Es todo un clásico, así que este año vuelve el especial de Halloween de Los Lunes Seriéfilos. Desde hoy, y hasta el día 31, podréis encontrar en nuestra web críticas y reviews de películas y series de terror y todo lo que asociamos a estas fechas tan tenebrosas.
Y para los cobardes a los que nos da verdadero pavor el cine de terror, pero aun así queremos disfrutar de Halloween, el cine de Tim Burton y los especiales de “terror” de universos de animación, como Shrek o Disney, han sido siempre nuestra salvación. Sin ser ninguna de las dos, vamos a arrancar nuestro especial con Una serie de catastróficas desdichas –vamos a hablar de la película de 2004, aunque también existe una serie con Neil Patrick Harris de este mismo año–, que puede ser un buen sustituto o complemento para este Halloween, sobre todo por sus semejanzas con el cine burtoniano.
Y esto es así por su estética steampunk y un tanto gótica, por la presencia constante de la muerte, la fantasía y el misterio, por el protagonismo de unos niños peculiares y por la complicación extrema de la trama, que no obstante acaba alcanzando un final casi completamente feliz. En definitiva, el resumen de (casi) cualquier película de Tim Burton que se nos pueda ocurrir.
La dirección artística es extraordinaria; no olvidemos que es una película de hace ya más de una década, con técnicas menos desarrolladas y sin referentes más allá del propio Burton. La oscuridad, el juego de colores y la fotografía de Lubezki, unidos al maquillaje, el vestuario y la banda sonora, dan lugar a un espectáculo visual muy atractivo.
Le falta cierta profundidad en la trama, con un guion un tanto irregular y con personajes más flojos de lo que cabría desear. Son, en realidad, caricaturas, con todo lo bueno y lo malo que esto implica. En especial el protagonista, el Conde Olaf al que da vida un Jim Carrey haciendo el mismo exagerado y excéntrico papel de siempre. De nuevo, con todo lo bueno y lo malo que esto implica. Sí hay que destacar la interpretación de los jóvenes Emily Browning y Liam Aiken, que sobresalen en un reparto cargado de quilates –Timothy Spall, Billy Connolly, Meryl Streep o Catherine O’Hara– pero lastrado por personajes premeditadamente estereotipados que impiden aprovechar todo ese talento.
Especialmente porque, como ocurre con la historia, todo queda subordinado al componente audiovisual y estético. Y puede que sea muy meritorio y atractivo, pero no es suficiente. Tal vez sí para verla con niños (valientes o ya algo mayores) o para disfrutar en Halloween con esa estética tan apropiada en estas fechas, mas no para poder hablar de una auténtica sustitución, y mucho menos superación, de las fantásticas y únicas obras de Tim Burton.
Lo mejor: la dirección artística y los créditos finales
Lo peor: que Jim Carrey llega a resultar pesado
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