El viernes pasado, tras el encendido debate a raiz de las
Cabalgatas de Reyes, hablaba de la importancia de las redes sociales como medio
de expresión de la ciudadanía en un sistema democrático. Aunque su uso no
siempre sea el adecuado y se caiga con frecuencia en las exageraciones, las
simplificaciones y las generalizaciones, la posibilidad que ciudadanos hasta
ahora mudos tienen de llegar a una audiencia relativamente amplia me parece un
aspecto esencial en una democracia. Mejorable, sin duda, pero esencial.
Hoy el
debate se centra en las insólitas imágenes que ayer presenciamos en el Congreso
de los Diputados. Si una diputada decide llevar a su bebé al Congreso y darle
el pecho allí, sea por autopromoción, sea por concienciación, parece lógico que
se hable de ello. De la misma forma, la presencia de diputados con rastas o con
vestimentas poco habituales en el hemiciclo ha despertado acaloradas
discusiones. Por supuesto cada persona puede vestir como desee, pero es
comprensible que la imagen, por su novedad, genere comentarios, tanto a favor
como en contra.
Estas discusiones,
además de inevitables, me parecen saludables, pues lo que acontece dentro del
Congreso, que pertenece a todos los españoles, es siempre un tema de interés
público abierto a la discusión, aunque se trate de actos simbólicos.
FOTO: EFE |
Una vez
justificados estos debates, no voy a entrar en ellos. No solo porque ya se ha
dicho todo lo que se tenía que decir, sino, y sobre todo, porque hay asuntos
más importantes que se deberían debatir con más intensidad y vehemencia. Nos
hemos centrado en el chico con rastas, pero poco se ha hablado de un hombre con
una vestimenta mucho más formal que también se sentó ayer en la Cámara Baja.
Este hombre, bien vestido, está siendo investigado por la Audiencia Nacional
por un supuesto caso de cobro de comisiones ilegales. Este hombre, con un
peinado correcto, había sido repudiado por su propio partido, que le había
abierto expediente disciplinario y que durante la campaña electoral le había
instado a abandonar las listas. Este hombre, que no llevó a sus hijos a la
sesión, accedió al Congreso como número dos en la lista del Partido Popular por
Segovia. Este hombre, que ayer no dio mucho que hablar, prometió su cargo como
diputado, lo que le otorga condición de aforado, con una especial protección
ante la Justicia, y pocas horas después de eso se dio de baja en el Partido
Popular.
También había ayer en el Congreso alguien que en la votación para
elegir al Presidente del hemiciclo introdujo una papeleta en la que decía “el bebé
de Bescansa”. Este diputado, hombre o mujer, del partido que sea, y vista como
vista, es muy gracioso, no cabe duda. Pero lo que sí está en duda es su labor
como diputado. Creo que este comportamiento deja bastante más que desear que la
elección de un peinado o un atuendo. La política, aunque a veces lo parezca, no
es una broma, y menos para alguien que representa la voluntad democrática de la
ciudadanía.
Los medios han hablado de estos asuntos bastante menos que de las
cuestiones estéticas que todos conocemos. Se han quedado, en muchos casos, en
los gestos simbólicos, sin prestar la suficiente atención a los verdaderos
contenidos de la sesión inaugural de ayer en el Congreso de los Diputados.
Ocurre a menudo, las formas se vuelven más relevantes que el fondo.
Pero además
de las formas, lo que parece auténticamente relevante es la novedad. Las rastas
de un político son más novedosas que la investigación por corrupción de otro,
pero eso no les otorga mayor relevancia en una sociedad democrática. Podemos debatir
también sobre cuestiones estéticas, pero que haya corruptos en el Congreso
tendría que ser el verdadero hecho novedoso, discutido y criticado en los
medios de comunicación.
Y el hecho de que la corrupción no sea novedosa no
debería impedir que le demos su verdadera importancia. Igual que debemos
dársela a otros muchos asuntos a los que la rutina hace desaparecer del debate
de la actualidad una vez que su novedad se agota. Y si queremos discutir sobre
estética, hagámoslo, pero que no se nos olviden los temas que de verdad
importan a las personas.
(Publicado en Neupic)
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