Estos días que anteceden al estreno de ‘Infinity War’ son buenos para reflexionar sobre la evolución del cine de superhéroes. Es lo que estamos haciendo en Los Lunes Seriéfilos, de hecho. Una de las conclusiones que podemos extraer es la madurez y complejidad que han alcanzado gran parte de las películas. Aunque una gran parte del sector cinematográfico pueda despreciar estas obras como productos industriales en los que solo prima el espectáculo audiovisual y el negocio –no seré yo quien les quite toda la razón–, sí que debemos reconocer el crecimiento del género, con cintas cada vez más inteligentes, profundas y elaboradas.
La gran cantidad de trabajos con los que Marvel y DC nos han bombardeado en los últimos años ha obligado a ambas franquicias a que sus productos deban mejorar y distinguirse entre ellos. Así, junto a algunos trabajos muy decepcionantes, tenemos cintas más autoparódicas como ‘Deadpool’; con un contenido más político-social, como ‘Wonder Woman’ o ‘Black Panther’; con un mayor desarrollo de personajes y seriedad, como ‘Civil War’; o con una adecuada mezcla de ingenio y humor, como ‘Guardianes de la Galaxia’. Dentro de este último grupo podría encajar también ‘Iron Man’.
Pero esta es la crítica de su secuela, una cinta que ejemplifica ese tipo de cine de superhéroes que tantas veces se critica y que escapa de la ingenuidad e inocencia de las películas de superhéroes más tradicionales sin alcanzar la evolución que este cine ha alcanzado en fechas más recientes.
‘Iron Man 2’ carece del ingenio y carisma de la original. Intenta repetir la fórmula, aunque sin éxito, quedándose en un montón de lugares comunes hasta resultar predecible y tópica. No obstante, Robert Downey Jr. y su traje siguen teniendo algo que atrae. Y tal vez sea por su excesiva sencillez y lo poco que hace pensar, pero funciona como entretenido pasatiempo. También sus efectos visuales ayudan en este aspecto.
Sin embargo, estos efectos especiales resultan más ruidosos que impresionantes, demostrando lo mal que ha envejecido una obra del 2010. Y ese envejecimiento no se deriva únicamente del aspecto técnico. De hecho, donde más se nota que ‘Iron Man 2’ se queda atrás con respecto a sus sucesoras es en su guion, sus personajes estereotipados y vistos mil veces y su trama, demasiado básica.
Parece que eso se va acabando y que los largometrajes basados en los comics de Marvel –y, en menor medida, DC– han sabido seguir una senda más trabajada y multidisciplinar, no fiándolo todo al componente audiovisual. Y para eso también sirve ‘Iron Man 2’: para mostrar la evolución del Marvel Cinematic Universe desde entonces.
Lo mejor: que sea capaz de entretener
Lo peor: su simplicidad, predictibilidad y falta de originalidad
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