El 14 de diciembre se estrena en Netflix ‘Hakan, el protector’, la primera serie turca producida por la plataforma de streaming
Estambul es la ciudad más occidental del país en el que se unen oriente y occidente. Es precisamente en Estambul, en el Estrecho del Bósforo, que divide la ciudad, donde se separan –o unen– Europa y Asia. La gigantesca urbe, capital de grandes imperios, como el bizantino y el otomano, posee una riqueza cultural, artística e histórica inmensa. Se convierte así en un escenario ideal para la primera producción turca de Netflix.
‘Hakan, el protector’, que se estrena el próximo 14 de diciembre en Netflix, narra la historia de un joven vendedor de El Gran Bazar que, tras la muerte de su padre adoptivo, descubre que es el heredero de una antigua y secreta organización dedicada a proteger Estambul. Convertido en el último Protector, solo él podrá derrotar al Inmortal, asesino de su familia y amenaza de cuanto le rodea.
La trama, semejante a tantas otras historias de aventuras, de míticas órdenes secretas y de guerreros fantásticos, es convencional y no presenta abundantes novedades. Como suele ocurrir en este tipo de productos, tiene un toque gamberro y divertido, oscuros y trajeados malos, y protagonistas (físicamente) atractivos y carismáticos. Es cierto que no se le puede exigir lo mismo que en producciones de las grandes industrias estadounidenses o europeas, pero es evidente que cae en frecuentes clichés y en elementos artificiales, además de no contar con una gran profundidad en la narración. No obstante, resulta llamativa por lo novedoso de su origen y ambientación.
Estambul, escenario único
La serie es consciente de su potencial, y por eso convierte a la ciudad en un personaje más, probablemente el principal. Las imágenes aéreas, la recreación estética y vocación didáctica en torno a sus monumentos principales –con la imponente Santa Sofía como elemento central–, el contraste entre zonas y mundos dentro de la misma ciudad, las constantes referencias al pasado bizantino y otomano… Se percibe incluso una cierta vocación promocional. Y la sensación de que, tras los seis capítulos que Netflix ha adelantado a los medios, la metrópolis euroasiática seguirá ganando protagonismo.
También se pueden intuir algunas sorpresas y un desarrollo del guion que, aunque todavía sin explotar, creo que puede tener oculto más potencial del que hasta ahora se ha mostrado. Los primeros capítulos han sido de construcción de los personajes y planteamiento del universo, pero todavía quedan numerosas lados oscuros y ramificaciones de la historia que revisten interés y que pueden aprovecharse. Pueden quedarse en nada, pero también pueden sorprendernos.
De hecho, se plantean algunas sorpresas al mostrar a una sociedad turca menos religiosa y más occidental de lo que podría esperarse. Estambul es la más cosmopolita, desarrollada y abierta y la menos ‘turca’ de toda Turquía, sin embargo, sí que permite desmontar algunos tópicos sobre la sociedad turca y abrir algunas mentes. Al mismo tiempo, esa proximidad cultural permite que el choque sea menor para el espectador occidental –mayoritario en Netflix– y generar menores recelos ante lo nuevo o diferente.
Veremos si la serie puede ofrecer algo más allá de los alicientes derivados de su procedencia o si se queda en una hermosa postal de Estambul. Y eso, que es posible, porque hay material para ello si se sabe aprovechar, tendría un mérito muy notable. Veremos si ‘Hakan, el protector’ consigue destacar por encima de la ciudad a la que su destino obliga a proteger.
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