastante cuidadas, dota al proyecto de singularidad y atractivo.

Basada en hechos reales y con cierto ánimo documental, se centra en el grupo terrorista de extrema derecha NSU (Nazionalsozialistischer Untergrund), que durante la primera década del siglo XXI llevó a cabo, entre otras acciones, una serie de asesinatos de trabajadores inmigrantes en Alemania. Los sucesos sacudieron Alemania durante años, reflejando cómo el nazismo seguía presente en un país que durante tanto tiempo ha buscado reconciliarse con un pasado que todavía le persigue.

Por eso resulta tan necesaria esta serie. No solo por sacar a la luz la existencia de grupos neonazis que, aunque lamentable y muy preocupante, no deja de ser minoritaria, sino, sobre todo, porque consigue capturar la presencia latente de actitudes xenófobas y discriminatorias en la sociedad alemana. Este aspecto, a mi parecer el más relevante y actual, es el que se destaca en el segundo de los tres telefilmes que componen Mitten in Deutschland. Pero vayamos por partes:

El primero, Die Täter – Heute ist nicht alle Tage, está centrado en los criminales. Con una vocación y estética más propias del documental, bucea en las causas que llevaron a jóvenes desencantados a unirse a grupos radicales tras la Caída del Muro de Berlín. Dirigido por Christian Schwochow, narra la formación del NSU y describe la escena neonazi en una ciudad del centro de Alemania. Este episodio destaca por saber capturar esa sensación de desorientación de los jóvenes, con saltos temporales no siempre definidos, y por intentar comprender los motivos. En este sentido resulta llamativo cómo la protagonista, Beate, mira en varias ocasiones directamente a la cámara, incomodando al espectador, como si le preguntara “¿tú qué habrías hecho?”

La segunda parte, Die Opfer – Vergesst mich nicht, toma el punto de vista de Semiya Şimşek, hija del primer asesinado y autora de un libro en el que se inspira parcialmente el guion de este telefilme. Con esto, Züli Aladağ pretende personificar e ilustrar el sufrimiento de las familias de todas las víctimas del NSU, que no se quedaba en el lamento tras el asesinato. Y es que el dolor de quienes perdían a un familiar o amigo, iba más allá debido a las investigaciones por parte de la policía, obcecada en buscar culpables entre la propia comunidad turca y, como en el caso de Enver Şimşek, acusando a la víctima de haber traficado con droga. A eso se une la islamofobia que se vivió en muchos países tras los ataques del 11-S, y de los que los alemanes de origen turco también fueron objeto, o el tratamiento que las muertes recibían en la prensa alemana, que hablaba de “los asesinatos de los kebaps”. La narración en primera persona y un tono mucho más dramático hacen que este episodio sea el más trágico y complejo de los tres.


El tercer y último capítulo, Die Ermittler – Nur für den Dienstgebrauch, se adentra en la investigación policial y la búsqueda de los terroristas desde el nacimiento de la organización. Es quizás el menos interesante de los tres, al tratarse básicamente de una película policíaca como tantas otras que se producen en Alemania y Austria. A través de una narración basada en el flashback, consigue retratar los enfrentamientos entre distintos cuerpos policiales, con distintos intereses y con errores que ocultar, pero tanto en profundidad como en el aspecto interpretativo se queda por debajo de las dos primeras partes.

Volvemos ahora a Die Opfer, que es el que permite una reflexión más intensa y actual. Las actitudes racistas que muestra la policía ilustran la existencia de una cierta discriminación institucionalizada en la sociedad alemana. La investigación inicial, orientada a descubrir un crimen de honor o una red de tráfico de drogas, da una imagen de la visión que gran parte de los ciudadanos germanos tienen tanto de sus compatriotas de origen extranjero como de los inmigrantes recién llegados.

Y esto, que sucedía a principios de siglo, es lo mismo que ocurre, quizás aun con más intensidad, en la Alemania actual. No solo por el ascenso de un partido xenófobo y ultranacionalista como Alternativa por Alemania, sino por la visión negativa que muchos alemanes tienen hacia el colectivo turco, el más criticado por ser el más numeroso, pero que no deja de ser una representación de todos los inmigrantes o ciudadanos de origen extranjero.

Por eso es tan necesaria una serie como Mitten in Deutschland. Que puede caer en clichés, que en ocasiones intenta guiar de forma demasiado obvia al espectador y que cuenta con algunas escenas innecesarias o que rompen con la tónica de cada capítulo, pero que supone un intento muy interesante de abordar unos hechos y una realidad –la violencia neonazi y la discriminación normalizada– eclipsados por otros de mayores dimensiones –el terrorismo yihadista y el ascenso de los partidos de extrema derecha–, aunque igualmente presentes y con los que guardan una estrecha relación.

(Publicado en Culturamas)

martes, 2 de mayo de 2017

Egal wie. Filmkritik von 'Die Fälscher'


Bereits Viktor Frankl schrieb, dass es für einen KZ-Gefangenen vor allem um eines ging: zu überleben, egal wie. In Die Fälscher zeigt uns Stefan Ruzowitzky eine Option. Die Fälscher, die Kapos und die restlichen Gefangenen, aber auch die Soldaten, machen nur, was sie tun müssen, um noch einen weiteren Tag zu leben. Kaum einer hatte diese (un)gewisse Sicherheit zu überleben. 

Die Fälscher basiert auf einer wahren Geschichte von Leuten, die diese Möglichkeit hatten. Verantwortlich für das Überleben dieser Menschen war ein Verbrecher, der zum Held wurde. Es ist spannend zu sehen, wie ein unergründlicher Karl Markovics versucht Geld zu fälschen. Aber ist es ok diesen Nervenkitzel in einem Film über den Holocaust zu finden? Selbstverständlich ist dies kein gewöhnlicher Film über ein Thema, das schon oft im Kino behandelt wurde; er fokussiert auf eine wahre und kuriose Geschichte, aber er macht dies nicht manieristisch, sondern mit einer undeutlichen Linie zwischen Gut und Böse. Damit lernen wir nicht zu verurteilen. So eröffnete er einen Weg, dem kürzlich auch andere Filme, wie Saul fia (László Nemes, 2015), gefolgt sind.

Diese Neuheiten, sein Unterhaltungspotential und die enthaltenen Reflexionen, sind gute Gründe um den Oscar zu rechtfertigen. Dennoch –vielleicht ist das jedoch die einzige Option um den Film nicht zu dramatisch zu machen– vermisst man eine stärkere Entwicklung der Geschichte und eine Tiefe in den Charakteren. Charaktere, die, egal wie, trotzdem Ja zum Leben sagen.