sábado, 28 de julio de 2018

[Atlàntida Film Fest] Crítica: 'El caso Kurt Waldheim' (2018), de Ruth Beckermann

Crítica: 'El caso Kurt Waldheim' (2018), de Ruth Beckermann

‘El caso Kurt Waldheim’, sobre el pasado nazi del que fuera Secretario General de la ONU y Presidente de Austria, recibió el Premio del Público en el reciente Atlàntida Film Fest


En 1986, tras haber sido Secretario General de la ONU entre 1972 y 1981, Kurt Waldheim se presentaba como candidato a Presidente de la República de Austria por el ÖVP, el partido popular austríaco. Durante la campaña, se hicieron públicos datos sobre el pasado de Waldheim en las SA nazis y su posible participación en crímenes de guerra, una información que se había mantenido oculta hasta entonces. A pesar de estas acusaciones e informaciones, Waldheim fue elegido Presidente. 

Este hecho puso a la sociedad austriaca frente al espejo, pues el pasado de Waldheim, más allá de ocultaciones, mentiras y de la relevancia pública del personaje, no era excesivamente distinto del de muchos otros austríacos de su generación. La película conduce a la reflexión sobre las excusas de Waldheim, extensibles a toda la sociedad: que la población no sabía nada del Holocausto y que su comportamiento era propio de soldados o ciudadanos obedientes. 

Gracias a esto y a determinados intereses geopolíticos de la postguerra, la sociedad austríaca fue considerada, tanto a sí misma como por el resto de países, como la primera víctima del nazismo tras el Anschluss –la anexión de Austria por el Tercer Reich en 1938–y no como una parte culpable. Esa culpabilidad solo comenzó a asumirse tras lo ocurrido con Kurt Waldheim, y no por la gravedad de su historia, sino, precisamente, porque su rol no fue tan diferente del de otros compatriotas. 

Así, la película resulta de una relevancia incuestionable. Primero por la importancia de este fenómeno, poco conocido fuera de la sociedad austriaca, y por la fascinación que despierta que un miembro de las SA nacionalsocialistas alcanzara la presidencia de su país y la más alta posición de las Naciones Unidas. Segundo, por el momento en el que este documental vio la luz, coincidiendo con la llegada al gobierno austríaco de una coalición entre el Partido Popular de Austria (ÖVP), al que pertenecía Waldheim, y el Partido de la Libertad (FPÖ), de corte ultranacionalista y xenófobo.

Crítica: 'El caso Kurt Waldheim' (2018), de Ruth Beckermann

Salvando las distancias –algo que tal vez no se está haciendo con la suficiente frecuencia, cayendo en asociaciones fáciles e injustificadas–, es evidente que lo que se narra en la película ayuda a explicar los acontecimientos de la política actual del país alpino. En este sentido, la propia directora, Ruth Beckermann, afirma al comienzo del documental que “no fue casualidad que estos viejos materiales aparecieran justo ahora”, aludiendo a la cinta VHS que encontró con los documentos audiovisuales relacionados con el caso Kurt Waldheim que ella misma había rodado durante 1986.

Un auténtico vals audiovisual


Más allá de los intensos, inteligentes e interesantes debates políticos que despierta la cinta de Beckermann, debemos reparar en el título original: “Waldheims Walzer”. El Vals de Waldheim hubiera sido una traducción acertada, pues el documental transcurre con un ritmo extraordinario. Trata el tema con conocimiento, pero el saber hacer desde el plano formal no es menos atractivo, ayudando a su comprensión incluso para el público ajeno al tema. 

El material, tanto el captado por la autora en 1986 –con un estilo común al cine protesta germanoparlante de los años 80 y 90–, como el procedente de archivo –entrevistas en televisión, mítines políticos, sesiones parlamentarias…– no se obtuvo pensando en el documental, de ahí que el valor del montaje sea todavía mayor, logrando un muy buen trabajo desde el punto de vista del estilo y la narración. 

El premio en la Berlinale como Mejor Documental y el Premio del Público en el Atlàntida Film Fest confirman la calidad de esta obra. El mayor acierto reside en que el aspecto formal y el ritmo de la narración resultan incuestionables, permitiendo así que el tema de fondo sea capaz de abrir numerosos debates y reflexiones. 

Lo mejor: lo acertado del momento en el que aparece la obra 
Lo peor: la excesiva importancia que se otorga a EE.UU. en el film 
Nota: 8


(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

miércoles, 25 de julio de 2018

[6º aniversario] Seis películas para celebrar los orígenes del cine

Seis películas para celebrar los orígenes del cine

Seis películas clave para entender los orígenes del cine y para agradecer el trabajo de los pioneros... tanto del séptimo arte como del blog


En Los Lunes Seriéfilos cumplimos nuestros primeros seis años. Como cada aniversario, es inevitable volver la vista atrás y recordar cómo empezó todo y qué hicieron los que nos han traído hasta donde estamos. Eso es precisamente lo que vamos a hacer aquí; rememorar los orígenes del cine con seis películas esenciales para comprender el nacimiento y la evolución del séptimo arte. No son las seis primeras, ni las seis mejores, ni las seis más importantes: son seis títulos muy representativos, pero que obedecen a criterios muy personales, pues en los aniversarios cada uno mira atrás con una perspectiva única.


Esta lista forma parte de la serie de sextetos que estamos realizando en el blog para celebrar nuestro cumpleaños y, más concretamente, para agradecer a quienes me (nos) han precedido en este proyecto, pues sin ellos, sin su meritorio trabajo previo, no estaríamos aquí. Los fallos y, sobre todo, los aciertos de los pioneros dieron forma a esta aventura. Los aciertos que se muestran a continuación dieron forma a la maravillosa aventura que es la Historia del Cine.

-‘Viaje a la luna’ (1902, Georges Méliès): una de las obras más representativas de la Historia del Cine. Aunque hoy se conciba como un cortometraje, sus casi 15 minutos suponían en su momento una de las mayores producciones realizadas con el novedoso cinematógrafo. Y si los Lumière eran los padres del invento, Méliès es, sin duda, el padre del cine, pues esta obra le convierte en pionero de la narración audiovisual y, sobre todo, de los efectos especiales. Estos efectos especiales, incluyendo figuras fantásticas, y con la luna como protagonistas en varias de sus producciones, fueron habituales en el cine de Méliès. Pero esta película en general, y la imagen de la luna con el cohete clavado en un ojo en particular, se han convertido en elementos icónicos del cine y en la obra más reconocida de los orígenes del cine.

-‘El valor del trigo’ (1909, David W. Griffith): no es la obra más destacada del estadounidense, pues ‘El nacimiento de una nación’ o ‘Intolerancia’, mucho más monumentales y relevantes, son piezas mucho más relevantes desde el punto de vista de la narración cinematográfica y mucho más influyentes en el cine posterior. Sin embargo, este cortometraje, con tres historias paralelas pero interconectadas, es clave para poder comprender sus trabajos posteriores. Se trata de una crítica a los poderosos terratenientes que controlan el mercado del trigo, hundiendo los precios para obtener un mayor beneficio, y arruinando a los agricultores y vendedores. Una obra de fuerte carga social, como muchas otras de Griffith, y una de las primeras cintas en utilizar con maestría el encuadre y la narración paralela.

‘El valor del trigo’ (1909, David W. Griffith)

-‘El chico’ (1921, Charles Chaplin): probablemente no sea la película más influyente ni la mejor de Chaplin, pero es la que confirma la creación de un personaje, Charlotte, y una de las películas que, dentro del cine mudo, mejor consigue transmitir todo tipo de sensaciones: emocionante, dulce, triste, divertida, crítica... El primer largometraje de Chaplin es una película muy completa que permite explotar las habilidades de mimo y de cercanía con la realidad social del genial artista inglés.

‘El chico’ (1921, Charles Chaplin)

-‘Nosferatu’ (1922, F. W. Murnau): la obra de Murnau, una de las máximas representantes del expresionismo alemán, es una pieza esencial para comprender todo el cine de terror que ha venido después. No solo la figura de Drácula y los vampiros son, casi siempre, herederos de Nosferatu, sino que la narrativa, la iconicidad y el simbolismo de la gran mayoría de obras de terror beben de la obra de Murnau y, en general, del expresionismo alemán. Esta corriente, amenazadora, intensa, oscura, onírica y personal, es una de las que mejor ha sabido explotar las posibilidades del séptimo arte.

‘Nosferatu’ (1922, F. W. Murnau)

-‘El baile de los esqueletos’ (1929, Walt Disney): el creador de Mickey y de la productora más importante, tanto en la actualidad como a lo largo de la historia, no podía faltar. Este cortometraje, perteneciente a la serie de las Silly Symphonies, muestra uno de los fenómenos más atractivos e identificativos del cine de Disney: el Mickey Mousing. Esto es, sincronizar el movimiento de las imágenes con el sonido. Fue una de las primeras experiencias que aprovecharon el recién incorporado sonido, explotando los dos componentes clave del cine: imagen y sonido.

‘El baile de los esqueletos’ (1929, Walt Disney)

-‘Sopa de ganso’ (1933, Leo McCarey): pioneros del humor, los Hermanos Marx, con Groucho a la cabeza, dejaron imágenes, escenas y diálogos para el recuerdo. Es difícil escoger una obra de ellos, pues la estructura es similar en casi todas y la historia es, a menudo, lo de menos. El ritmo, la locura, el ingenio y el humor surrealista y desternillante de los Marx son imprescindibles para comprender la screwball comedy, los Monty Python, Mr Bean y, en general, casi todo el humor que llegó tras ellos.

‘Sopa de ganso’ (1933, Leo McCarey)

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

sábado, 21 de julio de 2018

[Atlàntida Film Fest] Crítica: 'Amateurs' (2018), de Gabriela Pichler

[Atlàntida Film Fest] Crítica: 'Amateurs' (2018), de Gabriela Pichler

La sueca 'Amateurs' ofrece una interesante reflexión sobre la identidad de los inmigrantes y las clases sociales con una perspectiva juvenil y desenfadada 


Habitualmente, y lo estamos viendo en este Atlàntida Film Fest, tratar temas como la inmigración o la pobreza suele realizarse a través de obras más bien oscuras y dramáticas. Suele ser lo más adecuado, pues abordar estas materias con ligereza puede implicar una frivolidad que desprestigie el mensaje o que le reste profundidad. Precisamente por eso, ‘Amateurs’ tiene tanto mérito, ya que logra adentrarse en una intensa reflexión sobre la inmigración y la lucha obrera en una producción cargada de vitalidad y ligereza.

Narra la historia de Dana y Aida, dos jóvenes amigas de origen inmigrante y de distintas clases sociales que deciden grabar una película sobre su localidad, la ciudad sueca de Lafors, tras una petición por parte del ayuntamiento, que busca mostrar las bondades del lugar para que un supermercado alemán se instale allí. Paralelamente, el ayuntamiento contrata a un realizador profesional que buscará, de una forma más académica y neoliberal, mostrar las bondades de Lafors. 

Se plantean de esta forma dos aproximaciones, no solo hacia el rodaje que tiene lugar dentro de la trama, sino hacia la propia película de Gabriela Pichler. No se busca el preciosismo ni el dominio técnico que parece tener el cineasta profesional, sino que prevalece la autenticidad, la voz de las personas e imágenes que Dana y Aida utilizan para su proyecto. Y con ello, la forma de ser de las dos protagonistas –rebeldes, juveniles, anárquicas y cargadas de vitalidad– se transmite a toda la narración. En este proceso, la decisión del supermercado de instalarse en Lafors se convierte en una especie de mcguffin que, aunque se resuelve al final de la cinta, va perdiendo relevancia, haciendo que la trama de ‘Amateurs’ y la de la grabación de Dana y Aida sean casi intercambiables. El trabajo de la directora sueca adquiere el carácter inconformista, contestatario y rebelde del film que ruedan sus protagonistas, pero también su inocencia y vitalidad, convirtiéndose con ello en una de las obras más luminosas y positivas que se presentan en este Atlàntida Film Fest.

[Atlàntida Film Fest] Crítica: 'Amateurs' (2018), de Gabriela Pichler

Una película con interesantes e inteligentes reflexiones 


La aproximación ligera y vitalista de la obra no le resta un ápice de profundidad ni de inteligencia, sobre todo en los dos temas más destacados y centrales de la película: la identidad de los hijos de inmigrantes y la lucha de clases. El primer aspecto es más indirecto, pues se muestra a través de las dos jóvenes protagonistas –una de ellas, adoptada por una familia kurdo-sueca; la otra, recién llegada a Suecia con su familia–, a las que se une Musse, el personaje más relevante del film: un empleado del gobierno local, responsable de que realice la película, descendiente de una familia del sudeste asiático, y criado toda su vida en Lafors. Por su parte, en lo relativo a la lucha de clases, el desempleo y la precariedad el debate es directo y frontal: la llegada de las instalaciones de un supermercado de bajo coste y el peso que la industria del cuero tiene en Lafors propician debates de gran interés que las dos chicas presentan incluso a algunos de los habitantes de la localidad a los que entrevistan. 

Algunas de estas reflexiones contienen una profundidad e inteligencia envidiables, introduciendo puntos de vista dispares y sin intentar resultar moralizante ni realizar juicios de valor. Y a pesar de resultar casi inesperado en una cinta aparentemente tan sencilla y juguetona, el análisis y las preguntas que plantea ‘Amateurs’ son lo más destacado de una obra capaz no solo de reflexionar sobre sí misma, sino de adentrarse en reflexionas y materias más complejas. Tan complejas que es necesaria una voz rebelde e inocente para poder abordarlas. 

Lo mejor: sus debates sobre la identidad y las clases sociales 
Lo peor: que intuye material e historia para mucho más de lo que se muestra 
Nota: 8,5


(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

domingo, 15 de julio de 2018

[Atlàntida Film Fest] Crítica: 'Entre la roca y la ola' (2017), de Manuel Lógar

[Atlàntida Film Fest] Crítica: 'Entre la roca y la ola' (2017), de Manuel Lógar

‘Entre la ola y la roca’ muestra, con una fotografía impresionante, cómo los percebeiros de la Costa da Morta gallega arriesgan su vida cada vez que bajan a las rocas 


Galicia es, qué duda cabe, una de las regiones más auténticas de España. Su cultura, su modo de afrontar la vida y la muerte, su relación con el mar, sus tradiciones… Gran parte de los elementos que definen este pueblo se recogen en ‘Entre la ola y la roca’, uno de los documentales que forman parte del Atlàntida Film Fest de Filmin dentro de la sección Política y controversia. 

Su presencia en esta sección se debe a la inclusión en la cinta de la catástrofe del Prestige hace trece años, que puso a esta zona en el mapa, y, en mayor medida, del incierto futuro al que se enfrenta el sector del marisueo: condiciones climatológicas siempre complejas, salarios muy dependientes de la demanda y de la situación del mar, el efecto del furtivismo… Tanto en el pasado como en el presente y, previsiblemente, el futuro, la profesión de los percebeiros y el bienestar de toda la comarca se enfrentan a numerosos desafíos. El chapapote y la pesca furtiva parecen justificar el film; sin embargo, la forma de vida de estas personas, siempre pendientes del mar, que les ofrece el sustento, pero que también puede arrancarles la vida en la embestida de una ola o en la resaca de un océano embravecido, es digna de ser contada sin la necesidad de lecturas políticas o sociales. 

En realidad, esa lucha interna de los percebeiros y las percebeiras, en el riesgo que corren cada vez que bajan a las rocas a arrancar el preciado crustáceo, en su relación con el resto de la cofradía, con los furtivos o con las autoridades, resulta fascinante en sí mismos. Sus casas, sus historias, su pasado, su faena o su perspectiva ante la muerte merecen ser contadas.

[Atlàntida Film Fest] Crítica: 'Entre la roca y la ola' (2017), de Manuel Lógar

La fotografía realza una belleza salvaje 


Es incuestionable el atractivo de la historia de cada uno de los protagonistas del documental. Pero la belleza de sus imágenes es la que de verdad le otorga toda su fuerza. La violencia del mar y la hermosa irregularidad de las rocas ofrecen un material inmejorable, que los encuadres arriesgados, las tomas largas, los planos abiertos y el juego con las sombras potencian hasta el extremo, consiguiendo reflejar el atractivo y el peligro del entorno en el que se desarrolla la faena de los percebeiros. 

Ayuda también una dramática música de cuerda, que profundiza el miedo y la fascinación por lo que se muestra, sea la lucha de los trabajadores frente al mar o sean imágenes de corte más alegórico. Esto se combina con secuencias más didácticas de la actividad de los percebeiros en tierra firme o con explicaciones de los protagonistas sobre los entresijos de su profesión. Aunque también sobre sus miedos o sobre los aspectos más íntimos de su vida.

[Atlàntida Film Fest] Crítica: 'Entre la roca y la ola' (2017), de Manuel Lógar

Con todo ellos, ‘Entre la roca y la ola’ muestra la magia, la libertad y la belleza de este trabajo, pero también su dureza y el riesgo que implica. Una película intensa, arriesgada, profunda y de gran belleza. Probablemente, como la propia profesión de los percebeiros gallegos. 

Lo mejor: la belleza de su fotografía 
Lo peor: una ligera falta de consistencia en la estructura 
Nota: 8.5


(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

miércoles, 11 de julio de 2018

[Atlàntida Film Fest] Crítica: 'Club Europa' (2017), de Franziska Hoenisch

[Atlàntida Film Fest] Crítica: 'Club Europa' (2017), de Franziska Hoenisch

‘Club Europa’, presente en el Atlàntida Film Fest, plantea un retrato interesante, aunque incompleto y pesimista, de una juventud europea individualista y multicultural 


La flexibilidad de las fronteras, las posibilidades económicas de las familias, la mejora de los medios de transporte y comunicación y el conocimiento de idiomas de las nuevas generaciones han facilitado que la movilidad de los jóvenes en los últimos años haya sido elevada, tanto en el contexto europeo, como en otros países considerados occidentales. Uno de los efectos de este fenómeno es el que se observa en ‘Club Europa’. En ella, tres jóvenes de diferente nacionalidad –Martha, una francesa; Jamie, un estadounidense; y Yasmin, una alemana– comparten piso en Berlín. Confrontados con la crisis de refugiados que Europa vive desde hace algunos años, deciden acoger en su piso, y este es el elemento central de la trama, a Samuel, un demandante de asilo procedente de Camerún. 

La integración parece fácil en un entorno multicultural y educado, en el que se utilizan casi de forma indistinta el francés, el alemán y el inglés. Sin embargo, las distintas necesidades de los cuatro jóvenes, que se encuentran en momentos decisivos para su futuro, y las complicaciones que el sistema impone para la acogida de Samuel complicarán la convivencia y tensarán la relación en el piso. 

Se trata de una historia cercana, no muy diferente de la que probablemente se haya vivido en algunas ocasiones en un barrio como el popular y multicultural Kreuzberg, en el que se sitúa la trama, o en otras grandes ciudades europeas. Así, la película es también pequeña e íntima, sin salir apenas del interior de la casa. Una casa, a su vez, sencilla, antigua y con escasa decoración. La iluminación es en general muy tenue y los colores, fríos; se transmite con esto tanto la frialdad del clima berlinés en diciembre como una cierta sensación de melancolía y tristeza. De hecho, incluso los momentos de alegría o diversión se viven con tensión contenida y culpabilidad. 

La fuerza y el potencial de ‘Club Europa’ se diluyen por su visión pesimista y parcial


La cinta tiene una indudable fuerza, pero la carga de negatividad es excesiva. Se incide en la desorientación de los jóvenes ante su futuro, se cuestiona el egoísmo de los tres afortunados y se critica el funcionamiento del sistema. Estos elementos, muy relevantes y necesarios, no se compensan lo suficiente con la otra cara de la realidad: jóvenes muy preparados, concienciados con su realidad social y un sistema que, aunque imperfecto e infinitamente mejorable, ha permitido, como dice la madre de Martha en un momento de la obra, que Samuel haya podido ser acogido, al menos de forma temporal. Más allá de qué versión de la realidad resulte más certera, la película opta por un pesimismo que resulta incompleto.

[Atlàntida Film Fest] Crítica: 'Club Europa' (2017), de Franziska Hoenisch

Los personajes, que tienen un enorme potencial y que están interpretados con solvencia, resultan planos y sin evolución a lo largo del film, desaprovechando sus grandísimas posibilidades. Lo mismo ocurre con otros elementos, como la reflexión en torno a los acuerdos de Dublín III –por los que los demandantes de asilo deben solicitar su estancia en el primer país de la UE que los registró– o la decisión de Samuel de comprarse unas zapatillas en lugar de enviar ese dinero a su familia en Camerún. Se abren debates muy interesantes, pero sin un gran desarrollo que permita profundizar en ellos y en sus complejidades. 

Con todo, y a pesar de no explotar toda su riqueza, la cinta de Franziska Hoenisch resulta muy relevante en un momento en el que el debate migratorio en Europa, y con especial fuerza en Alemania, sigue abierto. Hacerlo desde la perspectiva de la generación no solo más afectada por esta situación, sino también la que tiene la posibilidad de solucionarla, resulta un acierto. Aunque incompleto, un magnífico intento de retratar una generación individualista, preparada y multicultural. 

Lo mejor: la temática y los debates que subyacen 
Lo peor: la casi nula evolución de los personajes 
Nota: 6.5


(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

domingo, 8 de julio de 2018

[Atlàntida Film Fest] Crítica: 'Daha' (2017), de Onur Saylak

[Atlàntida Film Fest] Crítica: 'Daha' (2017), de Onur Saylak

'Daha', presente en el Atlàntida Film Fest, se aproxima magistralmente al drama de quienes huyen de la guerra desde la perspectiva del hijo de un traficante de personas en Turquía


En marzo de 2016 entró en vigor un polémico acuerdo entre la Unión Europea y Turquía para frenar la llegada de demandantes de asilo, procedentes en su mayoría de Siria, a las costas griegas. Aunque cuestionable desde el punto de vista de los derechos humanos, el acuerdo sirvió para disminuir el número de muertes en el mar Egeo y para reducir el número de migrantes que optaban por la conocida como ruta del Mediterráneo oriental. Aunque la acción de las mafias y los traficantes de personas sigue activa, sobre todo en otros puntos del Mediterráneo, su presencia parece menor en las costas turcas. 

Sin embargo, sobre todo entre 2015 y 2016, la relevancia del tráfico de personas en Turquía fue muy notable, con historias dramáticas, por supuesto, para quienes huían de la guerra o del terrorismo y eran tratados como mercancía. Pero también con víctimas colaterales que se vieron afectadas por la brutalidad y el dolor del fenómeno. Una de esas víctimas es Gaza, un joven que vive con su padre, camionero y traficante de personas, al que ayuda mientras culmina sus estudios. 

El comportamiento despótico, violento y primario del padre, Ahad, no siempre consigue hacer mella en el joven Gaza, que encuentra en sus amigos, el hip-hop que escucha en otros jóvenes de su localidad o en el mar junto al que vive la libertad para huir del mundo que le rodea. Sin embargo, Gaza está condenado a acabar convirtiéndose en un monstruo, pues es complicado llegar a ser un ser humano cuando a tu alrededor nunca has observado ni un gesto de humanidad. 

Una obra magistral para un tema doloroso 


La película muestra así una cara más del horror. Y lo hace con fuerza, con una estructura compacta y bien construida y con elementos visuales atractivos. También son extraordinarias las actuaciones protagonistas: la del joven Hayat Van Evk pasa de la inexpresividad y la desorientación a la rabia, convirtiéndose en el personaje desatado, irracional y primitivo que interpreta el veterano Ahmet Mumtaz Taylan. La evolución del protagonista y el análisis de ese proceso son magistrales.

[Atlàntida Film Fest] Crítica: 'Daha' (2017), de Onur Saylak

También lo es la capacidad de incorporar, aunque sea fugazmente, la capacidad de incorporar en una obra pequeña tantos elementos relacionados con la migración de los demandantes de asilo procedentes de Oriente Medio: el viaje en barco de gente que no sabe nadar y que siente pavor ante el agua, el riesgo de naufragios de las barcas sobrecargadas, la inutilidad de chalecos salvavidas relleno de resina, los sobornos y la complicidad de las fuerzas de seguridad, los abusos sexuales que sufren las mujeres, la fragilidad de los menores, el agobio y la falta de aire en el interior de los camiones, la conversión de seres humanos en mercancía con la que negociar, la lejanía e ignorancia de los líderes sobre el conflicto… Así, una historia personal, un improbable Coming of Age, se convierte en una obra mucho más compleja y completa, reflexionando sin victimismos sobre las diversas aristas y víctimas de esta problemática. 

Con todos estos argumentos, ‘Daha’, que en turco significa “más”, consiguió el premio FIPRESCI en la Seminci de Valladolid y formó parte de la sección oficial del prestigioso festival de Karlovy Vary. Sin embargo, su mayor valor no es solo el de contar una historia tan dolorosa como la del tráfico de seres humanos, sino el de hacerlo desde una perspectiva menos habitual, en la que todos los implicados son vistos como víctimas y en el que la maldad no es innata, sino inevitablemente adquirida. Una historia horrible en el fondo y fascinante en la forma que invita a reflexionar e ir más allá en una materia tan dura y complicada. 

Lo mejor: la fuerza de la película gracias al tema y las interpretaciones 
Lo peor: que se pierdan algunos matices al no diferenciar el idioma de los migrantes del turco que hablan los protagonistas 
Nota: 8


(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

viernes, 6 de julio de 2018

[Atlàntida Film Fest] Crítica: 'Waiting for Barcelona' (2018), de Juho-Pekka Tanskanen

[Atlàntida Film Fest] Crítica: 'Waiting for Barcelona' (2018), de Juho-Pekka Tanskanen

El documental finlandés 'Waiting for Barcelona' aborda el drama de la inmigración desde la perspectiva de un hombre que espera a que se regularice su situación mientras intenta sobrevivir en la ciudad condal


Esta semana, con la recepción del barco Open Arms con 60 migrantes a bordo, Barcelona volvía a mostrarse como una ciudad abierta y acogedora. Se trata de una decisión, ante todo, humanitaria. No obstante, tras este tipo de actuaciones existe una gran cantidad de desafíos que van más allá de la llegada de los migrantes y que también deben afrontarse: el alojamiento, la regularización de la situación de esas personas, la atención sanitaria de las mismas, etc. 

Otro de los riesgos que se derivan de los fenómenos de inmigración irregular es el top manta: una problemática que no debe simplificarse, pues criminalizar a los vendedores no es justo, sobre todo por las condiciones en las que deben aceptar esas prácticas, pero no es menos cierto que se trata de una actividad ilegal que supone un perjuicio para los creadores y para la economía en general. 

Sobre todo esto reflexiona el documental ‘Waiting for Barcelona’ y, aunque adopta una clara postura, lo más relevante es su ubicación del individuo en el centro del relato. Más allá de cifras macro, no se pueden perder de vista las historias de las personas afectadas por esta situación; individuos únicos, con una sola vida, que buscan sobrevivir de la mejor manera posible. 

Esas historias suelen resultar dramáticas y tristes, algo que se refuerza con el uso del blanco y negro. Sin embargo ‘Waiting for Barcelona’ no se centra únicamente en el drama y el sufrimiento, sino que muestra la complejidad de la situación, con momentos mejores y peores, con historias más o menos felices. De esas historias, la que sirve de hilo conductor es la de Mou, un gambiano llegado a Barcelona hace 17 años y que está a la espera de conseguir los papeles.

[Atlàntida Film Fest] Crítica: 'Waiting for Barcelona' (2018), de Juho-Pekka Tanskanen

Una espera que parece eternizarse, con continuos retrasos. La narración hace partícipe al espectador de esa sensación de espera, en la que se pierde la noción del tiempo ante un avance tan lento y frustrante. Mientras tanto, una cámara al hombro acompaña a Mou, intercalando imágenes alegóricas y encuadres arriesgados, dotando a toda la obra de una clara vocación artística. 

Ahí, y en su apuesta por centrarse en las historias de los individuos, es donde el documental destaca, mas pierde fuerza cuando se introduce en luchas políticas, pues cae en una cierta simplificación del problema, que aborda de forma sesgada. Las soluciones son mucho más complejas de lo que la obra parece dar a entender, por más que sea esencial incluir esta perspectiva en cualquier análisis que se realice sobre el tema.

Una obra actual y pertinente 


La muerte de un mantero senegalés en abril en el barrio de Lavapiés, el repunte en la llegada de migrantes a las costas españolas, los debates europeos sobre la inmigración, el comienzo de la temporada turística, el desafío independentista catalán… La película entronca perfectamente con la actualidad. De hecho, la utilización de una Barcelona independentista y masificada por el turismo resulta paradójica por los debates sobre el racismo y el nacionalismo que eso plantea.

Y en el debate actual sobre la refundación de la Unión Europea es también curioso que una película finlandesa, con participación danesa y francesa, relate una historia ambientada en España. En ‘The Great European Cigarette Mystery’ encontrábamos una película de Dinamarca que se ubicaba principalmente en Malta. El Atlàntida Film Fest demuestra su enriquecedora vocación europea y, con películas como ‘Waiting for Barcelona’, su orientación hacia temas sociales. 

Así, aunque se pueda cuestionar alguno de los postulados de la cinta, no se puede negar la importancia del tema que aborda ni la necesidad de visiones centradas en cada persona. Porque, en realidad, ninguna persona es ilegal. 

Lo mejor: que coloque a un ser humano en el centro del relato 
Lo peor: que su análisis del problema sea simplista 
Nota: 7

miércoles, 4 de julio de 2018

[Atlàntida Film Fest] Crítica: 'The Great European Cigarette Mystery’ (2017), de Jeppe Rønde

[Atlàntida Film Fest] Crítica: 'The Great European Cigarette Mystery’ (2017), de Jeppe Rønde

La danesa ‘The Great European Cigarette Mystery’ reabre un polémico caso de lobby en la Comisión Europea con una narración más propia de una entretenida obra de ficción que del documental clásico


En 2012 el Comisario Europeo de Sanidad, el maltés John Dalli, dimitía, presumiblemente presionado por el Presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, por un supuesto caso de corrupción relacionado con un grupo de lobby de la industria tabacalera. ‘The Great European Cigarette Mystery’, una obra danesa que llega ahora a España gracias al Atlàntida Film Fest de Filmin, aspira a indagar en ese tema, pues podría deberse a una oscura maniobra de otros altos cargos, incluyendo al propio Durão Barroso y a Giovanni Kessler, Director general de la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude, que buscaban ellos mismos beneficiarse de acuerdos con los lobbies del tabaco. 

Quizás el cine y la televisión, predominantemente provenientes de Hollywood, nos hayan llevado a circunscribir este tipo de historias a décadas pasadas en Washington, mas este fenómeno es mucho más cercano de lo que podríamos pensar. Lo cierto es que Bruselas es, tras la capital estadounidense, el lugar del mundo con una mayor presencia y actividad de lobistas y grupos de presión, y es obvio que el tabaco es uno de los más fuertes y polémicos. Esa es la principal lección que se extrae del documental pues, aunque no arroje ninguna prueba de interés sobre el polémico caso, pone de relieve la importancia de este tipo de actividades, casi siempre ocultas al gran público. 

Y es que, aunque parezcan actividades procedentes de una película de ciencia-ficción o algo casi exclusivo de los gobiernos más corruptos del mundo, el poder de los grupos de presión sigue siendo muy elevado y es interesante sacar a la luz su existencia. ‘The Great European Cigarette Mystery’, no consigue ofrecer sacar conclusiones sobre el tema concreto que proponía, pero sí permite acercarnos a un mundo secreto y oscuro del que probablemente se habla menos de lo que se debería. Y para lograr esto es tan válido un documental como una obra de ficción. 

Más cerca del thriller que del documental


Ese es realmente el debate de la película, que, aunque se distribuye como documental, se aproxima a un thriller político. Observamos a dos periodistas daneses, Mikael Bertelsen y Mads Brügger, que investigan el caso y entrevistan a los protagonistas, principalmente a John Dalli, pero sin que parezcan prestar atención a la cámara. Nunca se dirigen a ella, sino que parecen interpretarse a sí mismos, ajenos al espectador. La acción, a pesar de escenificada y hasta sobreactuada en ocasiones, resulta bastante creíble y comprensible. Y aunque artificial, es una estrategia atractiva, pues además de salirse de algunos patrones más clásicos del documental, se coloca al periodista en el centro, mostrando su proceso de investigación y otorgando dinamismo al relato. No obstante, esta técnica puede llegar a resultar forzada, ya que a través de los diálogos y de la acción se intenta explicar al espectador todo lo que sucede y por qué es relevante, por lo que dichos diálogos resultan artificiales en su intención didáctica.

[Atlàntida Film Fest] Crítica: 'The Great European Cigarette Mystery’ (2017), de Jeppe Rønde

A esto se añade que no se narran los hechos de forma lineal, sino que se reserva información para incorporar más adelante un giro en la trama. Este elemento de sorpresa aproxima la narración, una vez más, al thriller más que al documental, primando el atractivo sobre la veracidad y la verosimilitud. De hecho, incluso suponiendo que todo lo que se narra sea verdadero, lo artificial y artístico de la narración le resta cierta credibilidad. Y, aunque es una herramienta atractiva para comprender el proceso de investigación de los periodistas, es probable que los hechos demandasen otra aproximación. 

Lo que sucede con la película puede resumirse a través de su propio título: ‘The Great European Cigarette Mystery’. Por un lado, resulta decepcionante que el tema del tabaco y de los lobbies de la industria se abandone tan pronto; por otro lado, utilizar la expresión “The Great Mystery”, “El gran misterio” nos da pistas sobre la vocación artística y enigmática de la obra. Así, puede resultar chocante o decepcionante no encontrar exactamente lo que la obra prometía, mas no es una estrategia desacertada y, ante la falta de respuestas, bienvenidas sean las preguntas que plantea. 

Lo mejor: una narración atractiva 
Lo peor: que se aleje tan pronto de los lobbies del tabaco, el tema que inicialmente ofrecía 
Nota: 6,5

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

martes, 3 de julio de 2018

[Atlàntida Film Fest] Crítica: 'Holiday' (2018), de Isabella Eklöf

[Atlàntida Film Fest] Crítica: 'Holiday' (2018), de Isabella Eklöf

Isabella Eklöf debuta en la dirección con la impactante y angustiosa 'Holiday'. Presentada en Sundance, es una de las obras más notables del Atlàntida Film Fest de Filmin


Bodrum, en el Mar Egeo, es uno de los principales destinos turísticos de Turquía. Aunque no es una zona ajena al lujo, no es un lugar prototípico en el que ambientar una película de mafiosos. Tampoco son los daneses a quienes asociaríamos en primer lugar con el narcotráfico. Ya desde su sinopsis ‘Holiday’ rompe moldes, pues narra una historia de gánsteres daneses que pasan sus vacaciones en esta localidad costera turca. Y lo hace desde la perspectiva de Sascha, una joven atractiva y superficial, novia-trofeo de un poderoso narcotraficante. 

Desde su llegada, es tratada con desprecio y violencia por el hombre que la recoge, anticipando el comportamiento que su novio tendrá durante toda la obra. Esa capacidad de anticipar lo que puede ocurrir, de dar pistas, se prolonga durante todo el film, resultando muy adecuada para crear un ambiente de tensión, de miedo y de incomodidad, que nos lleva a plantearnos por qué la protagonista continúa en su prisión de lujo, vicios y violencia[1]

Aunque ella parece ignorarlo, es imposible no sentir que Sascha está en constante peligro y que su comportamiento puede acarrear dramáticas consecuencias. En un momento vemos cómo conduce una Vespa con un pañuelo al cuello. Un obrero al que pide indicaciones le aconseja tener cuidado para que no se enganche en la rueda y tenga un accidente. En el siguiente plano vemos a la protagonista en el suelo, con las rodillas ensangrentadas, y entonces descubrimos la marca que el foulard produjo en su cuello al enrollarse en la rueda trasera de la moto. Esta secuencia se hace extensible a todo su entorno, en el que se mueve con excesiva despreocupación, sin parecer ser consciente –aunque el espectador sí lo es– de lo arriesgado de su situación y su comportamiento. Sin embargo, Michael, su novio o, como él se define en una ocasión, “su jefe”, no utiliza la violencia ni parece actuar de una forma tan controladora como en otras obras del género. Volvemos a ver una obra que rompe con los patrones tradicionales de este cine. Pero con ello lo que genera es un incremento en esa tensión e incomodidad, dando a entender que algo horrible puede estar a punto de suceder, pero sin que parezca llegar nunca.

Pero llega. Y la violencia y angustia acumuladas se desatan, con una escena durísima pero magistral, que cambia por completo la película, dando paso a una obra mucho más explícita. El hecho que tiene lugar[2] se muestra sin tapujos, en un plano fijo incómodo y desafiante. Tanto lo que se muestra como la forma de hacerlo son brutales, con una fuerza descomunal.

El apartado visual refuerza y otorga profundidad a una narración extraordinaria


En realidad, ese es otro de los puntos fuertes de ‘Holiday’. La fotografía, el juego con el segundo plano, las tomas largas, el encuadre con una acción principal rodeada por mucho espacio o con más de un foco de atención en planos habitualmente abiertos, el juego con los reflejos… Todo ello añade profundidad y dobles interpretaciones a las imágenes, trasladando además esa duplicidad y todos esos elementos audiovisuales a la narración y otorgándole nuevos significados. A lo que también contribuyen la fotografía y las  notables interpretaciones, sobre todo la protagónica de Victoria Carmen Sonne.

[Atlàntida Film Fest] Crítica: 'Holiday' (2018), de Isabella Eklöf

Todos estos elementos convierten al debut de la sueca Isabella Eklöf en una clase magistral de cine. ‘Holiday’ es una obra en la que el poder de lo que se muestra explícitamente y el poder de lo que se intuye indirectamente se equilibran. Una cinta diferente desde el punto de vista de la trama, pero única en su construcción de la narración, de los personajes y de los enfoques. Un trabajo construido de forma magnífica en la forma y en el fondo. Tan angustiosa como impactante y fascinante.

Lo mejor: la construcción de la tensión en la primera parte del film
Lo peor: que la incomodidad que genera pueda impedir apreciar otros elementos más "superficiales"
Nota: 9

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)


[1] Sigue leyendo únicamente si quieres conocer el final de la película. En la última imagen vemos cómo Sascha continúa su vida de lujo sonriente, como si esa violencia que ha sufrido –y que a punto estuvo de denunciar ante la policía– no le importase y solamente quisiera seguir su lujosa y despreocupada vida.
[2] A continuación, se describe, con spoilers, la escena en cuestión. Continúa leyendo solo si no te importa conocer qué es lo que sucede. Tras haber dado una paliza a uno de sus gregarios, Michael se siente tenso y, cuando Sascha intenta consolarlo, él comienza a estrangularla. Ante su rechazo, él la golpea, la tira en el suelo y la viola vaginal y oralmente. En un momento se observa cómo alguien baja las escaleras y, ante lo que ve, se da media vuelta y vuelve a subir. Al terminar, ella queda en el suelo mientras él se vuelve a colocar el reloj y se tumba en el sofá. Todo esto se muestra con un plano general fijo en el que se ve todo el salón y la acción transcurre en el centro de la pantalla. Más adelante en el film Michael vuelve a humillar y golpear a Sascha delante de un amigo de esta, de nuevo con la cámara alejada.