viernes, 8 de enero de 2016

La tumba de la inteligencia, el elixir de la democracia

FOTO: EFE

Se ha hablado mucho en los últimos días de las cabalgatas de Reyes. Especialmente (y como siempre) de la de Madrid. Parte de la polémica se ha centrado en el tweet que Cayetana Álvarez de Toledo, antigua diputada del Partido Popular, dedicó a la actual alcaldesa de la capital prometiendo no perdonarle JAMÁS por la vestimenta de los Reyes Magos. Más allá de cuestionables decisiones estéticas, de Reyes y Reinas, de animales, de palcos VIP o de si merecemos carbón o juguetes, lo más interesante del debate no es el contenido, sino el debate en sí mismo. 

Resulta curioso que con el incierto panorama político nacional y catalán, con los conflictos diplomáticos y armados en Oriente Medio y con la infinidad de trascendentales asuntos que deberían ocuparnos, el debate más intenso de las últimas semanas tenga como protagonistas a unas cabalgatas que no deberían traer más que ilusión, magia y caramelos. Quizá nos espante tanto la realidad que nos refugiemos en debates más amables y más sencillos en los que las generalidades y las pasiones son más llevaderas. Además, y esto es muy importante, es casi inevitable utilizar el humor en una discusión sobre los vestidos de los Magos de Oriente; y, por suerte, el humor es inherente a los ciudadanos de este país. 

Aunque parece que no todos gozamos de ese sentido del humor tan patrio. La mencionada Cayetana Álvarez de Toledo parece tomarse estas cosas muy en serio (no me quiero imaginar entonces lo mal que lo pasará ante los casos de corrupción en su partido, la precaria situación socio-económica en la que viven muchas personas en España o las imágenes de los refugiados que arriesgan su vida para huir de la guerra). Álvarez de Toledo no está dispuesta a perdonar a Carmena, pero también se ha enfadado con quienes, a través de las redes sociales, se tomaron a risa su ya famoso: No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena. Jamás. 

Y es que hoy, la portavoz de Libres e Iguales, ha publicado una columna en el diario El Mundo para opinar sobre quienes la han criticado en Twitter. Estoy de acuerdo con ella: las redes sociales permiten el comentario rápido sin razonamiento detrás, la exageración y la generalización, el insulto sin consecuencias, las teorías conspiranoicas (como las que utiliza la propia Álvarez de Toledo en su columna) y la crítica sin fundamento. Y todo ello amparado en el anonimato de la red. Es cierto que muchos de los internautas que publican en blogs, en Twitter o en otras redes sociales lo hacen sin pensar. Igual que siempre se ha hecho en los bares, pero lo que antes escuchaban cuatro colegas que te reían la gracia, ahora lo pueden leer miles de personas dispuestas a hacer un drama de ello. 

Pero de ahí a referirse a Twitter como “un vertedero, la tumba de la inteligencia” hay un gran trecho. Twitter, las redes sociales en general, son un reflejo de la sociedad, a la que dan voz. Hasta ahora esa voz estaba en manos de políticos (lo de tumba de la inteligencia igual también se puede aplicar aquí), medios de comunicación de masas y personajes famosos. Ahora, la peluquera, la doctora, el profesor, el fontanero, la estudiante o el parado pueden expresarse y llegar a las pantallas de todo el mundo. Y en ocasiones, su formación o su intelecto no les permiten hacer el análisis profundo y detallado, alejado de exageraciones y generalizaciones que realizan (solo de vez en cuando) los tertulianos de los medios de comunicación. 

Pero tanto unos como otros, fomentan el debate. Un debate a veces viciado, otras veces irrelevante, a menudo sacado de contexto y casi siempre inconcluyente. Pero eso no significa que debatir, mejor o peor, de un tema o de otra, sea negativo. Al contrario. Un debate siempre es positivo. Y deberíamos estar agradecidos de poder enfrentarnos dialécticamente, porque hasta hace no demasiados años, estaba prohibido. Sigue estándolo en muchos países, donde Twitter está cerrado por los gobiernos o donde opinar diferente implica la muerte. 

Las redes sociales permiten que el debate se abra a toda la sociedad. Y es posible que los tontos que ahora tienen voz entorpezcan este debate, pero, al contrario de lo que opina Cayetana Álvarez de Toledo, las redes NO están “arrasando con la política y el periodismo cultos, esforzados, incisivos e inteligentes”. Están enriqueciéndolos y planteándoles nuevas oportunidades y desafíos para que sean aun más cultos, más esforzados, más incisivos y más inteligentes.  

Y la plataforma donde me lees no es Twitter, pero este texto es parte de un debate que sí tiene lugar en Twitter, pero también en la calle y en los medios de comunicación. Neupic en sí mismo es un debate incesante; un debate imprescindible en una sociedad que pretende llamarse libre y democrática. Y no solo eso, puesto que si me estás leyendo, seguramente llegaste aquí gracias a Facebook o a Twitter. Por eso espero que, aunque decepcione a Álvarez de Toledo, no te hayas encontrado con un vertedero ni con la tumba de la inteligencia. 

Naturalmente, el respeto, la documentación previa y la responsabilidad deberán ser elementos básicos, pero ni los ciudadanos en Twitter, ni Monedero y Marhuenda en televisión, ni siquiera Pedro Sánchez en los debates electorales lo cumplen. 

Por eso, si la práctica hace al maestro, la única forma para que los debates sean verdaderamente constructivos, útiles y respetuosos es debatiendo. Así que, por el bien de nuestra sociedad, de nuestra libertad y de nuestra democracia, debatamos.

(Publicado en Neupic)

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