Galicia es, casi con toda seguridad, la región más mágica, misteriosa y, hasta cierto punto, terrorífica de España. Las Meigas, la Santa Compaña, la Queimada, la cultura del fuego –que tanto hemos tenido que lamentar recientemente–, el peso de la religión, la tradición, el mundo rural… Es difícil encontrar más y mejores ingredientes para un film de terror o, cuanto menos, de misterio y de fenómenos sobrenaturales. Y eso es algo que O Apóstolo (El Apóstol) sabe explotar a la perfección.
Tras escapar de una cárcel, y haciéndose pasar por peregrino, un ladrón llega a un pequeño y misterioso pueblo de Lugo buscando unas joyas que su compañero de fuga había escondido. Pero en el pueblo suceden fenómenos inexplicables: peregrinos que desaparecen, la Santa Compaña reclamando sus almas, condenas eternas…
Todo ello narrado a través de la técnica de claymation, o animación con plastilina, con las voces de pesos pesados como Carlos Blanco, Luis Tosar, Geraldine Chaplin, Jorge Sanz o Paul Naschy. Con un presupuesto que superó los cinco millones de euros y equipos internacionales con amplísima experiencia, tanto en el aspecto técnico y como detrás de la banda sonora, O Apóstolo fue la primera película europea rodada con la técnica de stop-motion estereoscópico.
La novedad de la historia, el cuidado de los detalles, el espectáculo visual y la valentía de una apuesta rompedora en España le valieron premios y reconocimientos en festivales de todo el mundo, siendo aclamada en el Festival de Málaga, y recibiendo el Premio del Público en Annecy y la nominación a Mejor película de animación en los Goya. Y todo galardón sería merecido y, probablemente, escaso, pues se trata de una de las cintas más meritorias que ha dado el cine español, tanto desde el punto de vista técnico como –excepto por un puñado de líneas de diálogo– narrativo.
Y si la trama va de misterio y condenas, la maldición que rodeó al film no se queda atrás. Comencemos por la financiación, y es que fue uno de los primeros proyectos costeados, al menos en parte, gracias al crowdfunding, tan popular en estos momentos pero que cuando se rodó esta obra hace más de ocho años todavía estaba dando sus primeros pasos.
Tras numerosos cambios de fecha y retrasos, llegó finalmente a las pantallas españolas el 31 de octubre de 2012. Aunque estaba planeado un estreno extenso, la cinta se llegó a proyectar en menos de 30 cines, muchos de ellos minoritarios y con horarios extraños, algo de lo que el director, Fernando Cortizo, responsabilizó a la distribuidora, Aquelarre Films. Esta se defendió argumentando que los cines la habían rechazado porque las copias de la película solo estaban disponibles en digital y dada la competencia de la cartelera –Sinister, Skyfall o Lo Imposible–.
El resultado fue una recaudación irrisoria, que no alcanzó los 50.000 euros en España y que internacionalmente, a pesar de las buenas perspectivas iniciales, también acabó haciendo aguas por diversos conflictos comerciales. Todo esto acabó llevando al borde la quiebra a la productora, Artefacto Producciones, y a que la obra haya quedado casi inaccesible para el gran público –en la web http://www.oapostolo.es/ se puede ver online y comprar el DVD–.
Y es una pena, porque hay pocas películas que combinen de una forma tan extraordinaria la comedia, el misterio, las aventuras y el terror. A su vez, los guiños a la cultura gallega, a Tim Burton o a filmes como Nosferatu, la novedosa técnica, la tensa narración, la inquietante atmósfera, la estética onírica, los golpes de humor y hasta la moraleja que se extrae convierten a O Apóstolo en una obra imprescindible. Lástima que haya condenas de las que no se puede escapar.
Lo mejor: el aprovechamiento del enxebre gallego
Lo peor: que haya sido una producción maldita
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