2016 ha sido el
año que ha consolidado el ascenso de la extrema derecha y de los populismos en
el mundo, el año de las sorpresas electorales y el año de la polarización de la
política. Ahora que llega diciembre y toca hacer balance, Austria, que presume
de eficiencia, parece querer hacer un resumen acelerado.
FOTO: REUTERS/Leonhard Foeger |
Aunque parece que
la votación volverá a decidirse por muy pocos votos, Hofer se sitúa como el
ganador más probable pues, al impulso que supuso la victoria de Donald Trump en
Estados Unidos, se une un dato que en estos momentos resulta casi más fiable
que las encuestas: las cotizaciones de ambos candidatos en las casas de
apuestas, que otorgan una cierta ventaja al candidato nacionalista.
Una campaña tensa
La tensión, que
ha quedado patente en todos los debates televisivos, lleva escalando desde que
se conoció que el país centroeuropeo debería volver a las urnas. Hace pocas
semanas, Heinz-Christian Strache, líder del Partido de la Libertad de Austria
(FPÖ), al que pertenece Norbert Hofer, llegó a especular con la posibilidad de
“una guerra civil a medio plazo” si seguían llegando extranjeros. Hofer, a
pesar de mostrar un tono más moderado y una sonrisa más amable, también ha
entonado el discurso del miedo contra los refugiados, apoyado en consignas
populistas que le convierten en representante del pueblo frente a las élites.
Aunque con más
sensatez, Van der Bellen también ha utilizado la carta del miedo, en su caso,
al retorno del nazismo. Hace pocos días compartía en su página de Facebook el
vídeo de una superviviente del campo de exterminio de Auschwitz, Frau Gertrude,
que alertaba de cómo el fomento del odio que lleva a cabo el FPÖ le recuerda a
lo que vivió Austria en los años 30.
Pero a pesar de
la crispación en los debates y en los discursos políticos, la sociedad vive las
elecciones con resignación tras ocho meses de incertidumbre. Si en España se
criticaba la incapacidad de los políticos para lograr acuerdos, en Austria se
critica la incapacidad de las autoridades electorales de contar los sobres o de
hacer que el pegamento funcione.
El ascenso de los
radicales
Ya en abril, en
la primera vuelta de estas elecciones, los austriacos castigaron con dureza a
socialdemócratas y democristianos, los dos grandes partidos tradicionales que
gobiernan en coalición. Precisamente las decisiones erróneas de este Gobierno,
que a la mala gestión de la crisis de refugiados tiene que sumar una tasa de
desempleo creciente, son las que han aupado a fuerzas extremistas. Eso, en un
país tan preocupado por su “identidad cultural” como este, se acaba traduciendo
en el ascenso de partidos como el FPÖ.
Por eso estas
elecciones son diferentes. No por el cargo en juego, pues la Presidencia de la
República es más protocolaria que funcional, sino por lo que podría suponer que
un país con la historia y la centralidad de Austria tuviera al frente un
político de extrema derecha.
Esa es la posibilidad que preocupa a Europa, que este
domingo tendrá un ojo en el referéndum que Renzi ha convocado en Italia sobre
la reforma constitucional y otro en Austria, donde la extrema derecha podría
apuntarse la primera victoria real en una Europa que sigue acercándose a un
nacionalismo y populismo que parecían olvidados.
(Publicado en bez.es)
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