lunes, 27 de febrero de 2017

Análisis de la 89° Edición de los Oscars - Que cinco minutos no eclipsen cuatro horas


Nadie duda que el error al anunciar el premio a la Mejor película eclipsó cualquier otro galardón o instante de la 89° edición de los Oscar, pero dejemos de lado ese sorprendente final para analizar qué más nos deparó la ceremonia, que para algo hubo cuatro horas más de gala.

Cuatro horas que no se hicieron pesadas gracias a un maestro de ceremonias que supo desenvolverse bien. Aunque Jimmy Kimmel no es un magnífico monologuista, sabe ‘liarla’ y generar momentos memorables. Uno de ellos fue la visita de un grupo de sorprendidos turistas que, sin saberlo, fueron conducidos al interior del Dolby Theatre de Los Ángeles, donde se hicieron selfies con los actores de las primeras filas.



Muy comentado fue también el tuit que el presentador envió a Donald Trump, pues “preocupado” por la falta de actividad del Presidente en Twitter, decidió mandarle un “u up?” para saber si estaba despierto. Del mismo modo, habló con ironía de lo “sobrevalorada” que está Meryl Streep y de su intención de vetar a medios de comunicación con los que Trump ha tenido encontronazos. La presencia de la política estadounidense fue constante pero indirecta, sin llegar nunca a convertirse en la protagonista. 

Carga política en los premios

Tras las críticas del año pasado por la falta de diversidad racial, la Academia parece haber buscado un lavado de imagen en una velada en la que numerosos premios y nominaciones cayeron en manos no blancas. Podemos dudar si el aspecto político pesó más que las cuestiones puramente cinematográficas, pero la intención de rebelarse contra el nuevo equipo de gobierno estadounidense y contra la etiqueta de #OscarsSoWhite es innegable.

‘El viajante’, de Asghar Farhadi, fue elegida Mejor película extranjera por delante de la favorita ‘Toni Erdmann’. El director iraní había anunciado su intención de no acudir a la ceremonia por respeto a los afectados por el veto migratorio del gobierno estadounidense. El discurso de agradecimiento leído en su nombre fue uno de los instantes más reivindicativos de la noche.

Por su parte, el colectivo afroamericano estuvo notablemente representado con los premios a Mahershala Ali como Mejor actor de reparto en ‘Moonlight’, Viola Davis como Mejora ctriz de reparto por su papel en ‘Fences’, el Mejor documental que ganó la miniserie de Netflix sobre OJ Simpson y los reconocimientos a Mejor guión adaptado y Película de ‘Moonlight’.

Galardones muy repartidos

Es discutible si lo de ‘La La Land’ lo consideramos fracaso. Aspiraba a trece estatuillas -contaba con catorce nominaciones, pero dos coincidían en una misma categoría-, por lo que seis galardones, sobre todo tras perder la de Mejor película pueden saber a poco. Mas en esa media docena encontramos algunos de los principales: dirección, actriz principal, fotografía, banda sonora, canción y diseño de producción. No es una cosecha menor, aunque sí menor de lo esperada, lo que permitió que los premios se repartieran.

El equipo de ‘Moonlight’ puede estar más que satisfecho. Sus tres premios, incluyendo Mejor película, junto a guión adaptado y actor de reparto, son un magnífico resultado. También contentos estarán los responsables de ‘Manchester frente al mar’ -Mejor actor para Casey Affleck y Mejor guión original- y de ‘Hasta el último hombre’ -Mejor sonido y, por sorpresa, montaje-.


Curioso encontrar blockbusters como ‘Escuadrón Suicida’, ‘Animales fantásticos y dónde encontrarlos’ o ‘El libro de la selva’ entre las premiadas, pero en las categorías técnicas el presupuesto influye mucho. ‘El libro de la selva’, por cierto, se sumó a ‘Zootrópolis’ y ‘Piper’, que consiguieron los premios en las categorías de animación, dejando a Disney con tres galardones.

‘La llegada’ y ‘Fences’ -merecido y esperado Oscar para Viola Davis como Mejor actriz de reparto- se fueron solo con uno, mientras ‘Lion’ no se llevó ninguno. Aunque no se trate de sorpresas, es lo más cercano a “decepciones” que podemos mencionar.

También un poco decepcionados nos quedamos en España al saber que ‘Timecode’, de Juanjo Giménez, no se llevaba el premio a Mejor cortometraje de ficción, que se iba para la húngara ‘Sing’. La nota española la puso un Javier Bardem que, tras alabar el trabajo de Meryl Streep en ‘Los puentes de Madison’, presentó junto a ella uno de los premios de la noche.

El balance final se puede calificar como justo, a pesar de no producirse el esperado dominio de ‘La La Land’ y de algunos premios que, aunque puedan considerarse políticos, no son para nada inmerecidos. Todo eso en una gala bastante entretenida, que, por un garrafal error final, es ya Historia del Cine.

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

ESE momento en la 89° edición de los Oscar

Da igual todo. El análisis de la ceremonia de los Oscar 2017 pasa por un único instante. Todos sabemos al que me refiero.


‘La La Land’ partía como grandísima favorita tras batir récord de premios en los Globos de Oro y en las nominaciones de los Oscars. La gran duda de la noche parecía ser si conseguiría igualar -o incluso superar- los once galardones de ‘Ben-Hur’, ‘Titanic’ y ‘El retorno del rey’. A medida que avanzaba la gala se confirmaba que no habría tal récord, pues los premios estaban siendo muy repartidos.

Pero el final de la ceremonia parecía ser territorio de ‘La ciudad de las estrellas’. Damien Chazelle y Emma Stone confirmaban las predicciones y se convertían en Mejor director y Mejor actriz protagonista. Acumulaban seis premios y quedaba el principal, para el que también se veían favoritos.

Y sí, Warren Beatty y Faye Dunaway, veteranos del cine, salieron al escenario y anunciaron a ‘La La Land’ como Mejor película. Nadie se sorprendía. Hubo ciertas dudas al abrir el sobre, pero nadie se sorprendió al conocer a la vencedora; seguramente la edad de los actores que interpretaron a Bonnie y Clyde había empeorado su vista. 

Pero los académicos sabían que esa no era la película elegida. Tuvo que ser un realizador el que, mientras el equipo del musical dirigido por Damien Chazelle celebraba su premio sobre el escenario, saliera a comunicarles que se había producido un error. Y fue el productor de ‘La ciudad de las estrellas’, Jordan Horowitz, quien anunció que habían perdido. "No es un chiste", repetían desde el escenario. ‘Moonlight’ era la vencedora.

Y con los miembros de ambas películas sobre el escenario, Warren Beatty explicó que el sobre que le habían entregado contenía el premio de Mejor actriz protagonista para Emma Stone. Algo no cuadraba, pero en el papel ponía ‘La La Land’ y era la esperada vencedora, por lo que optaron por pronunciar su nombre.

La cuenta oficial de Twitter de la Academia de Hollywood y los medios de comunicación de todo el mundo informaron sobre el séptimo galardón de la noche para ‘La La Land’. Poco después, todos se vieron -nos vimos- obligados a rectificar en medio del estupor.

Fue el momento de la gala. Y seguramente sea uno de los momentos de la Historia de los Oscars desde que aparecieron en 1929. Nunca se había producido un error así, y menos en la categoría más destacada de todas.

Incluso si no se hubiera producido este error, la sorpresa habría sido mayúscula. La forma solo demuestra que los finales alternativos y sorprendentes no son patrimonio exclusivo del otro lado de la pantalla. En ocasiones la realidad también nos depara (bochornosas) sorpresas. Si el resultado final es satisfactorio o no y si la triunfadora de la noche es 'La La Land' o 'Moonlight' queda abierto para el debate. Y que se produzca ese debate es en sí mismo llamativo en una edición en la que 'La La Land' iba a arrasar, pero en la que un error de última hora le privó de su final feliz.

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

domingo, 26 de febrero de 2017

Review Grace and Frankie - 1° Temporada


A primera vista, lo más llamativo de la serie estrenada por Netflix en 2015 eran sus protagonistas: Jane Fonda y Martin Sheen, estrellas rutilantes, junto a Lily Tomlin y Sam Waterston, quizás de menos renombre, pero que no llevan décadas de carrera por casualidad. Y detrás del proyecto, Marta Kauffman, responsable, entre otras, de Friends. Un cartel impresionante, pero estos nombres son, probablemente, lo de menos.

Sin duda, tanto Jane Fonda como, sobre todo, la divertidísima Lily Tomlin, están extraordinarias. No es casual que sean sus personajes los que den nombre a la serie. Sobre ellas cae el peso narrativo y son ellas las únicas capaces de levantar los capítulos que flojean.

Porque los hay. 30 minutos de sitcom se antojan excesivos en algunas ocasiones. Sobre todo durante la primera mitad de la temporada, en la que parte de las tramas tienden al manierismo y sirven solo como relleno. Pero es cuestión de paciencia; la serie avanza despacito, con la calma de las personas mayores.

Poco a poco, los personajes, que habían comenzado como meros estereotipos, van ganando profundidad y, sin hacer ruido, la serie va agarrando. De hecho, los trece episodios avanzan en ordenada progresión hasta el clímax del final de la temporada.

El planteamiento resulta tan sencillo como atractivo: dos setentones, compañeros de negocios durante décadas, que dejan a sus respectivas mujeres para, tras veinte años viviéndolo en secreto, celebrar su amor ahora que por fin pueden casarse. La consecuencia, dos mujeres rotas que, a las puertas de la vejez, deberán aprender a vivir otra vez.


La normalidad con la que se trata el tema, dejando el romance homosexual en un segundo plano, pero analizando continuamente sus consecuencias, es muy bienvenida. Como también lo son las reflexiones que plantea sobre la amistad y la familia moderna.

Reflexiones que llegan sin gravedad y sin imposición, diluídas en la comedia. Porque a pesar del trasfondo que consigue remover, Grace and Frankie es, ante todo, una comedia indudablemente divertida. Y a ratos, especialmente cuando Lily Tomlin está en pantalla, muy divertida e inteligente. 

Es evidente que está lejos de la perfección, pero eso no es necesariamente una crítica. Quizá las elipsis sean por momentos un tanto caóticas y determinados aspectos interpretativos y de guión necesiten todavía una mayor definición. Pero, sin alcanzar altísimas cotas narrativas -a las que tampoco aspira-, avanza con paso más seguro que firme, sin tropiezos y sin decepciones, consiguiendo ofrecer bastante más de lo que prometía.


(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

viernes, 24 de febrero de 2017

El autocine o la renovación de un modelo de negocio

FOTO: autocinesmadrid.es

Este viernes abre sus puertas el Autocine Madrid RACE, el primer autocine permanente en la capital desde 1959. Esta apertura acentúa la tendencia actual hacia la diversificación del modelo de negocio para hacer frente a la crisis del sector de exhibición cinematográfica.

La asistencia a las salas varía en función del precio de la entrada y de la calidad del producto: a medida que baja el precio o sube la calidad, aumenta la demanda. Al no tratarse de un bien de primera necesidad, la influencia del precio, así como de la situación económica de los consumidores, es bastante elevada. Así, la mayor parte de grandes apuestas para capear el temporal ha tenido que ver con esta variable: la Fiesta del Cine, los descuentos de los miércoles, etc.

Nuevos modelos de negocio

Sin embargo, los cines han apostado por otro tipo de estrategias, que han dado lugar a iniciativas novedosas para generar un valor añadido mucho mayor al visionado de una película. Sin ese valor añadido, las múltiples alternativas y mejoras técnicas para disfrutar del cine en casa acabarían con el negocio de la exhibición.

En el nuevo autocine de Madrid, además de una forma diferente y un punto romántica de ver películas, se ofrece una experiencia gastronómica y de ocio que trasciende lo cinematográfico. Los asistentes no acudirán solo por ver la película, sino por ser partícipes de la novedad, por la posibilidad de disfrutar del cine el aire libre o por la existencia de food trucks o de un diner americano.

Algo similar han buscado ofrecer desde hace ya varios años el resto de autocines españoles. El de Gijón, por citar solo uno, dispone de un autobús abierto desde el que ver las películas de una forma diferente o de terrazas para que a las dos horas de largometraje se pueda añadir un rato más de esparcimiento en un entorno distinto.

Pero no solo los autocines han ofrecido renovación. También los cines convencionales se han renovado, proyectando películas que en ocasiones escapan los circuitos habituales de exhibición. Películas independientes, jornadas temáticas, una mayor apuesta por la versión original -con o sin subtítulos- o la reposición de filmes antiguos han acompañado a los estrenos más comerciales a los que hasta ahora acostumbraban.

Otro cines han realizado proyecciones especiales con fines educativos para centros escolares, algunos han alquilado de salas para eventos o proyecciones especiales y otros aprovechan su pantalla grande para retransmitir otros espectáculos, como ópera o teatro. También, por supuesto, la técnica ha permitido la aparición de salas que aprovechan las últimas novedades sonoras o visuales.

Algunos cines incluso han comenzado a ofrecer cine a la carta; se crea un evento a través de Internet para proyectar una determinada película y solo tendrá lugar si se alcanza un cupo mínimo de espectadores interesados.

Pero la inventiva va más allá del contenido de la pantalla. A imitación del teatro, algunas compañías ofrecen ya desde hace años precios distintos dependiendo de la ubicación de la butaca en la sala o de su comocidad. También la variedad gastronómica ha aumentado, y ya son muchos los cines que han ampliado su menú fuera de las clásicas palomitas.

También han surgido iniciativas más humildes que han buscado mantener abiertos los cines o determinadas salas a través de cooperativas. Muchos cines han logrado salvarse del cierre gracias a espectadores comprometidos, pasando casi de ser un negocio a un bien cultural.

La renovación está dando sus frutos

Muchas de estas innovaciones reflejan una mayor cercanía a los intereses de los grandes aficionados al cine, que cuentan con nuevas opciones para disfrutar de una película. Pero también, dada su versatilidad, consiguen llegar a un público que hasta ahora no tenía incentivos para acudir a una sala de cine.

La originalidad de todas estas ideas está detrás de la supervivencia de muchas de las salas que, con el modelo de estrenos+palomitas, ya habrían cerrrado. Y también se ha visto reflejado en el repunte en la venta de entradas en estos últimos años. Obviamente, el precio, la mejora de la situación neconómica y el atractivo de las películas también han influído. Sin embargo, más allá de las cifras globales, la renovación del modelo de negocio de los cines es ya imparable. Y de momento, ni el IVA, ni la piratería, ni Netflix podrán acabar con el cine.

(Publicado en Mundiario)

lunes, 20 de febrero de 2017

67° edición de la Berlinale - Palmarés

La del 2017 no ha sido la mejor edición de la Berlinale. Un palmarés discutido, falta de estrellas y cierta mediocridad en las películas. Pero hay que ver lo positivo y podemos encontrarlo en el producto español; no solo por la cantidad, sino también por la elección de ‘Estiu 1993’ como mejor ópera prima.
FOTO: Tobias Schwarz

La sensible historia infantil y autobiográfica de la directora catalana Carla Simón recibió además, exaequo con la cinta coreana ‘Becoming Who I Was’, el gran premio especial del jurado en la sección Generation Kplus.

El Oso de Oro, por su parte, fue para la película húngara ‘On Body and Soul’. La historia de amor entre una autista y un discapacitado ha sido la elegida por el jurado que presidía Paul Verhoeven como la mejor de esta 67ª edición de la Berlinale. Los Osos de Plata individuales fueron para el director finlandés Aki Kaurismäki por ‘The Other Side of Hope’, para Georg Friedrich como mejor actor por ‘Bright Nights’ y para Kim Minhee como mejor actriz por ‘On the Beach at Night Alone’. El galardón al mejor guión lo recibió la chilena ‘Una mujer fantástica’, que también fue reconocida con los premios Teddy y la Mención Especial del Jurado Ecumenico, mientras ‘Ana, mon amour’ fue elegida como la cinta con mejor montaje.

El Gran Premio del Jurado fue para ‘Felicité’, un filme franco-senegalés sobre una mujer indomable. De las galardonadas fue, probablemente, la que mayor conciencia social aportaba. En un certamen como el de Berlín, que suele (o que, para muchos, debería) caracterizarse por la carga política y reivindicativa de las películas, este año parece haberse echado de menos más compromiso.

Sin unanimidad en casi ningún premio y sin estrenos que podamos considerar verdaderamente sobresalientes, esta edición de la Berlinale deja mucho espacio para el debate. Quizá eso sea una buena noticia en vista de lo que parece que tendrá lugar dentro de una semana en los Oscar. 
FOTO: Berlinale

El palmarés completo de la Berlinale 2017

Sección Oficial

- Oso de Oro a la mejor película: ‘On Body and Soul’ (Teströl és lélekröl), de Ildiko Enyedi (Hungría). 

- Oso de Plata - Gran Premio del Jurado: ‘Felicité’, de Alain Gomis (Francia, Senegal, Bélgica, Alemania) 

- Oso de Plata - Premio Alfred Bauer: ‘Spoor’ (Pokot), de Agnieszka Holland (Polonia) 

- Oso de Plata a la dirección: Akis Kaurismäki, por ‘The Other Side of Hope’ (Toivon tuolla puolen) (Finlandia) 

- Oso de Plata a la mejor actriz: Kim Minhee, por ‘On the Beach at Night Alone’ (Bamui Haebyun-Eoseo Honja) (Corea) 

- Oso de Plata al mejor actor: Georg Friedrich, por ‘Bright Nights’ (Helle Nächte) (Alemania) 

- Premio a la mejor ópera prima: ‘Verano 1993’ (Estiu 1993), de Carla Simón (España) 

- Oso de Plata al mejor guión: ‘Una mujer fantástica’, de Sebastián Lelio (Chile, España, Alemania, Estados Unidos) 

- Oso de Plata a la mejor aportación artística: ‘Ana, mon amour’, de Calin Peter Netzer (Rumanía) 

- Oso de Oro al mejor cortometraje: ‘Cidade pequena’, de Diogo Costa Amarante (Portugal) 

- Oso de Plata al cortometraje: ‘Ensueño en la Pradera’, de Esteban Arrangoiz Julien (México) 

Jurados independientes

- Premio de la Crítica Internacional Fipresci, sección a competición: ‘On Body and Soul’ (Testrol és Lélekrol), de Ildiko Enyedi (Hungría) 

- Premio de la Crítica Internacional Fipresci, sección Panorama: ‘Pendular’, de Julia Murat (Brasil) 

- Premio Amnistía Internacional: ‘La libertad del diablo’, de Everardo González (México) 

- Mención Especial del Jurado Ecuménico: ‘Una mujer fantástica’, de Sebastián Lelio (Chile, España, Alemania, EEUU) 

- Premio Teddy al cine de contenido LGTBI: ‘Una mujer fantástica’, de Sebastián Lelio (Chile, España, Alemania, EEUU). 

- Gran Premio del Jurado de la sección Generation Kplus: ‘Verano 1993’ (Estiu 1993), de Carla Simón (España); exaequo con ‘Becoming Who I Was’, de Chang-Yong Moon (Corea).

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

viernes, 17 de febrero de 2017

Cine y baloncesto; cuando las cámaras entran en la cancha

Este fin de semana coinciden dos de los eventos más trascendentes de la escena baloncestística. En España, Vitoria acoge entre el jueves y el domingo la Copa del Rey, que disputan los ocho mejores clasificados de la primera vuelta de la Liga Endesa. Al otro lado del charco, la NBA celebra el All-Star Weekend, el fin de semana de las estrellas, con multitud de eventos deportivos y de espectáculo que culminarán el domingo con el Partido de las Estrellas, en el que se enfrentan los mejores jugadores de la mejor liga de baloncesto del mundo.

El baloncesto también ha levantado pasiones en el mundo del cine; algo que es fácil de comprobar viendo la afición de Spike Lee por los New York Knicks o de Jack Nicholson por los Lakers de Los Ángeles. Como es lógico, esa pasión se ha trasladado a la gran pantalla. Y como un partido de baloncesto tiene cuatro cuartos, vamos ahora a mencionar cuatro películas que giran en torno al deporte de la canasta.

1 - Los blancos no la saben meter (White Men Can’t Jump, 1992)


Esta comedia de Ron Shelton jugaba con uno de los tópicos de un deporte en el que los afroamericanos son los líderes indiscutibles. Woody Harrelson y Wesley Snipes dan vida a dos ambiciosos jugadores de baloncesto que hacen dinero enfrentándose contra quienes se atreven a retarles en partidos callejeros.

Una comedia ligera, ingeniosa y entretenida, con personajes tan patéticos como entrañables, que refleja de forma irónica los partidos de baloncesto en las canchas de los suburbios estadounidenses, con peleas, egos subidos y ropas estrafalarias. No es una obra maestra, pero garantiza el disfrute y cuenta con protagonistas carismáticos. La película tuvo un notable éxito y una repercusión que se alargó varios años. 


Hace algunas semanas se anunció un remake del filme, que dirigirá Kenya Barris y que contará con Blake Griffin, una de las estrellas blancas de la NBA.


2 - Una mala jugada (He Got Game, 1998)

Spike Lee, todo un fan del baloncesto, escribe y dirige una de las mejores películas que se hayan realizado sobre este deporte. Al frente del reparto encontramos a Denzel Washington, que da vida a un hombre cumpliendo condena por el asesinato de su mujer al que el gobernador del estado ofrece un trato para reducir su condena si consigue convencer a su hijo, una estrella del baloncesto juvenil, para que fiche por el equipo local. El hijo, por cierto, está interpretado por el dos veces campeón de la NBA Ray Allen

En realidad, el baloncesto, a pesar de su continua presencia en la cinta, es poco más que un mcguffin, una excusa, pues el tema central es la compleja relación entre un padre y su hijo. Elementos de fondo como la reconciliación, la toma de decisiones y la supervivencia en entornos conflictivos otorgan a la película profundidad y dramatismo. Esto, unido al estudio de los personajes y a la gran actuación de los dos protagonistas, dio lugar a una película muy recomendable tanto para los amantes de este deporte como para quienes no lo son tanto.

3 - Entrenador Carter 
(Coach Carter, 2005)


Es la clásica historia deportiva épica: el equipo de baloncesto de un instituto de un barrio pobre cuenta sus partidos por derrotas y el ambiente en el equipo, lleno de jugadores egoístas, es pésimo. La llegada de un nuevo entrenador consigue cambiar la dinámica por completo. Sin embargo, a pesar de la racha de victorias, el entrenador Carter decide cancelar la participación de su equipo en el torneo mientras sus jugadores no mejoren sus resultados académicos para gozar de perspectivas de futuro. 

Samuel L. Jackson da vida a Ben Carter, el protagonista de esta película basada en hechos reales, mientras entre los jugadores destaca un joven Channing Tatum. Está cargada de tópicos y es muy previsible en casi todos sus aspectos, pero guarda cierto trasfondo sobre la ética profesional, la importancia de la educación y la situación en los barrios marginales estadounidenses.

4 - Hoosiers: más que ídolos (Hoosiers, 1986)

Una de las películas deportivas más admiradas de la Historia del cine. Con dos nominaciones a los Oscar (a Dennis Hooper como Mejor actor de reparto y a la BSO), una más a los Independent Spirit Awards (a Mejor ópera prima) y varias menciones en listados del American Film Institute, es la película de ficción más galardonada de todas las que giran alrededor del baloncesto.

Inspirada parcialmente en hechos reales, narra la historia del instituto de una pequeña ciudad de Indiana que en la década de los 50 consigue el campeonato estatal de la mano de un nuevo entrenador, que arrastra un complicado pasado y que inicialmente es rechazado en el centro. Una historia de superación y épica como muchas otras que abundan en las películas de temática deportiva, pero con una tendencia a la sencillez que le otorga mayor grandeza. Notables tanto la dirección de David Anspaugh, como las interpretaciones de Gene Hackman y Dennis Hooper.

Probablemente sea la película más baloncestística de la lista y en la que el amor por el deporte juega un papel más trascendente. Resulta interesante también para descubrir la evolución del juego, pues la película se ambienta en los 50, cuando los jugadores negros no podían competir en la liga de blancos y cuando la competición era mucho menos ágil y espectacular.

Prórroga - Space Jam (1996)

No podía faltar. Es la película de baloncesto por excelencia. Protagonizada por el mejor jugador de la Historia de este deporte, Michael Jordan, combina animación con actores reales, incluyendo estrellas de la época dorada de la NBA. Esta divertida película narra cómo los Looney Tunes deben enfrentarse a un grupo de pequeños extraterrestres que les han desafiado. Si Bugs Bunny y su equipo pierden, deberán dejar la Tierra e irse a otro planeta; ante las trampas de sus rivales, solo Michael Jordan podrá evitar la derrota de los Looney Tunes.

Una película de culto para muchos y un recuerdo imborrable en la infancia de otros, debemos reconocer que es un producto comercial que buscaba aprovechar el tirón de uno de los deportistas más rentables que ha habido. Sin embargo, el desfile de jugadores de élite, el humor sencillo y entretenido, el inolvidable “I Believe I Can Fly” de su banda sonora y la siempre curiosa mezcla de animación con acción real hicieron que esta película pasara a los anales del cine. Y del baloncesto.

Para 2018 se espera una secuela dirigida por Justin Lin y que contará con el jugador llamado a suceder a Jordan, Lebron James, como gran estrella. 

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

miércoles, 15 de febrero de 2017

Día decisivo para el CETA en el Parlamento Europeo

FOTO: Europa Press
En medio de la ola proteccionista que se extiende progresivamente por los países occidentales, la Unión Europea y Canadá aspiran a dar este miércoles un paso clave para la firma del acuerdo CETA. El Acuerdo Integral sobre Economía y Comercio (CETA, por sus siglas en inglés) busca derribar hasta un 98% de las barreras al comercio y la inversión entre Canadá y la Unión Europea. Se estima que el PIB de las naciones involucradas cercerá en torno al 0,03%.

Las primeras negociaciones comenzaron en 2009 y el texto se concluyó cinco años más tarde, en agosto de 2014. Pero la firma del acuerdo solo pudo lograrse el pasado 30 de octubre, tras intensas negociaciones con la región belga de Valonia, que inicialmente se había mostrado contraria al acuerdo. Hoy tendrá lugar en el Parlamento Europeo la votación para ratificarlo.

Democristianos y liberales votarán a favor, como también hará buena parte de los europarlamentarios socialistas, entre los que existe una notable división. Los verdes, los populistas y los partidos más a la izquierda y a la derecha votarán en contra. Sería una sorpresa mayúscula que el tratado no se ratificase. De hecho, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, se dirigirá mañana a la cámara para agradecer y celebrar dicha ratificación.

El acuerdo entrará entonces en vigor y en los próximos meses comanzará a aplicarse, al menos de forma parcial. Sin embargo, el proceso amenaza con alargarse varios años.

El proceso aún será largo

Para una aplicación total del tratado, se precisa el visto bueno formal de los parlamentos nacionales de todos los estados miembros. El proceso puede durar años, pues los ministerios responsables de economía, medio ambiente o asuntos exteriores en cada país deberán revisarlo minuciosamente.

Además, en algunas naciones esa aceptación depende de más de una cámara parlamentaria, lo que no solo retrasaría la votación nacional, sino que podría llegar a impedirla. Es el caso de Bélgica, que para poder ratificar el acuerdo a nivel estatal, deberá contar con el consentimiento del parlamento valón, que ya ha amenazado con no ratificar el tratado si no se respetan sus reivindicaciones. En total, se estima que a los parlamentos nacionales de los Veintiocho, se sumen diez cámaras regionales más.

Eso no es todo. Varios grupos políticos han anunciado su intención de someter la decisión de los parlamentos a un referéndum popular. Es el caso de los partidos nacionalistas, que cuentan con bastantes opciones de hacerse fuertes en muchos de los países europeos llamados a las urnas este año o el que viene. Si los partidos contrarios al CETA llegaran al poder o lograran mayorías suficientes en sus respectivos parlamentos nacionales, algo que es probable que se produzca en países como Francia, Holanda, Alemania o Austria, la ratificación del tratado no se produciría. El CETA podría pasar años deambulando por los parlamentos europeos hasta conseguir, si lo hiciera, una entrada en vigor completa.

Protestas ciudadanas

Pero la oposición al acuerdo no está solo en las esferas políticas, sino también en la calle. En prácticamente todos los países europeos, incluída España, se han sucedido manifestaciones, algunas de considerable magnitud.

Las críticas se centran en un sistema de arbitraje entre Estados y multinacionales que inicialmente se había concebido como una institución privada. También se había cuestionado el poder que acumulaban las grandes empresas, la pérdida de puestos de trabajo locales -sobre todo en sectores como la agricultura- y la posible bajada de los estándares en materia de seguridad alimentaria y medio ambiente.

Aunque algunos de estos puntos se han intentado limar, muchos ciudadanos siguen mostrándose escépticos, sobre todo debido al secretismo en el que se llevaron a cabo las negociaciones durante la redacción del tratado. 

Estos recelos son muy similares a los que había despertado el TTIP, el tratado que la UE y Estados Unidos habían negociado. Con una oposición popular aun mayor, y tras haber sido rechazado tanto por Trump como por Hillary Clinton durante sus campañas, el acuerdo está congelado. 

De momento el CETA parece que seguirá adelante. Si finalmente consigue implantarse por completo o si acaba también fracasando tardaremos todavía años en saberlo.

(Publicado en bez.es)

lunes, 13 de febrero de 2017

Análisis del presente y el futuro de las ondas en el Día Mundial de la Radio

El 19 de octubre de 2011 la Conferencia General de la Unesco proclamó el 13 de febrero como Día Mundial de la Radio. Hoy hace 71 años desde la creación de la Radio de las Naciones Unidas. Eran los años gloriosos de los transistores, que convivían en armonía con el papel antes de la popularización de la televisión como medio de masas.

Décadas más tarde, ningún medio ha desaparecido por completo, pero el panorama mediático ha cambiado de forma radical tras la irrupción de Internet. Desde luego, la radio también se ha visto afectada por el proceso de redefinición del sistema de medios de comunicación, aunque probablemente sea el que mejor ha sabido capear el temporal.

Un medio cercano y compatible

Las últimas ediciones del Estudio General de Medios (EGM) muestran cómo el imparable ascenso de la penetración de Internet se ha traducido en marcados descensos en el resto de medios. No ha ocurrido lo mismo con la radio, que no solo se mantiene, sino que puede presumir de contar con un porcentaje de penetración cinco puntos superior al que tenía hace veinte años.

Para explicar los motivos, la doctora Yolanda Berdasco, profesora de Periodismo Radiofónico en la Universidad a Distancia de Madrid, menciona tres particularidades en el consumo de radio: “la cercanía, la inmediatez y la posibilidad de utilizarlo como un medio de comunicación y de entretenimiento mientras realizas otras actividades”.

La cercanía de la radio es innegable, especialmente gracias a los espacios de participación. La sensación de reciprocidad y la capacidad de fidelización que produce la participación de la audiencia en un programa en directo son elementos clave a la hora de comprender por qué la relación entre el oyente y su transistor es tan fuerte.

Y a esa cercanía también contribuye la inmediatez de la radio, que permite que la comunicación se produzca sin intermediarios: el oyente siente que su locutor favorito le susurra al oído cada mañana las noticias de la jornada. Por eso, la radio genera un vínculo sentimental con el oyente que otros medios no han logrado.

Con todo, el argumento de mayor peso es la compatibilidad de la radio con nuestras actividades diarias. La radio es el medio que siempre estuvo ahí. En el coche, en la peluquería, mientras hacemos las tareas del hogar, cuando nos duchamos, cuando hacemos deporte... Su presencia en nuestro día a día es muy elevada y, aunque en ocasiones no es más que un sonido de fondo, solo hace falta que se produzca un suceso de última hora o que suene una canción que nos guste para que subamos el volumen y prestemos atención.

Los retos pendientes

Pero la adaptación es imprescindible. Berdasco defiende la necesidad de “nuevos formatos, nuevas voces y nuevos ritmos que se adapten a las nuevas realidades”. Carlos Herrera reunió hoy en su programa Herrera en Cope a Iñaki Gabilondo, José María García y Luis del Olmo que, junto al propio Herrera, son, probablemente, las voces que más han marcado el periodismo radiofónico en España. Sin duda se trata de un momento histórico para este medio, mas no por lo que comienza, sino por lo que termina. Estas personalidades y su forma de hacer radio cada vez tienen menos validez y aceptación entre el público, por lo que se precisa una importante renovación.


Y esta vendrá, en gran medida, de Internet, que ha permitido que muchas personas se lanzaran a hacer radio con menores costes y procesos más sencillos. También los podcast, tanto los que producen las grandes cadenas de radio como los que se generan por grupos ajenos al medio tradicional, están aportando más competencia, diversidad de temáticas y formatos e innovación.

Asimismo, el paso de la radio analógica a la digital parece inevitable. Noruega se convirtió en enero en el primer país del mundo en apagar su señal de Frecuencia Modulada (FM), pero dadas las aparentes ventajas, es probable que otros países se le acaben uniendo tarde o temprano.

Y mientras la radio se adapta para seguir sobreviviendo, aprovechemos el día de hoy para disfrutar, aprender o convivir con un medio que, como nos recuerda la profesora Berdasco, sigue siendo el de mayor penetración en el mundo, sobre todo en las zonas más desfavorecidas.

(Publicado en Neupic)

viernes, 10 de febrero de 2017

Piloto | 'Legion' - Chapter 1


Legion se presentaba como uno de los estrenos más comentados y esperados de 2017. En una etapa audiovisual en la que los superhéroes han inundado el cine y se han colado ya inexorablemente en la televisión, una serie que prometía la renovación en el género se esperaba como agua de mayo. Además, se trataba de una serie que encontraba a Noah Hawley (creador de la multipremiada Fargo) detrás de la cámara y a Dan Stevens (Mathew en Downton Abbey) delante de ella. Con esas premisas, y habiendo sido alabada por la crítica, las expectativas estaban por las nubes.

No voy a decir que el piloto de Legion sea una decepción. De hecho, es un piloto de libro: presentación de los personajes, exposición de los antecedentes y demostración de los poderes y cualidades de nuestros superhéroes. Y precisamente por eso el veredicto sobre Legion deberá esperar a que arranque la acción.

Hasta ahora sabemos que David, cuya infancia y adolescencia acabamos de ver pasar ante nuestros ojos, es un joven que desde hace algunos años padece los síntomas de la esquizofrenia, por lo que vive recluído en una institución mental en la que, aunque muy lentamente, parece progresar. Tras la llegada de Sydney, una joven que no soporta el contacto físico con otras personas, su vida en el psiquiátrico se vuelve patas arriba. A partir de entonces, un beso, un interrogatorio policial y una serie de flashbacks nos hacen ver que no estamos ante un enfermo mental más, sino ante uno de los mutantes más poderosos que hemos visto nunca. Aunque él no lo sepa. 

Mientras lo descubre, es inevitable comparar Legion con otros productos de X-Men. El sello de un blockbuster de superhéroes es palpable. Las explosiones a cámara lenta, los saltos temporales en la narración, el gusto por el elemento visual y los trucos de cámara así lo indican. 


Pero, si las semejanzas son palpables, aun más lo son las diferencias. Legion resulta más oscura y, sobre todo, presta una mayor atención al aspecto psicológico de la esquizofrenia que, supuestamente, David sufre. En esa vertiente psicológica e introspectiva del protagonista encontramos el principal contraste: no nos preocupa tanto el superhéroe como la persona y la posibilidad de que realmente sufra problemas mentales. La acción de las cintas de Marvel está siempre en el exterior; la novedad de Legion es trasladarla al interior del protagonista.

Y eso es mérito de la construcción de Hawley, pero no lo es menos de un portentoso Stevens que verdaderamente hace que los espectadores dudemos tanto como el propio David sobre el origen y la explicación de las voces en su cabeza. Esos momentos de crisis psicótica son lo mejor de la serie, tanto visual, como narrativa e interpretativamente hablando. Solo por eso, vamos a reconocerlo, merecería la pena ver Legion.

Ahora, ¿es suficiente para satisfacer las altísimas expectativas que ha despertado? Lo veremos. Por suerte o por desgracia, el piloto no nos ha respondido esta pregunta.


(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

jueves, 9 de febrero de 2017

Crítica: 'Calvary' (2014), de John Michael McDonagh


Calificar a Brendan Gleeson como el mejor actor irlandés es muy arriesgado, sobre todo sabiendo que comparte orígenes con gigantes como Peter O’Toole, Richard Harris o Pierce Brosnan. Pero considerarle como el actor más irlandés no es tan descabellado. Y menos tras su transformación en el padre James Lavelle en Calvary. Este orondo sacerdote de una pequeña aldea marítima en el noroeste irlandés encarna los vicios y virtudes de gran parte de los habitantes del país: es amable, con buen corazón, religioso, antiguo alcohólico y, por supuesto, pelirrojo.

Este paradigmático sacerdote es el párroco de un pueblo no menos prototípico. Pero no son los idílicos clichés de El hombre tranquilo (The Quiet Man, John Ford, 1952) los que nos muestra John Michael McDonagh, sino la agridulce realidad de un país en el que solo ahora que ya es demasiado tarde se comienzan a descubrir los extendidos e impunes casos de pederastia en el seno de la Iglesia católica.

Son precisamente la culpa y el dolor que uno de estos casos ha provocado los que desencadenan Calvary. Sin rodeos, en la primera escena escuchamos a un hombre invisible confesar al padre Lavelle que de niño fue violado repetida y salvajemente por un sacerdote. Por eso, dada la sinrazón del crimen y la imposibilidad de castigo del verdadero culpable, el feligrés informa a Lavelle de que en una semana piensa asesinarlo. No por sus errores, sino precisamente por tratarse de un cura bueno.

Comienza así una cuenta atrás de domingo a domingo, un thriller calmado, en el que vamos descubriendo los distintos personajes del pueblo, candidatos a convertirse en asesino. Todos, en mayor o menor medida, son pecadores, infelices y atormentados por su pasado. Es difícil descubrir qué se esconde tras sus silencios, tras sus comportamientos estridentes, pero tampoco nos preocupa, porque la introspectiva que de verdad nos interesa es la del padre Lavelle, al que vemos dudar y debatir internamente.

A él se acerca la cámara con frecuencia, con abundantes planos cortos, que nos permiten apreciar la magistral actuación de un Brendan Gleeson contenido, dubitativo y casi inescrutable, pero capaz de inundar la pantalla con su presencia. Esa presencia es a veces marejada, como la mar que se precisa para practicar surf, pero el resto de tiempo transmite comprensión y calma.


Porque solo en esa calma podemos reflexionar sobre los temas que plantea el filme: el pecado en cualquiera de sus formas -desde el suicidio a la acumulación de riqueza, pasando por la violencia o el adulterio- el arrepentimiento, la confesión... Todos ellos, parte del proceso de expiación que impone la Iglesia a sus fieles, pero que no se aplica a sí misma al no estar dispuesta a reconocer sus errores y pagar por ellos.

Esos errores -más que errores, crímenes- de la Iglesia son lo que Calvary denuncia. Pero el espectador solo puede pensar en ellos brevemente, porque la amenaza de muerte y el discurrir de personajes le quitan protagonismo. A lo que contribuye la constante presencia de la muerte, que se tematiza una y otra vez. Y junto a ella, ese humor negro tan irlandés, que aligera temas tan complejos y dramáticos.

En ese contraste también reside parte de la esencia de la película: el humor choca con el drama, igual que los primeros planos de Gleeson lo hacen con las panorámicas del paisaje irlandés; igual que el perdón se confunde con el pecado, y la vida, con la muerte.

Lo mejor: Brendan Gleeson y los prototipos irlandeses
Lo peor: que la denuncia no sea más intensa
Nota: 7,5


(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

lunes, 6 de febrero de 2017

La Casa Blanca, en guerra contra la prensa




Las críticas de los medios de comunicación han contribuído a generar ruido y a encumbrar al fenómeno Trump


Hace más de una semana que Donald Trump tomó posesión como Presidente de Estados Unidos. Desde entonces los medios de comunicación de todo el mundo han realizado una cobertura nunca vista sobre sus medidas y declaraciones. Ya fuera por su discurso inaugural ultranacionalista, por su anuncio de que construiría el infame muro con México o por sus decretos para que Estados Unidos abandonara el tratado comercial con el Pacífico, el recién proclamado presidente ha tenido una gran visibilidad en los medios informativos estadounidenses y occidentales. Casi cada día, su foto, firmando las órdenes ejecutivas con las medidas que había prometido a sus votantes, se ha colado en las portadas de los diarios de ambos lados del Atlántico.

La mayor parte de estas aproximaciones han sido críticas, denunciando la xenofobia y el corte autoritarista de sus políticas. Encuestas, editoriales, manifestaciones, entrevistas a líderes políticos... Casi todos reflejaban rechazo hacia el presidente estadounidense.

Es difícil encontrar casos en los que la opinión pública se haya mostrado tan unánime en su crítica a un candidato. De la misma forma, es casi imposible encontrar precedentes en los que los votantes y la realidad hayan refutado tan tajantemente lo que indicaban los líderes de opinión y los medios de comunicación. Y quizás en ese interés por contradecir a la prensa resida una de las claves del triunfo de Trump.

Medios poco creíbles

Los ciudadanos perciben a los medios como elementos del establishment, alejados del ciudadano,  elitistas, sectarios y mentirosos. Según el instituto de opinión Gallup, solo un tercio de los estadounidenses dice confiar en los medios de comunicación de masas -en España ese dato alcanza el 43%, según el CIS-. En ese contexto, que Trump sea vilipendiado por los periodistas llega a resultar paradójicamente beneficioso. Y él sabe aprovecharlo, colocándose como el antagonista de los grandes medios, a los que acusa reiteradamente de mentir y de publicar “noticias falsas”.

Sus enfrentamientos directos con periodistas durante sus mítines y ruedas de prensa, en las que ha llegado a retirar la palabra o expulsar a determinados medios e incluso parece haberse burlado de la discapacidad de un reportero, no le han restado votos. Más bien al contrario, Donald Trump se siente cómodo en su enfrentamiento constante con los medios informativos. De hecho, ha llegado a afirmar que “está en guerra con la prensa” y que los periodistas están “entre los seres humanos más deshonestos de la tierra”, como hizo para acusar a la prensa de la publicación de cifras falsas sobre la asistencia a su toma de posesión, lo que ha molestado a los medios.

Trump gana la lucha en el barro

Un personaje televisivo como el magnate, que conoce el sistema mediático y que se ha curtido en mil peleas en el barro, está inmunizado contra la mala publicidad. Para él solo existe la publicidad, y esa la sabe canalizar hacia su figura, cada vez más mediatizada. En ella, la reiteración de las críticas acaba generando ruido. Por eso, acusarle de racista o totalitario, a pesar de su gravedad, ha llegado a resultar inocuo, pues entre el griterío, esos términos pierden su valor y se convierten en un insulto más.

Por eso, son los medios al hacer girar la actualidad en torno a Trump, a menudo cayendo en sus mismas trampas simplistas, los que, indirectamente, han creado al monstruo. Un monstruo que, no lo olvidemos, resulta muy beneficioso a los medios informativos. Un fenómeno tan sorpresivo y radical fascina a la audiencia, algo que los medios buscan aprovechar generando contenido sin cesar sobre sus medidas, sus polémicas y hasta sus pelos. Y esa batalla mediática, rentable para los medios, no hace sino reforzar la figura de Trump como defensor de la verdad en su lucha contra unos mass media de los que el ciudadano desconfía.

Ahora bien, la burbuja Trump pueden pincharla los propios medios que ayudaron (casi sin querer) a formarla. Pero para ello necesitan mayor seriedad en el análisis, cercanía en el estudio de las consecuencias y honestidad en la búsqueda de soluciones. Solo unos medios creíbles y responsables podrán ser los vigilantes del poder que toda democracia necesita.

(Publicado en bez.es)