jueves, 10 de mayo de 2018

'Lemony Snicket: Una serie de catastróficas desdichas', una serie con una estética y una narración únicas

'Lemony Snicket: Una serie de catastróficas desdichas', una serie con una estética y una narración ú

La segunda temporada de la producción de Netflix se mantiene fiel a la primera temporada y, sobre todo, a su personalísimo estilo. Algo que, más allá de gustos, hay que reconocer como mérito y valentía


Tal vez ya ocurriera en la primera, pero en esta segunda temporada la figura de Lemony Snicket, no solo continúa ganando peso, sino que se convierte en la representación del conjunto de la serie. Él demuestra mejor que ningún otro personaje o elemento que la serie juega en el alambre, forzando la incomodidad y el pesimismo en la narración, pero resultando original hasta el extremo y con una capacidad única para trabajar el humor metarreferencial. 

Sigo pensando que Snicket es un cenizo y un aguafiestas: toda la emoción de una posible redención o de un final parcialmente feliz se evapora con las interrupciones de este narrador/personaje, que le restan además fluidez y ritmo. Sin embargo, a pesar de esta valoración personal, hay que reconocer que esa es precisamente su intención y que esta estrategia narrativa implica un elemento diferenciador y muy particular de la serie. Así, la producción de Netflix no solo mantiene, sino que acentúa su marcado estilo propio.

El estilo único y diferenciado de 'Una serie de catástroficas desdichas'


Estilo propio, primero, en la narración, pues a la figura de Snicket se suma esa construcción iterativa de las tramas, con los capítulos agrupados en parejas, cada una de ellas con personajes y escenarios distintos. Los altibajos son continuos, con momentos de verdadera tensión, otros de auténtica desdicha y otros cargados de un humor basado en la repetición y el ridículo de las situaciones y los personajes. La narración es, en esta segunda temporada, mucho más rica, con una mayor presencia de la trama subyacente, que actúa como hilo conductor, y que tiene a los voluntarios del VFD como protagonistas. Esa organización secreta a la que pertenecían los padres de los Baudelaire y que parece estar detrás de todo lo que les ocurre gana fuerza y dota a toda la temporada de una mayor complejidad. 

Complejidad que se traslada a los personajes, más numerosos, que adquieren un trasfondo y que comienzan una notable evolución, sobre todo Olaf, que ya no solo se formula solo como un villano ridículo y estrambótico, sino que comienza a adquirir profundidad gracias a un pasado que se intuye complejo e interesante. Para ello es esencial la interpretación de un extraordinario Neil Patrick Harris, al que acompaña un elenco de estrafalarios y patéticos personajes. En ellos encontramos otra muestra de ese estilo tan particular de ‘Una serie de catastróficas desdichas’, con sus peculiares disfraces, sus acentos, sus expresiones y comportamientos repetitivos y su casi entrañable estupidez. Algo de lo que solamente escapan los personajes infantiles, quizás los menos interesantes de la serie. 

Por último, el estilo propio se aprecia también en el componente visual, intencionalmente pobre para los efectos especiales, pero muy atractivo en el vestuario y los escenarios, siempre exagerados, decadentes y grotescos, que transmiten con más fuerza la incomodidad. También el uso de la luz y el color, tenues y apagados casi siempre, y con paletas cromáticas muy reducidas, diferentes en cada subtrama.

'Lemony Snicket: Una serie de catastróficas desdichas', una serie con una estética y una narración ú

Inteligencia y atención a los detalles


Todo esto plantea numerosos desafíos, pero los creadores encuentran siempre soluciones narrativas, la mayoría de ellas muy inteligentes. Porque precisamente esa inteligencia y capacidad de inventiva son otro sello de identidad, con una grandísima atención a los detalles y con abundantes guiños a la propia serie y a su contexto y. La mayoría de estos, provenientes de Lemony Snicket, que explota su rol de narrador omnisciente. 

Volvemos así al comienzo, porque sigo sin poder soportar al personaje de Patrick Warburton, pero creo que lamentaré su pérdida tras la tercera temporada, que ya está asegurada y que será la última. Si todo sigue como en la segunda, la exageración, la repetición, el humor, la incomodidad, el pesimismo, pero también la adicción, la inteligencia y la curiosidad volverán a ser los sellos de identidad de una serie totalmente particular.

'Lemony Snicket: Una serie de catastróficas desdichas', una serie con una estética y una narración únicas

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

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