Con unas interpretaciones inconmensurables, el telefilm de la BBC y Amazon, nominado a los próximos Emmy, adapta la tragedia de Shakespeare, manteniendo los diálogos y situando la acción en el presente
Shakespeare, a pesar de haber sido uno de los autores más adaptados al cine y la televisión en diversos formatos, supone, en parte por eso y en parte por la complejidad de su universo, un desafío inmenso cada vez que es llevado a una pantalla –o, en realidad, a cualquier tipo de escenario o soporte–. Ese desafío aumenta cuando se introducen en las adaptaciones cambios o novedades, como puede ser la ambientación de la acción en el presente manteniendo los diálogos originales, lo que genera un contraste, por lo general, bastante apreciado tanto en el teatro como en la pantalla. Eso es lo que hace esta nueva versión televisiva de la BBC y Amazon de ‘King Lear’, que no rehúye el desafío, sino que lo enfrenta, dando lugar a una meritoria y satisfactoria versión de la tragedia del dramaturgo inglés.
Es cierto que hay momentos en los que la traslación de los diálogos shakespearianos a entornos y estéticas contemporáneos resbala y ese contraste que se busca se transforma en un choque de difícil cohesión. A su vez, hay una gran teatralidad en la obra, algo que plantea una nueva dificultad por la distinción entre el lenguaje teatral y el cinematográfico/televisivo. Desde luego, ni la fotografía ni el cuidado de los decorados y los efectos especiales son el punto fuerte de esta adaptación de ‘King Lear’.
Poderosísimas y muy teatrales interpretaciones
Mas estas debilidades, que, en cualquier caso, son solo parciales o puntuales, quedan eclipsadas por el verdadero punto fuerte del telefilm. Los intérpretes alcanzan un trabajo coral único, como pocas veces he visto en una pantalla. Tienen un gran componente teatral, con una expresividad asombrosa, algo que ayuda en ese cruce de lenguajes y artes. Estamos hablando de Anthony Hopkins, Emma Thompson, Emily Watson, Florence Pugh, Jim Broadbent, Jim Carter, Tobias Menzies, John Macmillan o Andrew Scott, entre otras bestias de la interpretación.
Anthony Hopkins completa una actuación memorable, capturando la esencia del personaje, su fragilidad, su decadencia y su locura. El suyo es uno de los ejercicios interpretativos más poderosos e impresionantes que recuerdo. Por la complejidad de su papel, también Andrew Scott, que no es la primera vez que da vida a un personaje con algún desequilibrio mental, está magnífico, igual que su hermanastro en la historia, John MacMillan, con un rol mucho más contenido y logrando trasladarnos las intenciones de una figura maquiavélica y cargada de secretos. También Emma Thompson y Emily Watson están en su línea habitual, con grandes trabajos.
Lo mejor: las interpretaciones, encabezadas por Anthony Hopkins
Lo peor: una ambientación contemporánea imperfecta
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