‘Kuso’, promocionada como la película más repugnante jamás rodada, llega a Filmin como un pobre intento de reflexión artística y con menos provocación de lo que cabría esperar
En este aspecto la película de Flying Lotus es provocadora, pero no tanto como ella misma piensa. De hecho, si es algo, es, en general, mala. Me atrae la intención, la posibilidad de explorar fronteras y desafiar a quien mira, como Duschamp y su Fuente, pero creo que no hay ningún tipo de crítica ni reflexión conceptual detrás. Es solo una película repugnante, que explota el morbo que pueda despertar en un sector del público y la libertad absoluta del creador de hacer algo totalmente no convencional.
Así, no hay nada en la película, más allá de 95 minutos de imágenes surrealistas que combinan animaciones con una estética que recuerda a las realizadas por Terry Gilliam para Monty Python, y acción real, con personajes cargados de póstulas y deformaciones. Todo ello, girando siempre alrededor de orificios, secreciones, vómitos, escatología, sexualidad, suciedad y obscenidad. Y con un uso del sonido que acreciente la incomodidad. Aun con esto, la obra de Flying Lotus es más aburrida que repugnante.
Así, no hay nada en la película, más allá de 95 minutos de imágenes surrealistas que combinan animaciones con una estética que recuerda a las realizadas por Terry Gilliam para Monty Python, y acción real, con personajes cargados de póstulas y deformaciones. Todo ello, girando siempre alrededor de orificios, secreciones, vómitos, escatología, sexualidad, suciedad y obscenidad. Y con un uso del sonido que acreciente la incomodidad. Aun con esto, la obra de Flying Lotus es más aburrida que repugnante.
Asquerosa reflexión sobre el arte
Esto no significa que no sea desagradable; lo es, y mucho. Pero la propia película es limitada en su intento de asquear, tanto por la utilización de animación como por la mala calidad del maquillaje y los efectos visuales. Desde luego, hay orgullo en esa búsqueda de lo cutre, pero la mala calidad de la imagen y el uso del encuadre limitan algunas de las imágenes más impactantes, restándole fuerza –algo que, por otra parte, agradezco, porque hay secuencias que producen verdadera repulsión–.
Por otro lado, sí hay un cierto debate sobre el arte, sobre qué es arte; incluso en un momento del film alguien comenta “art is garbage”, el arte es una mierda, en una clara referencia metalingüística, pero no hay en ‘Kuso’ una reflexión profunda en torno a esta o, en realidad, ninguna otra materia. De hecho, probablemente sea muy generoso considerar a esta obra como arte. Sería más adecuado considerarla un producto cultural que explora ciertos límites, pero que no lleva más allá ni el arte fílmico ni su práctica. En realidad, hay un ejemplo reciente, ‘Pieles’, de Eduardo Casanova, mucho más rica en su estudio de texturas y en su análisis de lo desagradable, y también mucho más inteligente y sensible en su planteamiento, que hace que el experimento pierda casi todo su valor y capacidad de transgresión.
‘Kuso’ existe, en definitiva, porque puede, y eso en sí mismo es una buena noticia, pero no tiene ningún fin, no aporta nada. Es bueno que exista, pero es totalmente innecesario verla.
(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)