‘El padrino de Harlem’ se estrena el 1 de octubre en HBO como un ejemplo magnífico de lo que es el género negro: personajes duales y análisis inteligente del contexto sociopolítico
El thriller y el noir son de los géneros que permiten un análisis más profundo y completo de sus personajes y contextos: primero, porque la dualidad y complejidad de los personajes, central en este tipo de obras, se aproximan como en casi ningún otro género a la condición humana; y segundo, porque el análisis del entorno queda en un segundo plano detrás de la trama principal, algo que también ocurre en la realidad, pues los condicionantes sociopolíticos acostumbran a estar presentes de manera subyacente y casi nunca protagonista en nuestras vidas. El caso más claro puede ser ‘The Wire’, en el que las historias de una serie de personajes extremadamente difíciles de clasificar en buenos y malos permitían aproximarse de manera sutil y rica a la corrupción, la adicción a la droga, la desigualdad, etc.
Con ‘El padrino de Harlem’, sin querer compararlo con la obra maestra de David Simon, sucede algo semejante. Más allá del devenir de los personajes, me atrae sobremanera su reflejo de un contexto social, político y económico: es el momento de la lucha de Malcolm X y de Martin Luther King, la Presidencia de Kennedy, la llegada de la heroína a los barrios pobres de Estados Unidos, la aparición de Mohammed Ali… El racismo y la segregación están siempre presentes, y su retrato es uno de los principales atractivos de la serie.
Con ‘El padrino de Harlem’, sin querer compararlo con la obra maestra de David Simon, sucede algo semejante. Más allá del devenir de los personajes, me atrae sobremanera su reflejo de un contexto social, político y económico: es el momento de la lucha de Malcolm X y de Martin Luther King, la Presidencia de Kennedy, la llegada de la heroína a los barrios pobres de Estados Unidos, la aparición de Mohammed Ali… El racismo y la segregación están siempre presentes, y su retrato es uno de los principales atractivos de la serie.
El otro es Forest Whitaker. Su interpretación de un capo de la mafia en Harlem resulta a priori chocante, pero es precisamente su contraste con personajes o actores más duros lo que otorga una nueva dimensión a su personaje, basado en el gángster real Bumpy Johnson. Tras once años en la prisión de Alcatraz, el regreso de Bumpy a las calles está marcado por su lucha con las familias italoamericanas por el control del territorio y por su interacción con figuras relevantes de la comunidad afroamericana, como Malcolm X o el reverendo Adam Clayton Powell. La dureza del personaje contrasta con esa aura mucho más calmada que parece otorgarle Whitaker, logrando una figura redonda y con un mundo interior que, a medida que avanza la serie –al menos los cuatro capítulos que HBO España ha avanzado a los medios–, se comprueba cómo se va haciendo más rico.
Convencional y atractivo
También la ambientación y la caracterización de los mafiosi italoamericanos, aunque menos novedosa, es cuidada y correcta. Y lo mismo ocurre con la narración: quizás le falte cierta mordiente y una mayor tensión, pero su progresión lineal no se pierde en artificios innecesarios ni comete fallos en ningún momento. Hay, es cierto, una cierta sensación de que estamos ante un producto convencional, un thriller más sobre la mafia en Estados Unidos. Lo es, desde luego. Es más, se trata de una adaptación de una película homónima en español –‘Black Ceasar’ era el título original– de 1973, y bebe claramente del blaxploitation, un subgénero del noir protagonizado por afroamericanos en los años 70 principalmente.
Sin embargo, sin revolucionar el género, sí que lo explota de una forma atractiva y muy rica. En este sentido, se nota el saber hacer de los creadores, Chris Brancato y Paul Eckstein, responsables de ‘Narcos’, capaces de lograr un thriller negro clásico, entretenido, sin divisiones sencillas entre buenos y malos y, sobre todo, capaz de retratar sutil y acertadamente un contexto sociopolítico muy complejo.
Sin embargo, sin revolucionar el género, sí que lo explota de una forma atractiva y muy rica. En este sentido, se nota el saber hacer de los creadores, Chris Brancato y Paul Eckstein, responsables de ‘Narcos’, capaces de lograr un thriller negro clásico, entretenido, sin divisiones sencillas entre buenos y malos y, sobre todo, capaz de retratar sutil y acertadamente un contexto sociopolítico muy complejo.
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