Seis películas clave para entender los orígenes del cine y para agradecer el trabajo de los pioneros... tanto del séptimo arte como del blog
En Los Lunes Seriéfilos cumplimos nuestros primeros seis años. Como cada aniversario, es inevitable volver la vista atrás y recordar cómo empezó todo y qué hicieron los que nos han traído hasta donde estamos. Eso es precisamente lo que vamos a hacer aquí; rememorar los orígenes del cine con seis películas esenciales para comprender el nacimiento y la evolución del séptimo arte. No son las seis primeras, ni las seis mejores, ni las seis más importantes: son seis títulos muy representativos, pero que obedecen a criterios muy personales, pues en los aniversarios cada uno mira atrás con una perspectiva única.
Esta lista forma parte de la serie de sextetos que estamos realizando en el blog para celebrar nuestro cumpleaños y, más concretamente, para agradecer a quienes me (nos) han precedido en este proyecto, pues sin ellos, sin su meritorio trabajo previo, no estaríamos aquí. Los fallos y, sobre todo, los aciertos de los pioneros dieron forma a esta aventura. Los aciertos que se muestran a continuación dieron forma a la maravillosa aventura que es la Historia del Cine.
-‘Viaje a la luna’ (1902, Georges Méliès): una de las obras más representativas de la Historia del Cine. Aunque hoy se conciba como un cortometraje, sus casi 15 minutos suponían en su momento una de las mayores producciones realizadas con el novedoso cinematógrafo. Y si los Lumière eran los padres del invento, Méliès es, sin duda, el padre del cine, pues esta obra le convierte en pionero de la narración audiovisual y, sobre todo, de los efectos especiales. Estos efectos especiales, incluyendo figuras fantásticas, y con la luna como protagonistas en varias de sus producciones, fueron habituales en el cine de Méliès. Pero esta película en general, y la imagen de la luna con el cohete clavado en un ojo en particular, se han convertido en elementos icónicos del cine y en la obra más reconocida de los orígenes del cine.
-‘El valor del trigo’ (1909, David W. Griffith): no es la obra más destacada del estadounidense, pues ‘El nacimiento de una nación’ o ‘Intolerancia’, mucho más monumentales y relevantes, son piezas mucho más relevantes desde el punto de vista de la narración cinematográfica y mucho más influyentes en el cine posterior. Sin embargo, este cortometraje, con tres historias paralelas pero interconectadas, es clave para poder comprender sus trabajos posteriores. Se trata de una crítica a los poderosos terratenientes que controlan el mercado del trigo, hundiendo los precios para obtener un mayor beneficio, y arruinando a los agricultores y vendedores. Una obra de fuerte carga social, como muchas otras de Griffith, y una de las primeras cintas en utilizar con maestría el encuadre y la narración paralela.
-‘Nosferatu’ (1922, F. W. Murnau): la obra de Murnau, una de las máximas representantes del expresionismo alemán, es una pieza esencial para comprender todo el cine de terror que ha venido después. No solo la figura de Drácula y los vampiros son, casi siempre, herederos de Nosferatu, sino que la narrativa, la iconicidad y el simbolismo de la gran mayoría de obras de terror beben de la obra de Murnau y, en general, del expresionismo alemán. Esta corriente, amenazadora, intensa, oscura, onírica y personal, es una de las que mejor ha sabido explotar las posibilidades del séptimo arte.
-‘El baile de los esqueletos’ (1929, Walt Disney): el creador de Mickey y de la productora más importante, tanto en la actualidad como a lo largo de la historia, no podía faltar. Este cortometraje, perteneciente a la serie de las Silly Symphonies, muestra uno de los fenómenos más atractivos e identificativos del cine de Disney: el Mickey Mousing. Esto es, sincronizar el movimiento de las imágenes con el sonido. Fue una de las primeras experiencias que aprovecharon el recién incorporado sonido, explotando los dos componentes clave del cine: imagen y sonido.
-‘Sopa de ganso’ (1933, Leo McCarey): pioneros del humor, los Hermanos Marx, con Groucho a la cabeza, dejaron imágenes, escenas y diálogos para el recuerdo. Es difícil escoger una obra de ellos, pues la estructura es similar en casi todas y la historia es, a menudo, lo de menos. El ritmo, la locura, el ingenio y el humor surrealista y desternillante de los Marx son imprescindibles para comprender la screwball comedy, los Monty Python, Mr Bean y, en general, casi todo el humor que llegó tras ellos.
(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)
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