Hilarante y con interpretaciones magistrales, ‘Green Book’ es una historia de racismo y, sobre todo, amistad
The Negro Motorist Green Book, el libro verde al que hace referencia el título de la película de Peter Farrelly, era una guía editada anualmente para que los viajeros afroamericanos pudieran conocer en qué establecimientos serían bien recibidos y cómo moverse con seguridad por Estados Unidos –sobre todo en el sur, donde la segregación y el racismo eran mayores–. Este manual, editado hasta 1966, es una muestra más de hasta qué punto es reciente el racismo que vivía –y de forma más suavizada, vive– la población afroamericana en el país que lidera el llamado mundo libre.
El Green Book buscaba, en gran medida, evitar los riesgos que esas personas podían vivir en lugares que no conocían y en un ambiente claramente hostil hacia ellos. ‘Green Book’ no solo utiliza ese libro como hilo conductor de su historia, sino que parece seguir su filosofía, evitando correr cualquier riesgo y ciñéndose a una fórmula casi sin fisuras. Así, se trata de una road movie dinámica y con tono de comedia, protagonizada por personajes con mucho carisma, basada en una historia real muy atractiva y que incluye al mismo tiempo cierta crítica social y un mensaje optimista. Es la fórmula de películas como ‘Bright’ (2017) –por citar una que es evidente que necesita de esta fórmula para sobrevivir– o ‘Intocable’ (‘Intouchables’, 2011) –con la que se pueden encontrar varias semejanzas–.
Sin embargo, esta fórmula garantiza que no haya riesgos y que el producto pueda salir casi siempre indemne en taquilla. Ahora bien, no asegura ningún éxito especial, ni que la cinta vaya a ser una de las mejores del año. Ahí entran otra serie de factores que son los que convierten al trabajo de Peter Farrelly en un trabajo gran éxito de público y en uno de los títulos imprescindibles de 2018. ‘Green Book’ es mucho más divertida de lo que cabría esperar, con momentos y, sobre todo, diálogos hilarantes. El momento en el que se lanza la película, crítica con la discriminación por cuestiones de raza o de clase social, tampoco podía más ser oportuno. Su ritmo, acompañado por la música y por la carretera, es una muestra de pulso en la dirección, acentuada por su atención a los detalles, que la convierten en una obra única, capaz de escapar de esa fórmula de la que parte.
Dos intérpretes magistrales para una historia de amistad
Pero si hay un elemento que debe destacarse son los protagonistas: Mahershala Ali y Viggo Mortensen, dos actores extraordinarios, dos bestias de la interpretación que, con dos actuaciones soberbias, dan vida a Don Shirley, un genial y aclamado pianista negro, y a Tony Lip, su chófer, un italoamericano de clase obrera. Su viaje al racista sur de Estados Unidos en 1962 para una gira de conciertos de Shirley y su trío les llevará a convivir durante muchas horas, impregnándose cada uno de rasgos del otro y aprendiendo a comprender sus distintas historias y formas de ser.
Tampoco importa. Eso no es aquí lo relevante. Porque lo que sí permite una comedia desenfadada como esta es la aproximación a un tema tan dramático como el racismo y la discriminación con una mirada diferente, más cercana y capaz de trasladar la historia al público. Una historia, al fin y al cabo, de amistad. Y la de Don Shirley y Tony Lip merecía esta película. Única, a pesar de que pueda parecer conocida.
Lo mejor: Mahershala Ali y Viggo Mortensen
Lo peor: que no profundice más en la evolución de los personajes