Una de
las mayores decepciones que me he llevado tuvo lugar, hace ya algunos años, cuando
descubrí que Clint Eastwood era republicano. Tendemos a idealizar a nuestros
ídolos, creyendo que todo lo hacen bien y que son similares a nosotros también
en su ideología y en su comportamiento. Por eso te llevas un chasco cuando esa
idealización se rompe y descubres que tu venerado actor, director, guionista y
compositor tiene una ideología opuesta a la tuya.
Quienes no sabían que
Eastwood era miembro del Partido Republicano se habrán despertado este viernes
con un gran sobresalto, al leer que el viejo Clint se mostraba favorable a
Donald Trump y criticaba la “actual sociedad de nenazas”. Alguno quizás haya celebrado sus palabras, pero
un gran volumen de aficionados del veterano cineasta habrán sentido decepción,
enfado o tristeza. Algunos quizás hayan jurado no volver a ver sus películas.
Todas estas opciones son perfectamente válidas, pero hay que tener en cuenta
una serie de puntualizaciones.
Primero, y quizás sea la base de todo, debemos
ir más allá del titular. Dada la necesidad de generar tráfico en las redes
sociales y en los portales de Internet, los medios de comunicación (sobre todo
digitales) tienden a primar el titular gancho, que solo busca captar la
atención del lector. Así, muchos medios españoles han titulado de formas que
distan de lo que verdaderamente se extraía de las declaraciones: Eastwood no
pide el voto para Trump, más bien critica a Hillary Clinton, pero sin defender
al magnate de una forma tan directa o indudable como muchos titulares daban a
entender. Por eso, y esto es extendible a todo tipo de informaciones y
polémicas, antes de opinar y criticar conviene analizar las palabras originales
y su contexto, sin quedarse únicamente con el titular.
Eastwood opina que lo
que dice Trump son tonterías e incorrecciones políticas, pero que eso no
implica racismo, añadiendo que cuando él era joven las declaraciones de Trump
no se hubieran considerado racistas en absoluto. No podemos olvidar la edad y
el origen de Eastwood. Para un español de 24 años como yo, Trump no es solo
racista, sino también machista, retrógado y un grandísimo ignorante. Pero creo
poder comprender que un estadounidense de 86 años pueda diferir, pues su escala
de valores es muy distinta.
Aquí entra en juego su opinión acerca de la sociedad en la que vivimos, de “maricas” o “nenazas”, según las traducciones. Haya combatido o no, como estadounidense ha vivido abundantes (demasiadas) guerras, además de haber tratado el tema en sus numerosas películas bélicas. Como antes, es comprensible que para este “tipo duro” la sociedad actual parezca de blandos. Comprensible, pero para nada compartido, pues esas afirmaciones son machistas y anticuadas.
Con todo esto, ¿qué debemos pensar y hacer sus fans? Podemos entristecernos o sentirnos defraudados por nuestro héroe si su ideología es antagónica a la nuestra, pero sin olvidar que su cine no es de menor calidad por el voto que deposita en la urna. En este sentido, su filiación política no parece un motivo suficiente para dejar de ver sus películas, pues son arte, y el arte debería ser valorado solo por sí mismo.
Decidir qué película vemos en función de la ideología del director es una
decisión política perfectamente respetable y admirable, pues muestra una
elevada convicción sobre nuestros principios. De la misma forma, dejar de comprar
camisetas de Leo Messi o discos de Isabel Pantoja, probados delincuentes,
muestra un importante compromiso con la sociedad. El boicot en este caso está
mucho más justificado, pero es indudable también que el fútbol del primero y la
música de la segunda no van a ser mejores o peores. En cualquiera de estos
casos las decisiones no se basan en su trabajo, sino en la personalidad del
autor.
Gran Torino (2008) o Million Dollar Baby (2004) van a seguir siendo tan buenas hoy
como cuando se rodaron. Es nuestra opinión sobre su director y protagonista,
sobre el hombre detrás de las cámaras, la que puede variar. Y tampoco es que el
viejo Clint sea mejor o peor persona que Meryl Streep por apoyar al partido
contrario, habrá que valorar una serie de acciones que van mucho más allá de
unas declaraciones de contenido político. De hecho, para los simpatizantes del
Partido Republicano, la propia Meryl Streep podría estar en entredicho por
apoyar sin tapujos a los Demócratas, pero eso no le quita ni un ápice de mérito
a sus magníficas interpretaciones.
Puede que se nos rompa el mito, pero lo cierto es que nuestros referentes cinematográficos no necesitan pensar como nosotros. Basta, y no es poco, con que hagan buenas películas. Y para eso no importa el carnet de militante. ¿Verdad, McCarthy?
Puede que se nos rompa el mito, pero lo cierto es que nuestros referentes cinematográficos no necesitan pensar como nosotros. Basta, y no es poco, con que hagan buenas películas. Y para eso no importa el carnet de militante. ¿Verdad, McCarthy?
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