David Tennant protagoniza una miniserie tensa y opresiva sobre la muerte de una familia en un incendio en una pequeña localidad escocesa
No es necesario destacar que David Tennant es una de las figuras más relevantes en la televisión británica en los últimos años, pues, además de ‘Broadchurch’, dio vida al ‘Doctor Who’ durante varios años y ha estado presente en producciones como ‘Good Omens’, 'Jessica Jones' o ‘Criminal’. Aquí da vida a Tom, padre de tres niñas que fallecen, junto a su esposa y madre de las pequeñas, en el incendio de su casa, al que él sobrevive. Tras la conmoción inicial, se descubre que el incendio no fue accidental y que hay algo que no cuadra en medio de la tragedia.
Esta historia se narra desde la perspectiva de una pareja de amigos de la familia, incorporando nuevas capas y profundizando no solo en el diseño de los personajes, sino también en las relaciones entre ellos. Así, las cuatro principales son figuras complejas, con secretos y oscuridades, y con motivaciones y sentimientos, a menudo, difíciles de desentrañar. Conviene destacar el gran trabajo de interpretación, no solo de Tennant, sino también del resto de protagonistas, destacando a Cush Jumbo, que da vida al personaje más presente y el catalizador con el que el espectador se puede identificar en mayor medida.
La narración como elemento opresivo
Particularmente meritoria es la capacidad, tanto de los intérpretes como de la creadora, Daisy Coulam, y de la directora, Lynsey Miller, para transmitir una constante sensación de opresión: opresión de cada personaje sobre sí mismo, de las parejas en cada casa y del pueblo sobre sus miembros. Este aspecto, presente en esas miniseries que indicábamos al principio, resulta de gran interés, pues el pequeño tamaño de esta agradable población escocesa acerca a las personas y estrecha sus lazos, lo que impide la independencia de la investigación policial y obliga a los protagonistas a recuperar sus (traumáticas) relaciones y conflictos pasados.
Se recurre para ello al flashback, con abundante montaje paralelo, en el que no siempre es sencillo establecer el orden de los eventos, lo que incrementa la tensión. Una tensión perfectamente dosificada, que juega con la intriga y el suspense, aunque sin excederse. Resulta adictiva, pero nunca es excesiva, pues la serie resulta compleja en lo que respecta a riqueza de matices, no a dificultad. Un acierto, ya que una mayor atención al desarrollo de la trama y al componente de intriga restaría peso al desarrollo emocional y a la fuerza de la narración.
Quizás es cierto que la historia central y el misterio, despojados de estos elementos, resultan pobres, mas ahí reside la capacidad de la buena ficción audiovisual de sobrecoger con una base sencilla. Ahí es precisamente donde las miniseries británicas suelen relucir. ‘El incendio’ lo consigue. Y no será la última.
(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)
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