En efecto, esa es la premisa: un grupo de novicios en un pequeño monasterio sin recursos que, para poder salvarlo, se apuntan a la 'Champions Clerum', un torneo de fútbol solamente para religiosos en el que apenas cuentan con opciones dada la escasa experiencia de los novicios en el deporte rey. Pero la llegada desde África de un sacerdote poco ortodoxo y el sacrificio de los jóvenes seminaristas les hará alcanzar el mismísimo Vaticano. Un curioso punto de partida, pero con un desarrollo y una narración muy básicas y predecibles en todo momento y con un par de tramas secundarias igualmente insulsas e irrelevantes.
Donde Que baje Dios y lo vea sí resulta atractiva es en su humor, sencillo, tópico y sin complejos. Y aunque es un humor que ya hemos visto, permite olvidar las deficiencias de la trama, pasando un buen rato y soltando alguna que otra carcajada. Y los principales artífices de ello son El Langui y Karra Elejalde. El primero gracias a esa infinita capacidad suya de reírse de sí mismo. Y el segundo porque, aunque es evidente que tiene potencial actoral para mucho más, tiene un carisma y un registro que le permiten cuajar una interpretación divertida. Y junto a ellos, algunos de los secundarios añaden sus tópicos y sus gags para que, incluso los menos devotos de la comedia, deban dejar escapar alguna sonrisa.
Y es que a veces con eso es suficiente. Y sí, se echan de menos muchas cosas en esta película. Pero al menos el buen humor no es una de ellas.
Lo mejor: El Langui
Lo peor: todo lo que no sean los momentos puramente cómicos
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