'La venganza de los Sith', tercer episodio de la saga Star Wars juega un papel clave para el desarrollo de la trama intergaláctica, pero resulta muy floja como película independiente
No consigo descubrir en ‘La venganza de los Sith’ la redención de la que muchos críticos y fans hablaban en su momento. No creo que sea una película sensiblemente mejor que ‘La amenaza fantasma’ o ‘El ataque de los clones’; en realidad considero que esta trilogía mantiene una línea bastante constante y que la tercera parte confirma una cierta mediocridad. La diferencia que es incuestionable es la mayor relevancia de este tercer episodio, único verdaderamente imprescindible y capaz de aportar algo interesante que complemente la trilogía original.
La confirmación de la identidad del Emperador, la conversión de Anakin en Darth Vader, la creación del Imperio en detrimento de la República, el nacimiento de los hijos de Anakin y Padme, el desenlace de los Jedi… Todos ellos son eventos que anticipaban quienes conocían el desarrollo de ‘Una nueva esperanza’ y sus secuelas –aunque también muchos de los que no, pues el ‘Episodio II’ ya dejaba algunas pistas sin demasiada sutileza–, sin embargo, adquieren trascendencia porque, por fin, se conocía la forma en la que estos acontecimientos se habían producido. Y se hace, además, de una forma coherente y bastante consistente con las tramas.
Más relevante para la saga que para el cine
En línea con sus dos predecesoras, ‘La venganza de los Sith’ no tiene gran profundidad ni tensión, como tampoco tiene interpretaciones verdaderamente brillantes. Y, aunque se aprecia el poderío económico y el saber hacer de Lucas al respecto, también se nota que los efectos especiales han envejecido con rapidez –el sábado 19 de mayo se cumplían 13 años de su estreno– y que, en relación, también salen perdiendo con respecto a la revolución que se planteaba en este aspecto en la trilogía filmada entre 1977 y 1983.
Y es que vivir de las rentas y del espectáculo visual no es suficiente. Es cierto que la cinta que protagonizan Hayden Christensen, Ewan McGregor y Natalie Portman tiene algunas líneas de guion muy atractivas y que George Lucas sabe cómo dirigir este tipo de producciones, pero eso basta para 140 minutos de película, que se pueden llegar a hacer largos. Y es que, a pesar de la acción y la lucha casi constante, del montaje paralelo y de algunos momentos de gran emoción y sentimiento, la película no consigue enganchar. A lo que contribuye el hecho de conocer el desenlace, lo que elimina una gran parte de tensión a una cinta de aventuras que, en gran medida, debería vivir de ella.
Con esto, es evidente que el interés de la obra reside casi por completo en su condición de nexo entre la trilogía original y la de secuelas. Una condición extrínseca al propio film, pues sin el resto de la saga pierde casi todo su valor –algo que ocurre, en mayor o menor medida, a casi todas las obras de Star Wars–. Y eso se acentúa para alguien que nunca ha tenido una particular conexión emocional con los personajes y las aventuras ideadas por George Lucas.
Lo mejor: su capacidad de atar cabos y cerrar tramas con consistencia
Lo peor: su previsibilidad y falta de emoción
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