Este viernes llega a los cines la nostálgica ‘Christopher Robin’, en la que Ewan McGregor da vida a un Robin adulto que se ha olvidado de Winnie the Pooh y sus amigos del Bosque de los Cien Acres
La nostalgia es desde hace algunos años uno de los sentimientos que más se está aprovechando en la industria del entretenimiento audiovisual. Desde el espíritu ochentero de ‘Stranger Things’ a la ola de remakes, reboots o secuelas de obras clásicas, donde se incluyen, por supuesto, los abundantes remakes en acción real de clásicos Disney.
‘Christopher Robin’ podría englobarse en estos, mas se trata de una historia independiente de todas las que conocemos del adorable osito y sus amigos. Se trata, en realidad, de una historia puramente nostálgica que se centra en un Christopher Robin adulto, padre ya de una niña, que se ha olvidado de sus amigos del Bosque de los Cien Acres debido a las obligaciones del mundo real.
Es un tema que ya hemos visto en muchas ocasiones y que podría tener sentido por la compatibilidad de la historia con la de aquellos adultos que, como Christopher Robin, hace ya mucho que tuvieron que dejar atrás su infancia. Sin embargo, lo que ofrece es una trama previsible y, en gran medida, sensiblera. Tampoco hay sutileza, capacidad de sorpresa o riqueza de detalles y, salvo por algunos momentos alocados y graciosos, siempre con los animales en pantalla, la obra de Marc Forster apenas ofrece diversión. Así, el aparente planteamiento original se malgasta, haciendo que la película solo sea capaz de funcionar como posible pasatiempo infantil.
Mantener la esencia
El mundo de Winnie the Pooh fue, y sigue siendo, uno de los más queridos por personas de distintas generaciones. A ello contribuye la sencillez y dulzura –que, como ocurre con la miel, a veces llega a ser empalagosa– de sus historias, así como la fácil identificación y clasificación de los personajes. Todo esto se cumple en la cinta que ahora protagoniza Ewan McGregor, en la que además se realizan varias alusiones a elementos conocidos por los seguidores de las aventuras previas de Pooh, como el Heffalump, la cola de Ígor o el globo rojo.
Y es que ‘Christopher Robin’ parece tener como único objetivo el de mantenerse fiel al espíritu original. Esto puede resultar adecuado para captar al público más joven –a lo que hay que sumar la nueva textura de Pooh, Tiger y compañía, que recuerda más si cabe a abrazables peluches–, pero impide cualquier evolución que lleve a esta obra a aportar algo novedoso en una saga ya abundantemente poblada.
La sencillez y la fidelidad a lo que ya conocíamos son esenciales para lograr la tan ansiada nostalgia. Mas, si eso es lo único que aporta esta película, ¿cuál es su función? ¿No resultaría más nostálgico y efectivo revisionar alguno de los clásicos que ya habían protagonizado Pooh y compañía?
Lo mejor: cómo consigue trasladar el espíritu de Winnie the Pooh a la acción real
Lo peor: que capturar ese espíritu parezca ser el único objetivo de la película
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