En un mar de clichés, 'A la deriva' se mantiene a flote con solvencia, combinando romance y supervivencia
El próximo viernes, 29 de junio, se estrena en España ‘A la deriva’, una película dirigida por Baltasar Kormákur y protagonizada por Shailene Woodley y Sam Claflin. Aunque no rompe con los moldes del cine de supervivencia en un entorno natural hostil, sí que resulta entretenida, explotando con habilidad sus puntos fuertes.
Inspirada en una historia real, se sitúa en 1983 en el océano Pacífico, cuando el brutal huracán Raymond pilló por sorpresa a una joven pareja que navegaba desde Tahití hacia San Diego en una embarcación de recreo. La tormenta destrozó la nave, alejándola de su rumbo y evitando casi cualquier posibilidad de rescate. La cinta muestra lo que sucedió antes y después de la tormenta, entrelazando las secuencias de supervivencia tras ella con los momentos de amor que transcurrieron entre que la joven pareja se conoció y comenzó su odisea.
Un acertado montaje paralelo
Son las escenas que cuentan qué ocurrió tras el naufragio las más atractivas, pues parece que Kormákur se desenvuelve mejor en el cine de catástrofes y situaciones límite, como ya demostró en ‘Everest’, que en una trama más romántica y cursi –algo que la propia película parece reconocer en un diálogo entre los protagonistas al comienzo del film–. En este sentido la decisión de montar de forma paralela ambas narraciones permite que nunca decaiga en exceso el ritmo y que, a su vez, tampoco se produzca una saturación derivada del agobio o la intensidad de las escenas en el mar.
Esta estrategia sirve además para mantener la tensión y resulta inteligente y en cierta medida novedosa. Sin embargo, el océano está repleto de lugares comunes. En gran parte de esos tópicos sobre la libertad del mar, la inmensidad del océano o las catástrofes naturales cae ‘A la deriva’ (Adrift) –que en su título tampoco es especialmente original–, y durante buena parte del metraje a la película le cuesta escapar del lastre que suponen. Aun con ellos, sigue siendo una obra entretenida, impulsada por la buena actuación de Shailene Woodley y por una historia de partida muy atractiva. La narración sabe mantener la tensión sobre qué ocurrirá con la pareja formada por Tami y Richard y, a pesar de algunos elementos más o menos predecibles o recurrentes en este tipo de obras, incorpora un elemento de sorpresa que le otorga profundidad y dramatismo.
En conjunto, a pesar de los altibajos y de la caída en algunos clichés, navega con firmeza y con algún inesperado golpe de timón, tan efectista como efectivo, que finalmente es lo que resulta más destacable de toda la obra.
Lo mejor: un inesperado giro de guion que no conviene desvelar
Lo peor: los tópicos y las cursilerías sobre la libertad del mar, el cruce del horizonte o la soledad en alta mar
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