lunes, 8 de junio de 2020

[Series] 'Home Ground' (2ª Temporada): El fútbol que queremos

La segunda temporada de ‘Home Ground’, disponible en Filmin, continúa la historia de la primera entrenadora de un equipo de fútbol masculino en la máxima división noruega, mostrando qué es lo importante en el fútbol y que aún falta un trecho muy largo para lograr la igualdad y la no discriminación en el deporte rey


Futbolistas estadio NRK

Faltan cuatro días para que regrese La Liga. En el lejano mes de agosto, cuando también faltaban cuatro días para el comienzo de un campeonato que se ha tenido que interrumpir por ese virus del que usted me habla, Filmin estrenaba ‘Home Ground’, una serie noruega centrada en la historia ficticia de la primera mujer que conseguía entrenar un equipo de fútbol masculino de primera división noruega. No hace falta recalcar que la situación es muy diferente a la de aquel agosto, pero si en la review de la primera temporada de ‘Home Ground’ comenzábamos señalando el punto de inflexión en el que se encontraba el fútbol femenino, esta situación nos ha mostrado que el fútbol es, ante todo, negocio y que la igualdad está todavía lejos: se ha desplazado la Eurocopa femenina debido al aplazamiento de la masculina (impensable al revés) y la Liga Iberdrola, la primera división femenina, no se reanudará, cuando hasta en Tercera División masculina va a retomarse la competición de alguna forma.

El optimismo de finales de verano parece un espejismo, y si ahora nos adentramos en la segunda temporada de ‘Home Ground’ no es, como ocurría entonces, por ser más cercana a la realidad que nunca, sino porque nos damos cuenta de que la igualdad en el fútbol es tan ficticia como en la serie y porque todavía nos falta un larguísimo camino por recorrer para que la realidad alcance a esta maravillosa ficción.

De hecho, tras haber profundizado en la primera temporada en la importancia de una mujer entrenando un equipo de la máxima categoría, esta temporada presta atención a la homosexualidad en el mundo del fútbol, quizás una de las barreras más incomprensibles que le quedan por derribar a este deporte y que lo sitúan en la cola de la sociedad en ese aspecto. Todo esto se retrata de una forma que solo parece posible en una sociedad como la noruega, que, no por casualidad, es uno de los países de referencia en fútbol femenino.

Pero esta defensa de la igualdad, central en la trama, no sería nada sin la capacidad de la serie de transmitir la pasión, los valores y la esencia del fútbol que ya convertían a la primera temporada de ‘Heimebane’, su título original, en una obra imprescindible. En esta segunda entrega –estrenada en Noruega en febrero de 2019–, tras haber logrado la permanencia en la Eliteserien, el Varg se enfrenta a su segunda temporada en la máxima categoría con escasos recursos económicos, y teniendo que buscar el apoyo de algún patrocinador que les permita acceder a los recursos necesarios para lograr su objetivo de clasificarse para jugar en Europa.

Como sucede en la realidad, el negocio y los millones acaban imponiéndose, pero la serie consigue reflejar algo que también es inseparable del deporte: la épica, las gestas impensables, los valores de un equipo, la rivalidad con los vecinos, los ídolos locales… Esta segunda temporada, con sus ocho capítulos, reflexiona en mayor medida sobre la importancia de mantener la esencia de un club por encima del éxito que proporciona el dinero para fichar nuevos jugadores y disputar grandes títulos.

Contención en la victoria y en la derrota


Y, sin embargo, esa defensa del fútbol modesto y con valores no es inocente ni idealizada, sino que se aborda con toda su complejidad. También así se reflejan los temas sociales ­­–desde el feminismo a la homofobia, pasando por el aborto o el divorcio–, de manera honesta e imperfecta, sin personajes completamente justos ni buenos, pero sin maldades absolutas. Solo personas que en ocasiones aciertan y en ocasiones se equivocan.

John Carew y Ane Dahl Trop

Esos personajes, con varias caras nuevas con respecto a la primera temporada, están diseñados con acierto, y su arco dramático –tanto el de los que continúan el proceso de la primera como el de aquellas que se incorporan en esta segunda entrega– muestra una evolución muy medida y justificada. Dada la multiplicidad de temas que se tratan, hay figuras secundarias que aparecen definidas solo con trazos, pero manteniendo igualmente una gran riqueza y profundidad, en gran medida gracias al gran trabajo de casting y de interpretación de la mayoría de actores y actrices.

La serie destaca también por una fotografía de gran belleza, tanto la asociada al fútbol como la que explota los paisajes noruegos. En ese aspecto, para el espectador menos familiarizado con el país nórdico, hay un punto de “exotismo”, no solo en el componente visual o en la forma de vivir el futbol, sino también en la narración y la aproximación a unos personajes que parecen distantes y con los que no siempre es sencilla la identificación.

Ese punto de distanciamiento se une a la autenticidad y la contención de muchas producciones nórdicas. Así, la épica del deporte se mantiene, pero sin exageración ni dramatismo, relativizando tanto lo bueno como lo malo, y añadiendo capas al análisis futbolístico y social. De esta forma, ‘Home Ground’ logra demostrar que, como reza la célebre cita, el fútbol es lo más importante de las cosas menos importantes.

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos

sábado, 23 de mayo de 2020

[Series] Review ‘El incendio’. El buen hacer de la intriga británica

David Tennant protagoniza una miniserie tensa y opresiva sobre la muerte de una familia en un incendio en una pequeña localidad escocesa 


El incendio - Portada

Es una de las cimas de la ficción audiovisual británica: la (mini)serie de intriga ambientada en una pequeña población. ‘Broadchurch’ es quizás la referencia más clara, pero en fechas recientes hemos tenido ejemplos claros y de gran calidad, como ‘Back to Life’ o ‘The Accident’, ofrecidas por Filmin en España, que ha encontrado en ellas un filón con trabajos sencillos, de calidad y, en general, con respuestas notables por parte del público. En esta línea, el pasado 19 de mayo se estrenaba ‘El incendio’ (‘Deadwater Fell’), una miniserie de cuatro capítulos que comparte con ‘Broadchurch’ no solo la temática y el estilo, sino también producción y protagonismo para David Tennant.

No es necesario destacar que David Tennant es una de las figuras más relevantes en la televisión británica en los últimos años, pues, además de ‘Broadchurch’, dio vida al ‘Doctor Who’ durante varios años y ha estado presente en producciones como ‘Good Omens’, 'Jessica Jones' o ‘Criminal’. Aquí da vida a Tom, padre de tres niñas que fallecen, junto a su esposa y madre de las pequeñas, en el incendio de su casa, al que él sobrevive. Tras la conmoción inicial, se descubre que el incendio no fue accidental y que hay algo que no cuadra en medio de la tragedia

Esta historia se narra desde la perspectiva de una pareja de amigos de la familia, incorporando nuevas capas y profundizando no solo en el diseño de los personajes, sino también en las relaciones entre ellos. Así, las cuatro principales son figuras complejas, con secretos y oscuridades, y con motivaciones y sentimientos, a menudo, difíciles de desentrañar. Conviene destacar el gran trabajo de interpretación, no solo de Tennant, sino también del resto de protagonistas, destacando a Cush Jumbo, que da vida al personaje más presente y el catalizador con el que el espectador se puede identificar en mayor medida. 

La narración como elemento opresivo 


Particularmente meritoria es la capacidad, tanto de los intérpretes como de la creadora, Daisy Coulam, y de la directora, Lynsey Miller, para transmitir una constante sensación de opresión: opresión de cada personaje sobre sí mismo, de las parejas en cada casa y del pueblo sobre sus miembros. Este aspecto, presente en esas miniseries que indicábamos al principio, resulta de gran interés, pues el pequeño tamaño de esta agradable población escocesa acerca a las personas y estrecha sus lazos, lo que impide la independencia de la investigación policial y obliga a los protagonistas a recuperar sus (traumáticas) relaciones y conflictos pasados.

David Tennant y Cush Jumbo

Se recurre para ello al flashback, con abundante montaje paralelo, en el que no siempre es sencillo establecer el orden de los eventos, lo que incrementa la tensión. Una tensión perfectamente dosificada, que juega con la intriga y el suspense, aunque sin excederse. Resulta adictiva, pero nunca es excesiva, pues la serie resulta compleja en lo que respecta a riqueza de matices, no a dificultad. Un acierto, ya que una mayor atención al desarrollo de la trama y al componente de intriga restaría peso al desarrollo emocional y a la fuerza de la narración. 

Quizás es cierto que la historia central y el misterio, despojados de estos elementos, resultan pobres, mas ahí reside la capacidad de la buena ficción audiovisual de sobrecoger con una base sencilla. Ahí es precisamente donde las miniseries británicas suelen relucir. ‘El incendio’ lo consigue. Y no será la última.

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

domingo, 22 de marzo de 2020

[Documental] Crítica: ‘Ciberguerra en las Elecciones Estadounidenses’. La puerta trasera para la manipulación electoral

HBO estrena el documental ‘Kill Chain: The Cyber War on America’s Elections’, que destapa las vulnerabilidades del sistema de voto electrónico en las elecciones estadounidenses, aunque con una argumentación floja e insuficiente


Ciberguerra Portada

Al analizar ‘Posverdad: La desinformación y el coste de las fake news’ hablábamos del fenómeno de las noticias falsas como una amenaza para las Elecciones Presidenciales de Estados Unidos que deben celebrarse este año. Esas campañas de desinformación son, en realidad, una forma de guerra asimétrica y de terror cibernético cuyo objetivo no es necesariamente convencer de una mentira, sino que suele ser suficiente con introducir duda y caos en un sistema. La guerra cibernética es muy amplia, desde el robo de información hasta el hackeo de recursos e instalaciones críticas, y constituye una amenaza de la que ningún país está libre. Y menos el país más poderoso e intervencionista en el exterior del mundo: Estados Unidos.

‘Kill Chain’, que llega a HBO España el próximo 27 de marzo, es un documental bastante preocupante sobre la falibilidad y vulnerabilidad del sistema de votación existente en Estados Unidos, en el que cada estado tiene capacidad de decidir el sistema y en el que en gran parte de los centros de votación utilizan máquinas electrónicas, sin papeletas que puedas ser verificadas antes un hackeo o fallo de unas máquinas obsoletas y más expuestas a ello de lo que las autoridades estadounidenses quieren admitir. Cuenta con la participación de hackers y expertos en ciberseguridad, con Harri Hursti a la cabeza, que demuestran en repetidas ocasiones algo que ya habían demostrado en 2006, en el documental ‘Hacking Democracy’: que el sistema de voto electrónico estadounidense es menos seguro de lo que sus responsables defienden. 

Si lo que se cuenta en el documental es cierto, la amenaza es inmensa y la situación es inquietante. Por supuesto, no hay motivos para dudarlo; ahora bien, salvo para los mayores expertos, el documental no permite comprobarlo, pues realiza una aproximación muy poco didáctica y de difícil acceso para el ciudadano medio, que puede creerse estos argumentos como puede creerse los contrarios, ya que resultan, en su mayoría, inalcanzables.

Un abordaje insuficiente


Al mismo tiempo, y a pesar de la gravedad de lo que se muestra, no parece suficiente, pues es repetir lo mismo una y otra vez: esta máquina se puede hackear; esta máquina da errores; esta máquina ya la hackeé en 2006. El cúmulo de errores y problemas a los que se alude es inmenso, pero no deja de ser un mismo problema en diferentes estados y con diferentes máquinas. Se echa en falta una aproximación más completa del problema, abordando quién, cuándo, cómo y por qué. Que las máquinas son hackeables e inseguras puede demostrarse en diez minutos, dejando los ochenta restantes para abordar otras derivadas de la situación, sobre todo si el título ambiciona “la guerra cibernética contra las elecciones americanas”.


Harri Hursti

La otra limitación de la obra es la de no dar voz a la otra vertiente, la de quienes defienden la seguridad del sistema. Es cierto que el documental busca la denuncia, pero la matización de las acusaciones a través de la inclusión de opiniones enfrentadas le hubiera añadido riqueza y, probablemente, mayor capacidad persuasiva. Lo mismo hubiera ocurrido con un repaso más global de la situación, observando errores y aciertos de otros sistemas. Así, la apresurada conclusión de que la solución es utilizar papeletas que garanticen la revisión en caso de duda, error o ataque informático, aunque a priori acertada, no tiene la suficiente justificación.  

Un documental que pretende destapar una amenaza tan importante, con acusaciones de tal gravedad y con unas ambiciones tan elevadas no puede abordar el problema desde una sola perspectiva, con un número tan reducido de voces y con un foco tan limitado del problema. Es encomiable y muy necesario el objetivo, lo que falla es el proceso para lograrlo; es una lástima, pues, con mejores argumentos, esta obra tendría que sacudir el proceso electoral en el que se encuentra la todavía nación más poderosa del planeta. 

Lo mejor: la urgencia e importancia del tema
Lo peor: la insuficiencia de los argumentos
Nota: 5,5/10

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

jueves, 19 de marzo de 2020

[Documental] Crítica: ‘Posverdad: La desinformación y el coste de las fake news’. La política estadounidense y las noticias falsas

Aunque atractivo, el documental ‘Posverdad: La desinformación y el coste de las fake news’, que HBO estrena el día 20, se aproxima a este fenómeno de manera incompleta y con una visión excesivamente centrada en la política estadounidense


Portada Posverdad

La situación tan extraordinaria en la que nos encontramos está dejando la política en un segundo plano. Las primarias demócratas en Estados Unidos también se están viendo afectadas, siendo aplazadas en algunos estados y extremando las precauciones en los que se han celebrado. Aun así, el proceso lleva en marcha un tiempo y, además del coronavirus, hay una amenaza, algo más subyacente pero igualmente preocupante, cuya sombra alcanza las anteriores Elecciones Presidenciales de Estados Unidos en la que ganó Donald Trump. Las noticias falsas.

El documental que estrena HBO el día 20, dirigido por Andrew Rossi, aborda este problema desde una perspectiva exclusivamente política y estadounidense, intentando comprender las consecuencias que este fenómeno tiene sobre los ciudadanos de a pie. Es un punto de vista interesante y no demasiado común; sin embargo, al obviar un análisis sociológico, tecnológico y comunicativo, impide una mayor comprensión del fenómeno. Se centra en un puñado de casos en los que la desinformación y las noticias falsas tuvieron efectos importantes en la vida de las personas, destacando el Pizzagate, un caso en el que un hombre armado irrumpió en una pizzería al creerse bulos sobre casos de pedofilia que afectaban a la candidata demócrata, Hillary Clinton, y a otras figuras públicas, como el millonario George Soros.

Estos casos y el rol que la desinformación tuvo en ellos, son retratados de manera ilustrativa y completa, mas no dejan de ser casos aislados, que nunca se interconectan y de los que no se extraen lecturas más amplias, por lo que no se profundiza en cómo el fenómeno actual se diferencia de las campañas de desinformación que se han seguido con fines políticos y propagandísticos a lo largo de la historia. En realidad, parte de la tesis de esta obra parece ser que las noticias falsas son solamente una herramienta política y que el buen periodismo puede solucionarlo, lo cual es cierto en parte, pero, una vez más, obvia parte de las dimensiones del problema y libera de responsabilidad a los ciudadanos, retratados aquí solamente como víctimas.

Only in America


Por supuesto, optar por unos casos concretos es necesario para poder comprimir un fenómeno tan amplio en un largometraje de 90 minutos; y poner el foco sobre la política estadounidense, uno de los campos más afectados por las noticias falsas, tampoco es un error. Sí lo es seguir hablando de las noticias falsas como si Rusia fuera la inventora y única responsable y como si el fenómeno no tuviera relevancia en otras esferas y países –la crisis del coronavirus es un buen ejemplo de que esto no es un fenómeno exclusivo de Trump y los rusos–. Y es que para comprender las consecuencias de esta problemática sobre las personas es necesario comprenderla con mayor amplitud, diferenciando noticias falsas de desinformación –algo que hacen algunos de los entrevistados, pero que en ningún momento se explica–, situando el problema en el actual contexto de posverdad –que está en el título, pero que es referido en muy pocas ocasiones y sin clarificar en qué consiste y por qué es tan relevante– y recurriendo a algunos aspectos sociológicos, tecnológicos y comunicativos esenciales para comprender la dimensión alcanzada por este fenómeno en la actualidad.

Pizzagate fake news

En realidad, se podría haber hecho, pues la obra cuenta con el testimonio de periodistas, expertos y académicos de gran prestigio, si bien desaprovechando a algunos de ellos, que apenas aparecen unos segundos en pantalla. El problema, por lo tanto, es de concepto; no es que la narración o el contenido sean incorrectos, sino que se opta por mostrar una imagen incompleta, aunque más atractiva para un volumen más amplio de espectadores. Y es que es innegable el interés de la obra, entretenida y con contenido y reflexiones de gran validez. Podría –y debería– haber ampliado el foco, ganando riqueza y resultando más ilustrativa, mas de esta forma logra un trabajo más cercano al potencial y con mayor capacidad de remover alguna conciencia. 

Lo mejor: la perspectiva humana del problema
Lo peor: la falta de análisis del fenómeno en su totalidad
Nota: 6

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

viernes, 7 de febrero de 2020

[Series] ‘Cara a cara’. la narración como fortaleza

Filmin estrena el 11 de febrero ‘Cara a cara’, una miniserie danesa con una estructura llamativa sobre un policía que investiga el supuesto suicidio de su hija


Ulrich Thomsen Cara a cara

Un policía investigando, fuera de los canales oficiales y con métodos violentos e ilegales, la muerte, aparentemente un suicidio, de una joven. Nada particular en una serie noir. Tampoco se aleja de los cánones del género el hecho de que la fallecida sea la propia hija del policía, ni que, a medida que se van conociendo, los secretos generen cada vez más incógnitas. La línea argumental tampoco es especialmente original: el policía va encontrándose con potenciales sospechosos o con personas relacionadas con su hija, que le van desvelando una vertiente de ella totalmente desconocida. Y aunque todos los involucrados parecen tener coartadas y el suicidio siempre se mantiene como hipótesis más probable, continuamente se observan cabos sueltos, inconsistencias y mentiras.

La miniserie danesa ‘Cara a cara’, que en su título tampoco resulta llamativa, es, en esencia, un nordic noir más. No obstante, hay aspectos narrativos y formales que convierten a esta serie que se estrena en Filmin el próximo 11 de febrero en un trabajo de notable atractivo. Destaca, sobre todo, la estructura de la serie, de ocho capítulos de 25 minutos, en cada uno de los cuales el protagonista se enfrenta –cara a cara– con uno de los posibles involucrados. Así, sin una rigurosidad estricta que podría hacerle caer en la artificialidad, cada episodio tiene un antagonista y un escenario diferentes, pero con una estructura muy semejante, lineal y sin saltos temporales. Las historias se encadenan, cada una conduce a la siguiente, y la intensidad y la fuerza van aumentando a medida que avanzamos.

Estructura para una historia convencional


La factura es, en general, de calidad, con interpretaciones muy solventes de algunos de los principales nombres de la televisión y el cine daneses: Ulrich Thomsen, David Dencik, Nikolaj Lie Kaas o Trine Dyrholm. Con esto, la miniserie es más que correcta, pero la historia resulta convencional y sin excesiva profundidad ni capacidad de sorpresa. Esa falta de profundidad hace que numerosos flecos y detalles queden sin explicación, además de dejar un final bastante abierto. No obstante, es cierto que esta decisión permite establecer un filtro más potente sobre el conocimiento que tiene el espectador, siempre limitado por los impulsos del protagonista, e incorporando además elementos de duda muy poderosos. De esta forma se transmite de manera acertada ese conocimiento incompleto de quien sigue una teoría improbable, alguien expuesto al engaño y una cantidad de información abrumadora y, a menudo, contradictoria. Es posible que queden múltiples elementos y decisiones sin justificar, pero la apuesta es valiente.


Nikolaj Lie Kaas Cara a cara

Más allá de estos aspectos, tanto los más atractivos como los menos, son la estructura y la narración las que convierten a ‘Cara a cara’ en una obra de interés. No abandona los patrones del género, no ofrece sorpresas ni tensión como otras obras semejantes, tampoco hay un importante análisis social subyacente… Pero hay suficientes elementos que, sin ofrecer una ruptura absoluta, sí que aportan el aliciente suficiente para que una historia negra correcta, aunque convencional, gane fuerza y ofrezca un conjunto más rico que la suma de sus partes gracias a una narración inteligente y novedosa.

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

domingo, 29 de diciembre de 2019

[Series] Review: 'Bauhaus, una nueva era'. Recuerdos para retratar a una escuela rompedora

‘Bauhaus, una nueva era’ se estrenó el 23 de diciembre en Filmin para seguir rememorando el centenario del nacimiento de la Bauhaus, una escuela y movimiento de gran relevancia e influencia


Portada Bauhaus, die neue Zeit

Estamos ya enfilando los últimos días de 2019 y, de todas las efemérides que se han conmemorado este año, seguramente la primera que se nos viene a la cabeza cuando miramos hacia atrás no sea el centenario de la Bauhaus. Sin embargo, la serie que vamos a analizar aquí no es el único producto audiovisual estrenado este año para rememorar el nacimiento de una de las escuelas de arte más relevantes de la Historia. Hace algunos meses hablábamos de ‘Lotte am Bauhaus’, una producción de la televisión alemana que llegaba a España de la mano de Filmin. Dirigida por Lars Kraume y estrenada el pasado 23 de diciembre en la misma plataforma, la serie que hoy nos ocupa, ‘Bauhaus, una nueva era’, es un magnífico complemento. 

En realidad, más allá de cuestiones formales y de las indudables diferencias que se dan entre un largometraje y una serie de seis capítulos, el espíritu de ambas obras es cercano: una intención didáctica que busca transmitir la vocación rompedora de la escuela en un periodo convulso, poniendo en el centro de la trama –probablemente para intentar compensar y denunciar la falta de igualdad en la progresista y revolucionaria Bauhaus– a una figura femenina inspirada en personajes reales. Si en la película de la ARD la figura en la que se basaba la protagonista era Alma Siedhoff-Buscher –Lotte Brendel en la ficción–, en esta serie es Dörte Helm, interpretada por Anna Maria Mühe

A pesar de los méritos artísticos de esta pintora y diseñadora gráfica, la serie pone el foco en su relación con Walter Gropius, fundador y director de la Bauhaus al que da vida August Diehl. De hecho, la serie se estructura en torno a la narración y los recuerdos del propio Gropius, ya anciano, a una periodista en su residencia en Estados Unidos varias décadas después. Es cierto que esto limita el retrato de la escuela y del contexto social, artístico, cultural y político que la rodeaba, pero permite que la narración de los hechos desde la perspectiva de Gropius, recordando cosas diferentes a las que describe a la periodista, juegue con la verdad y la mentira, sin dejar claro cuál fue exactamente la relación entre los dos personajes principales. Por otro lado, la relación –intuimos que violenta– de la periodista con su marido queda también abierta, si bien es cierto que su inclusión no parece estar del todo justificada. El gran peso que tiene el romance de Gropius y Helm también impide en gran medida que la serie se centre en otros aspectos, por lo que no consigue capturar con fidelidad el Zeitgeist de la época de la República de Weimar; se muestra la convulsión política, la lucha de clases, el ascenso del nazismo o el surgimiento de la modernidad tras la Gran Guerra, pero no profundiza ni se adentra suficientemente en ello

Una excusa para describir una escuela 


Sin embargo, la historia de Dörte Helm, presente en aquel trascendental 1919, permite conocer la evolución y los desafíos de la Bauhaus en sus inicios, así como a sus principales protagonistas, incluyendo al propio Gropius, Johannes Itten, Gunta Stölzl o László Moholy-Nagy. Se trata, como ocurría con ‘Lotte am Bauhaus’, de una narración muy pedagógica, que busca justificar continuamente su estructura, intentando con ello transmitir la filosofía y los elementos diferenciales de la Bauhaus. De hecho, y regresando a la comparación con ‘Lotte am Bauhaus’, la mayor duración de la miniserie permite un mayor detenimiento en algunos personajes y momentos clave de la Bauhaus durante sus primeros años de vida, mientras estuvo situada en Weimar, antes de verse obligada a trasladarse por el ascenso del nazismo.

Fotograma 'Bauhaus, una nueva era'

Un elemento muy destacado y atractivo, que sirve como leitmotiv de los seis capítulos de 45 minutos de duración, y como complemento explicativo de lo que simbolizaba la Bauhaus, es la música, casi siempre diegética, proveniente de las fiestas celebradas en la escuela. Una escuela que cambió el arte, el diseño y la arquitectura para siempre, que ejemplificó el espíritu de una época y un país, –la Alemania de Weimar– y que conviene seguir recordando en este año que hemos celebrado el centenario de su nacimiento.

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

jueves, 28 de noviembre de 2019

[Series] 'The Accident': la fortaleza frente a la tragedia

‘The Accident’, mejor estreno en la historia de Filmin, relata la tragedia de los habitantes de un deprimido pueblo galés tras un accidente en el que mueren ocho niños y un adulto



the accident leona

Ha sido el mejor estreno en la historia de Filmin. La miniserie con más visionados durante su primer día. Aunque en parte haya que explicar esto gracias al crecimiento de Filmin (debido, entre otras causas, a promociones como la del Black Friday, a su presencia mediática como garantes de un modelo diferente, a su apuesta por una producción europea y clásica o a su pago de impuestos en España sin trucos fiscales), es evidente que el elemento clave es la calidad y el atractivo de la serie. No sé hasta qué punto ‘The Accident’ tiene el atractivo comercial que le garantice ese honor de estreno más visto de la plataforma, pero desde luego sí tiene la calidad y la capacidad de atrapar al espectador que la inicia.

Es cierto que la carta de presentación de ‘The Accident’ es muy llamativa: serie más vista del año en Channel 4, del creador de ‘The Virtues’ y con las protagonistas de ‘Happy Valley’ y ‘Borgen’. Sin embargo, no creo que esto haga justicia a una obra que va mucho más allá, y cuyo verdadero nivel solo se descubre a través de sus cuatro capítulos. Cuatro capítulos de 50 minutos que saben a muy poco, la historia hubiera dado para más y hay elementos en los que se echa de menos más detalle y detenimiento.

Pero esta estructura, en cualquier caso, es muy acertada para relatar una historia sobre un accidente en un edificio en construcción que acaba con la vida de ocho niños y un hombre en una pequeña localidad galesa. Los cuatro capítulos van distanciándose del accidente que tiene lugar en el primer episodio, mostrando los efectos más directos unos días después en el segundo, profundizando en las secuelas y la construcción del caso unas semanas más tarde en el tercero, y centrándose en el juicio a los responsables varios meses después en el cuarto.

El cuidado de los personajes 


Esta organización de la narración permite que la evolución y el análisis interior de los personajes se muestre de forma extraordinaria. Los tres más relevantes, la joven Leona, su padre, Iwan y su madre, Polly –con una genial Sarah Lancashire–, ofrecen una lección magistral de construcción de unos personajes muy complejos, reflejando el patetismo del padre, la fortaleza de la madre y la evolución de la niña.

sarah lancashire the accident

Más allá de estos tres personajes, de los más ricos y redondos que he visto en mucho tiempo, hay un gran elenco en el que fijarse. En realidad, todo el pueblo, como comunidad que busca recuperarse de la tragedia, ejerce como una figura más, ilustrando el drama a nivel colectivo y profundizando, gracias a ese retrato coral, en las particularidades individuales. Este análisis se adereza con la visualización de las regiones periféricas del Reino Unido y de una cierta lucha de clases, algo que, aunque presente de forma transversal en una gran cantidad de obras de distintos lugares, se suele mostrar de manera muy directa en la producción británica –pienso, como ejemplos muy distantes, en ‘Peaky Blinders’ o en cualquier obra de Ken Loach–.

Todo este retrato ambiental y de los personajes se impone al drama judicial, a las consecuencias del juicio y al reparto de culpas, que pierden relevancia y se convierten en una excusa. El accidente que articula la miniserie escrita por Jack Thorne es, en definitiva, un argumento para contar una historia mucho más importante, la de la resiliencia y la entereza de unos personajes tan reales como los que habitan las regiones más deprimidas y olvidadas de nuestros paraísos primermundistas.

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

martes, 19 de noviembre de 2019

[Series] 'The Sleepers'. autenticidad checa para ilustrar el fin de la Guerra Fría

‘The Sleepers’, estrenada en HBO España el 17 de noviembre, coincidiendo con el trigésimo aniversario de la Revolución de Terciopelo en Praga, ofrece una compleja historia de espías con un sello muy personal y verosímil


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Hace menos de dos semanas se conmemoraba el trigésimo aniversario de uno de los eventos históricos más determinantes del siglo XX, la caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989. Unos días más tarde, consecuencia inevitable de aquello, comenzaba la Revolución de Terciopelo, que pondría fin al régimen comunista en Checoslovaquia. Y justo treinta años después del día más determinante de esta revolución, el 17 de noviembre, se ha estrenado en HBO ‘The Sleepers’, una miniserie checa de seis capítulos ambientada en los meses y eventos que cambiaron la Historia de Europa, del mundo y, sobre todo, de países como Checoeslovaquia, que más tarde daría lugar a las actuales República Checa y Eslovaquia. 

La tristeza que se transmite en muchos momentos, la presencia de la música clásica –sobre todo de algún violín lacónico–, el marcado tono pesimista y el uso de una iluminación y colorimetría apagadas son comunes en gran parte de la producción de los países europeos del antiguo bloque comunista, lo que demuestra la influencia que su pasado todavía ejerce en la obra audiovisual de estas naciones. Sin embargo, en esta historia centrada en la Guerra Fría y el cambio de régimen, esa estética y esas sensaciones son especialmente útiles, pues permiten transmitir de manera fidedigna el espíritu que se vivía en la Praga de finales de 1989, con un modelo comunista que se agotaba sin remedio y una libertad y prosperidad que no llegaban.

Desde luego, esta miniserie no hubiera resultado tan verosímil, ni en su estética ni en su ritmo, si se hubiera realizado en otro país, pues son esas peculiaridades de la producción audiovisual de República Checa –extensible, tal vez, a otras filmografías europeas del antiguo bloque comunista– las que le permiten esa autenticidad al aproximarse al tema que articula la trama. Así, de la misma forma que criticábamos hace tiempo la unificación que Netflix había impuesto sobre ‘Criminal’, privándola de la riqueza de sus variaciones nacionales, en este caso hay que alabar la valentía de HBO, produciendo una obra de clara vocación nacional, que, aunque quizás resulte más difícil de seguir para otros públicos, ofrece un valor añadido y diferenciador que debe ser reconocido. 

Historia de espías en el final de la Guerra Fría


En este sentido, también es de agradecer encontrarnos con un trabajo centrado en la Guerra Fría que se aleja de las clásicas historias de espías ambientadas en Estados Unidos o en la Unión Soviética, que apuesta por conocer qué ocurrió con los espías y con los fieles y traidores de ambos bandos una vez que el Telón de Acero hubo desaparecido y, sobre todo, que no se posiciona, dejando claros los abusos cometidos por representantes de ambos bloques y la complejidad que residía tras cada decisión y tras cada traición. De esta forma, ‘The Sleepers’ se va convirtiendo, a medida que avanza, en una historia más y más enmarañada, combinando pistas falsas y verdaderas para el espectador, jugando con el montaje, y añadiendo intriga y tensión.

the sleepers Tatiana Pauhofová

La historia central es la de la mujer de un conocido disidente que, tras regresar a Praga poco antes de la Revolución de Terciopelo, es atropellada por un coche cuando caminaba junto a su marido, que desaparece. La búsqueda que emprenden ella, la Embajada Británica en Praga y los servicios secretos checoeslovacos se van entrelazando, dibujando un juego de alianzas que parecen ir cambiando y que no son fáciles de desentrañar. La narración ofrece numerosos giros y, aunque los capítulos son largos y lentos, están cargados de información y sucesos; es cierto que no es una serie ágil, pero nada de lo que se cuenta es prescindible.

Por último, los nada disimulados movimientos de la cámara, el cuidado y realismo de los decorados, las visiones aéreas de Praga y la inclusión de referencias sutiles e inteligentes a la actualidad son argumentos que añaden valor, complejidad y personalidad a ‘The Sleepers’. Y es precisamente en esa complejidad y personalidad donde reside el mayor atractivo de la obra, aunque también su mayor impedimento para alcanzar a públicos más amplios.

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

domingo, 3 de noviembre de 2019

[Series] 'Un espía entre nosotros': Guerra Fría entre pompa y circunstancia

El 29 de octubre se estrenó en Filmin la miniserie británica ‘Un espía entre nosotros’, en la que Stephen Poliakoff aborda una historia de la Guerra Fría en el Reino Unido


fotograma un espía entre nosotros

La Guerra Fría, con su tensión y amenaza constante, con el riesgo de la aniquilación más absoluta, con su extensa duración a lo largo de décadas y con sus efectos en la geopolítica y la organización del mundo hasta el presente, ofrece uno de los telones de fondo más comunes para la ficción en el cine y la televisión. Estamos acostumbrados –y abrumados por ella– a la perspectiva estadounidense, aunque también abundan las historias ambientadas en la Unión Soviética o en aquellos países en los que se separaban el Este y el Oeste, sobre todo en Alemania y, en especial, en Berlín, materialización más evidente del telón de acero. Sin embargo, no son tan comunes las historias de aquellos países que, alineados con una de las dos potencias, vivían la amenaza de una forma más latente, aunque con los servicios secretos igualmente en constante ebullición.

‘Un espía entre nosotros’ (con el título algo más novedoso de ‘Summer of Rockets’ en la versión original) relata precisamente una historia sobre la Guerra Fría en el Reino Unido, uno de los aliados más poderosos de Estados Unidos, todavía poseedor de un vasto imperio colonial y con el MI5 y el MI6 como servicios de inteligencia de referencia. Este país, en el que la pompa y la tradición chocan con la carrera tecnológica y armamentística de la época, ofrece un entorno menos habitual pero muy interesante para este tipo de historias.
La trama se centra en la figura de un inventor judío de origen ruso que acabará viéndose envuelto en una red de conspiraciones y espionaje. Lo más destacado de esta miniserie de seis capítulos que acaba de llegar a España de la mano de Filmin es que esta historia principal está acompañada por varias líneas argumentales secundarias de gran relevancia. Entre ellas, sobresalen el racismo, la ruptura con la tradición de las hijas de la aristocracia de ser presentadas ante la Reina, la supervivencia de un niño con mucha imaginación en un internado o la búsqueda de un hijo desaparecido. Estas tramas, aunque le restan atractivo a la historia principal, que a veces funciona más como excusa que como elemento central, le añaden una notable riqueza a la narración. 


¿Quién es el espía? 



Es cierto que le cuesta arrancar y que la mayoría de las historias avanzan con lentitud, pero desde el comienzo se percibe que hay más de lo que se ve a simple vista y que la narración no da pasos en falso. Además, existe una tensión casi constante que a mitad de la miniserie ha atrapado al espectador, en parte también gracias a la falta de conocimiento sobre el fondo de cada personaje, no sabiendo de quién fiarse ni qué creer, y dudando siempre sobre quiénes son los “buenos” y cuáles son las motivaciones de cada uno.


un espía entre nosotros timothy spall


Esto no es extraño en las obras de Stephen Poliakoff, que refuerza esta cierta confusión con diálogos y situaciones que tienden a la artificialidad, la exageración o la falta de justificación. Se logra, con todo esto, esa sensación de inseguridad y desorientación que refleja con fidelidad lo que se vivía en los peores años de la Guerra Fría, si bien es cierto que es difícil determinar si es esa la verdadera intención del director y guionista británico o si simplemente le sale así.

En realidad, esto me impide decidir hasta qué punto me gusta la serie. Desde el primer momento es evidente todo su potencial y la fuerza de lo que cuenta, y es incuestionable que las interpretaciones son cuidadas –con Timothy Spall o Keele Hawes como nombres más destacados– y tanto los escenarios como el vestuario gozan de una gran belleza. Pero creo no haber comprendido el porqué de parte de lo que sucede y eso le resta un atractivo que, de otra forma, podría haber convertido a ‘Un espía entre nosotros’ en una obra memorable.


(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

jueves, 10 de octubre de 2019

[Series] 'Modern Love' (2019): Amor en los tiempos de Mr. Wonderful

‘Modern Love’, que se estrena el 18 de octubre en Amazon Prime, ofrece ocho historias ligeras y con un gran elenco de intérpretes sobre el amor en las sociedades occidentales actuales 


anne hathaway modern love

De una forma o de otra, no importa que nos tachen de cursis, debemos admitir que el amor mueve el mundo. Sea amor a tu pareja, a tu familia, al prójimo o, a menudo, amor al dinero, siempre está ahí. El sentimiento es universal y atemporal, pero sí que evoluciona su expresión, su significado y su interpretación. ‘Modern Love’ parece aspirar, al menos en su concepción, a ser el tratado definitivo sobre cómo entender el amor en la actualidad. Por suerte, esa concepción se abandona y, en su lugar, ofrece ocho historias sencillas y mucho más intimistas que, si bien no realizan un retrato novedoso o rompedor del amor contemporáneo, sí que se acercan de una forma entretenida a la esencia de cómo vivimos el amor ahora que estamos a punto de empezar la tercera década del siglo XXI.

Se trata de una serie antológica compuesta por ocho episodios de unos treinta minutos con el amor como elemento central, pero entendiendo este amor de forma amplia, sin el reduccionismo ni la gravedad del amor romántico. De hecho, aunque es verdad que las relaciones de pareja más o menos convencionales son predominantes, hay abundantes reflexiones sobre un amor que va mucho más allá de ellas. El amor a uno mismo, el amor paterno o materno-filial o la amistad –quizá una de las formas más puras de amor– están presentes de forma subyacente y más protagonista de lo que se percibe a primera vista. 

Está la historia del portero de un edificio, que se convierte en el mejor apoyo de una madre soltera y su hija. La del creador de una aplicación de ligue que retoma su primer amor gracias a una periodista. La de una mujer a la que su bipolaridad impide relaciones de amistad o de pareja duraderas. La de una pareja que acude a terapia para poder salvar un matrimonio anodino y gastado por la rutina. La de una chica con la necesidad patológica de gustar, que acompaña, durante una noche de hospital, al chico que acaba de conocer. La de una joven que ve en un compañero de trabajo mucho mayor una figura paterna. La de una chica embarazada acogida por una pareja de homosexuales. La de una pareja de ancianos que comienza su relación ya en el final de la vida. 

Son historias desiguales, algunas muy bonitas –como la primera–, otras con muchísimo cine –la tercera– y otras más convencionales –la cuarta–. Cada una de ellas tiene una estética y una narración propias, si bien es cierto que todas comparten unos rasgos comunes, como son la de tener a Nueva York como escenario o ese ambiente hípster y excesivamente positivo que sirve de elemento cohesionador. 

Retrato de la sociedad contemporánea


También comparten el predominio de la sencillez y la contención, con un marcado buenrollismo y optimismo, cercano al cargante estilo de Mr. Wonderful. Quizá sea esta otra señal más de ese espíritu hípster que recorre toda la serie, y que se hace patente en aspectos que van desde los entornos laborales que se observan hasta el vestuario, pasando por las viviendas de los protagonistas y la propia imagen que se ofrece de la ciudad. Incluso los títulos de cada entrega, propuestas originales y muy descriptivas, se aproximan a ese estilo desenfadado, distante e ‘intensito’ de la posmordenidad. Más allá de que nos atraiga o no, hay que reconocer la gran capacidad de mímesis que se consigue con este contexto social y esta filosofía de vida de las sociedades occidentales.

modern love poster

Además, ‘Modern Love’ aborda algunos de los fenómenos que afectan con mayor intensidad a estas sociedades modernas, como las enfermedades mentales o la maternidad en solitario. No obstante, la manera de afrontarlos es un tanto superficial, pues se busca evitar los excesos o los dramas más impactantes, por lo que casi cualquier tema que se toca queda más esbozado que analizado en detalle, recurriendo siempre a finales felices e historias ligeras. 

Cuenta, para ello, con un reparto de excepción: Anne Hathaway, Dev Patel, Andy García, Julia Garner, Andrew Scott, Tina Fey, Catherine Keener, John Slattery o Sofia Boutella, entre otros. Son uno de los grandes atractivos de una serie suave, sin estridencias y que, sin destacar para bien ni para mal, sí que realiza un retrato bastante acertado, por intrascendente, de la modernidad.


(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)