lunes, 5 de junio de 2017

Crítica: 'La momia' (1999), de Stephen Sommers


El próximo 9 de junio se estrenará en España ‘La momia’, protagonizada por Tom Cruise y dirigida por Alex Kurtzman. Pero esta no es la primera vez que vemos a un monstruo egipcio en el cine. Aunque en 1918 Ernst Lubitsch ya había llevado una momia al cine, fue Boris Karloff quien encarnó a la primera momia verdaderamente memorable de la historia del séptimo arte. En esos años, aprovechando la llegada del sonido al cine, surgía dentro del género de terror lo que podríamos definir como el cine de monstruos. Junto a Frankenstein, Drácula y King Kong, la momia se convertía en uno de los paradigmas de monstruo poderoso y misterioso que trae consigo destrucción y que resulta casi imparable por medios humanos.

Desde entonces, todas estas criaturas han protagonizado decenas y decenas de películas, muchas de ellas de serie B, otras, auténticos taquillazos. Entre las últimas, y centrándonos ya únicamente en los embalsados de la civilización egipcia, fue ‘La momia’ que dirigió Stephen Sommers en 1999 con Brendan Fraser como protagonista la más exitosa de todas. A arrebatarle ese título parece dispuesta la cinta que llegará esta semana; mientras esperamos para comprobar si eso ocurre, analizamos ahora el filme de Sommers.

En realidad lo más destacado de la película ya está dicho: su éxito. Con un presupuesto de unos 80 millones, con críticas bastante divididas y con dudas sobre si un remake del clásico protagonizado por Karloff en los años 30 podría funcionar, la cinta consiguió arrasar en taquilla y superar los 400 millones de dólares recaudados en todo el mundo. En los años siguientes Universal lanzó dos secuelas y una precuela (protagonizada esta última por Dwayne Johnson) para aprovechar el tirón de la franquicia.

Su éxito, en parte imprevisto, se basa en un entretenimiento clásico: cine de aventuras, un reparto atractivo y atlético, un romance, algunos misterios, efectos especiales... Es una fórmula habitual y poco rompedora, pero está claro funciona. ‘La momia’ no aporta nada a la historia de este personaje salvo, quizás, la introducción en la película de pasajes en egipcio antiguo.

También es cierto que la obra es ágil, que pasan cosas y que sus dos horas no se hacen en ningún momento aburridas. A pesar de que su predecibilidad y de la abundancia de estereotipos, tiene momentos de cierta tensión y, en conjunto, logra un ameno pasatiempo. Y que nadie busque en este filme algo que no eso, porque ni lo va a encontrar ni la película aspira a ofrecerlo.


Los efectos especiales, que le valieron a la obra algunos reconocimientos, resultan algo flojos para el presupuesto y la fecha. Hay elementos, como puede ser la momia o las tormentas de arena, bastante logrados, pero en general la sensación es de decepción. Porque, aunque sabemos que las interpretaciones o el guion de este tipo de cintas suelen ser mediocres, sí esperamos que el componente visual y sonoro sea impresionante, y eso no siempre ocurre en ‘La momia’. No obstante, debe quedar claro que esto no implica que estos efectos sean malos; son menos espectaculares de lo que cabría imaginar, pero siguen siendo atractivos.

Y es que son ellos, junto a la capacidad de entretenimiento de la cinta, los que atrajeron a un público considerable a las salas para ver volver a la vida a una figura esencial en el cine de monstruos. La versión que se estrena en unos días parece seguir la misma premisa. Veremos también si el resultado es el mismo.

Lo mejor: que es muy amena
Lo peor: que, en realidad, es mala, desde las interpretaciones al guion
Nota: 6

(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)

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