Otra cosa no, pero la saga Cloverfield está demostrando que saben despertar interés y a traer al público. Calle Cloverfield 10, amparada por unas críticas bastante positivas y una producción y promoción que podríamos definir como tradicionales, contaba una historia interesante para terminar con un destacado cliffhanger que daba un nuevo sentido a la película. Luego vino el anuncio de la Superbowl, avanzando el tráiler de The Cloverfield Paradox y anunciando que el film estaría disponible en Netflix inmediatamente tras el partido. La mañana siguiente, cundo los medios europeos se hacían eco de los avances cinematográficos que se habían visto en el descanso del popular encuentro de fútbol americano, la película ya era accesible en Netflix desde hacía varias horas. Se trata de una de las campañas más rompedoras y, por lo que se está demostrando, exitosas. Revienta gran parte de los principios publicitarios que se enseñan en las facultades de economía y comunicación, demostrando que Netflix sabe llevar la promoción a un nuevo nivel.
La calidad ya es otro asunto más discutible pues, como en cualquier productora o plataforma de contenidos, en Netflix se mezclan las cintas mediocres con obras maestras y con títulos pésimos. Así, junto a trabajos de clara vocación festivalera u orientados a la temporada de premios, como Okja, Mudbound o Beasts of No Nation, encontramos que la plataforma de streaming ofrece largometrajes de mucha menor calidad, pero de indudable éxito, imitando a Hollywood en lo que mejor sabe hacer: reventar la taquilla. O, en este caso, las pantallas de nuestros ordenadores, tablets, teléfonos o televisores. Lo vimos con Bright hace poco y lo vemos ahora con The Cloverfield Paradox.
La obra producida por J. J. Abrams cuenta la historia de un grupo de astronautas de distintos países que, tras producirse una crisis energética en el planeta que amenaza con sumirlo en el caos, viajan a bordo de una estación espacial para intentar conseguir una nueva fuente de generación de energía. Sin embargo, se trata de un proceso complejo y arriesgado que podría desencadenar la conocida como Paradoja de Cloverfield.
Se trata de una historia de ciencia-ficción espacial bastante clásica, con os giros de guion y los efectos especiales que suelen caracterizar a las superproducciones de este tipo. Su problema es que resulta predecible y que, en realidad, en ningún momento aporta verdaderas novedades al género. Sí cuenta con algunos aspectos interesantes, pero ni se explotan ni se explican de forma adecuada. Muy pocas cosas resultan claras y coherentes en realidad, por lo que gran parte del atractivo del film, que tiene un indudable potencial, se pierde.
Eso sí, más allá de la calidad de la cinta, es cierto que resulta entretenida. Si no se le busca demasiado las costuras, funciona como pasatiempo para, por ejemplo, un domingo después de ver el fútbol americano. Y por supuesto, termina con otro espectacular cliffhanger, que introduce una nueva vuelta de tuerca en la saga y que demuestra que, a pesar de la cuestionable calidad de la obra, ya estamos esperando más Cloverfield.
Lo mejor: que parece tener material para una buena película
Lo peor: que casi todo queda sin explicar y sin demasiado sentido
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