Lo último de la saga Expediente Warren, 'La monja', ofrece menos terror del que su punto de partida prometía
Si ninguno de los estrenos que quedan hasta final de año –algunos de ellos bastante esperados y atractivos– lo evita, ‘La monja’ va camino de convertirse en la película de terror más taquillera de 2018. Se sumaría así al éxito de las anteriores obras de la saga Expediente Warren (The Conjuring), confirmándola además como una de las más relevantes en la historia del género. Y eso a pesar de que la calidad de esta última entrega y, sobre todo, el nivel de escalofríos que provoca, dejan bastante que desear.
Esta cinta presenta el surgimiento del personaje de La Monja, encarnación de la presencia demoníaca Valak, que ya había sido introducida en ‘Expediente Warren: El caso Enfield’. Los hechos tienen lugar en 1952 en una abadía rumana, a la que el Vaticano envía a un sacerdote con experiencia en posesiones y a una novicia que todavía no ha tomado sus votos –Interpretada por Taissa Farmiga, hermana de Vera– para investigar el misterioso suicidio de una monja. Allí, junto al joven que encontró el cuerpo sin vida de la religiosa, serán testigos de una poderosa presencia maligna.
Esta historia, enmarcada en una misteriosa abadía de clausura de Transilvania, ofrece una base consistente para un trabajo verdaderamente aterrador. Y más si cabe si quien está detrás de la misma y de la producción es James Wan. Sin embargo, la película que dirige Corin Hardy comete numerosos errores que juegan en su contra y que impiden explotar unas premisas bastante interesantes.
Nunca logra infundir terror
En primer lugar, y sobre todo, por la presencia de un personaje cómico, que descarga completamente la tensión que se intenta construir con el resto de elementos. La risa es la mejor medicina contra el miedo, y este personaje es el que impide una inmersión total en la experiencia terrorífica. Él mismo es también el que incorpora diversos aspectos más propios del cine de aventuras –enfrentarse a un ser demoníaco con una escopeta no parece demasiado lógico– que de terror.
Todo ello no impide una sensación de incomodidad a lo largo del film. Pero se trata más de la incomodidad que sientes con una película de aventuras que se ha pasado con la oscuridad que de la angustia y los escalofríos que una obra de la saga The Conjuring debería causar.
Lo mejor: el planteamiento original
Lo peor: que todas las decisiones que toma parezcan destinadas a evitar el miedo
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