La sueca 'Amateurs' ofrece una interesante reflexión sobre la identidad de los inmigrantes y las clases sociales con una perspectiva juvenil y desenfadada
Habitualmente, y lo estamos viendo en este Atlàntida Film Fest, tratar temas como la inmigración o la pobreza suele realizarse a través de obras más bien oscuras y dramáticas. Suele ser lo más adecuado, pues abordar estas materias con ligereza puede implicar una frivolidad que desprestigie el mensaje o que le reste profundidad. Precisamente por eso, ‘Amateurs’ tiene tanto mérito, ya que logra adentrarse en una intensa reflexión sobre la inmigración y la lucha obrera en una producción cargada de vitalidad y ligereza.
Narra la historia de Dana y Aida, dos jóvenes amigas de origen inmigrante y de distintas clases sociales que deciden grabar una película sobre su localidad, la ciudad sueca de Lafors, tras una petición por parte del ayuntamiento, que busca mostrar las bondades del lugar para que un supermercado alemán se instale allí. Paralelamente, el ayuntamiento contrata a un realizador profesional que buscará, de una forma más académica y neoliberal, mostrar las bondades de Lafors.
Se plantean de esta forma dos aproximaciones, no solo hacia el rodaje que tiene lugar dentro de la trama, sino hacia la propia película de Gabriela Pichler. No se busca el preciosismo ni el dominio técnico que parece tener el cineasta profesional, sino que prevalece la autenticidad, la voz de las personas e imágenes que Dana y Aida utilizan para su proyecto. Y con ello, la forma de ser de las dos protagonistas –rebeldes, juveniles, anárquicas y cargadas de vitalidad– se transmite a toda la narración. En este proceso, la decisión del supermercado de instalarse en Lafors se convierte en una especie de mcguffin que, aunque se resuelve al final de la cinta, va perdiendo relevancia, haciendo que la trama de ‘Amateurs’ y la de la grabación de Dana y Aida sean casi intercambiables. El trabajo de la directora sueca adquiere el carácter inconformista, contestatario y rebelde del film que ruedan sus protagonistas, pero también su inocencia y vitalidad, convirtiéndose con ello en una de las obras más luminosas y positivas que se presentan en este Atlàntida Film Fest.
Una película con interesantes e inteligentes reflexiones
La aproximación ligera y vitalista de la obra no le resta un ápice de profundidad ni de inteligencia, sobre todo en los dos temas más destacados y centrales de la película: la identidad de los hijos de inmigrantes y la lucha de clases. El primer aspecto es más indirecto, pues se muestra a través de las dos jóvenes protagonistas –una de ellas, adoptada por una familia kurdo-sueca; la otra, recién llegada a Suecia con su familia–, a las que se une Musse, el personaje más relevante del film: un empleado del gobierno local, responsable de que realice la película, descendiente de una familia del sudeste asiático, y criado toda su vida en Lafors. Por su parte, en lo relativo a la lucha de clases, el desempleo y la precariedad el debate es directo y frontal: la llegada de las instalaciones de un supermercado de bajo coste y el peso que la industria del cuero tiene en Lafors propician debates de gran interés que las dos chicas presentan incluso a algunos de los habitantes de la localidad a los que entrevistan.
Algunas de estas reflexiones contienen una profundidad e inteligencia envidiables, introduciendo puntos de vista dispares y sin intentar resultar moralizante ni realizar juicios de valor. Y a pesar de resultar casi inesperado en una cinta aparentemente tan sencilla y juguetona, el análisis y las preguntas que plantea ‘Amateurs’ son lo más destacado de una obra capaz no solo de reflexionar sobre sí misma, sino de adentrarse en reflexionas y materias más complejas. Tan complejas que es necesaria una voz rebelde e inocente para poder abordarlas.
Lo mejor: sus debates sobre la identidad y las clases sociales
Lo peor: que intuye material e historia para mucho más de lo que se muestra
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