viernes, 5 de agosto de 2016

Cuando se nos cae el mito

Una de las mayores decepciones que me he llevado tuvo lugar, hace ya algunos años, cuando descubrí que Clint Eastwood era republicano. Tendemos a idealizar a nuestros ídolos, creyendo que todo lo hacen bien y que son similares a nosotros también en su ideología y en su comportamiento. Por eso te llevas un chasco cuando esa idealización se rompe y descubres que tu venerado actor, director, guionista y compositor tiene una ideología opuesta a la tuya. 

Quienes no sabían que Eastwood era miembro del Partido Republicano se habrán despertado este viernes con un gran sobresalto, al leer que el viejo Clint se mostraba favorable a Donald Trump y criticaba la “actual sociedad de nenazas”. Alguno quizás haya celebrado sus palabras, pero un gran volumen de aficionados del veterano cineasta habrán sentido decepción, enfado o tristeza. Algunos quizás hayan jurado no volver a ver sus películas. Todas estas opciones son perfectamente válidas, pero hay que tener en cuenta una serie de puntualizaciones. 

Primero, y quizás sea la base de todo, debemos ir más allá del titular. Dada la necesidad de generar tráfico en las redes sociales y en los portales de Internet, los medios de comunicación (sobre todo digitales) tienden a primar el titular gancho, que solo busca captar la atención del lector. Así, muchos medios españoles han titulado de formas que distan de lo que verdaderamente se extraía de las declaraciones: Eastwood no pide el voto para Trump, más bien critica a Hillary Clinton, pero sin defender al magnate de una forma tan directa o indudable como muchos titulares daban a entender. Por eso, y esto es extendible a todo tipo de informaciones y polémicas, antes de opinar y criticar conviene analizar las palabras originales y su contexto, sin quedarse únicamente con el titular. 

Eastwood opina que lo que dice Trump son tonterías e incorrecciones políticas, pero que eso no implica racismo, añadiendo que cuando él era joven las declaraciones de Trump no se hubieran considerado racistas en absoluto. No podemos olvidar la edad y el origen de Eastwood. Para un español de 24 años como yo, Trump no es solo racista, sino también machista, retrógado y un grandísimo ignorante. Pero creo poder comprender que un estadounidense de 86 años pueda diferir, pues su escala de valores es muy distinta. 

Aquí entra en juego su opinión acerca de la sociedad en la que vivimos, de “maricas” o “nenazas”, según las traducciones. Haya combatido o no, como estadounidense ha vivido abundantes (demasiadas) guerras, además de haber tratado el tema en sus numerosas películas bélicas. Como antes, es comprensible que para este “tipo duro” la sociedad actual parezca de blandos. Comprensible, pero para nada compartido, pues esas afirmaciones son machistas y anticuadas. 

Con todo esto, ¿qué debemos pensar y hacer sus fans? Podemos entristecernos o sentirnos defraudados por nuestro héroe si su ideología es antagónica a la nuestra, pero sin olvidar que su cine no es de menor calidad por el voto que deposita en la urna. En este sentido, su filiación política no parece un motivo suficiente para dejar de ver sus películas, pues son arte, y el arte debería ser valorado solo por sí mismo. 

Decidir qué película vemos en función de la ideología del director es una decisión política perfectamente respetable y admirable, pues muestra una elevada convicción sobre nuestros principios. De la misma forma, dejar de comprar camisetas de Leo Messi o discos de Isabel Pantoja, probados delincuentes, muestra un importante compromiso con la sociedad. El boicot en este caso está mucho más justificado, pero es indudable también que el fútbol del primero y la música de la segunda no van a ser mejores o peores. En cualquiera de estos casos las decisiones no se basan en su trabajo, sino en la personalidad del autor. 

Gran Torino (2008) o Million Dollar Baby (2004) van a seguir siendo tan buenas hoy como cuando se rodaron. Es nuestra opinión sobre su director y protagonista, sobre el hombre detrás de las cámaras, la que puede variar. Y tampoco es que el viejo Clint sea mejor o peor persona que Meryl Streep por apoyar al partido contrario, habrá que valorar una serie de acciones que van mucho más allá de unas declaraciones de contenido político. De hecho, para los simpatizantes del Partido Republicano, la propia Meryl Streep podría estar en entredicho por apoyar sin tapujos a los Demócratas, pero eso no le quita ni un ápice de mérito a sus magníficas interpretaciones. 

Puede que se nos rompa el mito, pero lo cierto es que nuestros referentes cinematográficos no necesitan pensar como nosotros. Basta, y no es poco, con que hagan buenas películas. Y para eso no importa el carnet de militante. ¿Verdad, McCarthy?


(Publicado en Neupic)

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