Conchita Wurst fue la rutilante estrella de un evento benéfico al que asistieron figuras como Ricky Martin o Bill Clinton
Hace dos domingos Austria se acostaba como un país nacionalista, extremista y ultraconservador tras el ascenso en las Elecciones Europeas del partido de extrema derecha FPÖ. Este domingo se ha despertado como un país que enarbola la bandera de la tolerancia y favorable a la libertad sexual tras la celebración el sábado del Life Ball de Viena; el evento más importante en Europa de apoyo a los afectados por VIH o sida.
Y es que el Ayuntamiento de Viena se quedó pequeño el pasado sábado 31 de mayo para acoger a los 3.800 asistentes a esta fiesta en la que hubo música, desfiles de moda, alfombra roja, concurso de disfraces, reivindicación y mucha generosidad para una causa benéfica como es la lucha contra el sida.
FOTO: Life Ball / Harald Klemm |
Poco más se puede pedir, porque además el tiempo acompañó a las 40.000 personas que se congregaron en la Plaza del Ayuntamiento para ver los coloridos vestidos de las 200 parejas que desfilaron por la alfombra roja junto a celebridades como Ricky Martin, Bill Clinton, Jean Paul Gautier, Courtney Love o Conchita Wurst.
Fue precisamente la flamante ganadora del Festival de Eurovisión la principal atracción del evento como nuevo icono del movimiento LGTBI en Austria. O quizá sería más correcto decir en Europa, o incluso en el mundo, porque el alter ego de Thomas Neuwirth se ha convertido en un fenómeno de masas desde que el pasado 10 de mayo asombrara al mundo con su tema Rise Like a Phoenix.
Con ese tema cerró una gala que había comenzado fuerte con la actuación de Ricky Martin y su nuevo sencillo Vida, muy acorde con el acontecimiento en sí: un acontecimiento sobre la vida, la alegría y la belleza, perfectamente reflejados en El Jardín de las Delicias, el hilo conductor escogido este año por la organización para el evento.
Por eso la pasión, las flores, los insectos y la lujuria fueron temas recurrentes entre los coloristas disfraces que los participantes escogieron para la ocasión. Disfraces verdaderamente inverosímiles y logrados que harían morirse de envidia a la mismísima Reina del Carnaval de Gran Canaria.
Y si no a ella, sí a Bill Clinton, ya un clásico en esta cita anual, que con su sencillo traje de noche dijo sentirse "tan mal vestido". Y es cierto que el expresidente de Estados Unidos era casi el único que no parecía salido del cuadro de El Bosco.
No todo es fiesta
A lo largo del evento, que se prolongó hasta las 5 de la madrugada, también hubo momentos de silencio en recuerdo de las víctimas y para reflexionar sobre una enfermedad cuyo número de víctimas sigue aumentando año tras año en el mundo.
Desde AIDS LIFE se recalca, como cada año, que el objetivo de esta noche es doble: recaudar fondos para los seropositivos y enfermos de sida; y concienciar a la sociedad y dar visibilidad a un problema que solo se solucionará cuando los enfermos sientan libertad para hablar y tratarse sin ser juzgados.
En ello quería hacer hincapié una gala que también busca luchar por los derechos y la igualdad independientemente de la orientación sexual. Y con ese fin se diseñó el poster del evento para este año. En él aparece la modelo transexual Carmen Carrera desnuda con genitales femeninos en una versión y masculinos en otra, acompañada en ambas modalidades de la leyenda: "Soy Adán, Soy Eva, Soy yo".
FOTO: APA / Roland Schlager |
El cartel, diseñado por el fotógrafo David LaChapelle, ha levantado además una fuerte polémica al mostrarse una realidad aun difícil de ver para una gran parte de la sociedad. Representante de esta sociedad puede ser una ancianita que ha ido mutilando los carteles que encontraba por Viena removiendo las "partes al descubierto" de los protagonistas de la fotografía.
Pero al final, con ataques o sin ellos, con incomprensión o sin ella, la imagen fue subastada el sábado en el Palacio del Hofburg vienés -ni más ni menos que donde habitaban los emperadores- junto a artículos como un Audi A1 diseñado por el mismo fotógrafo o un collar de la firma Chopard. La recaudación, donada también para la causa, ascendió a 800.000 euros. Que se sumaron al resto de ingresos de la noche para lograr un total de más 3 millones de euros.
Y con 100.000 euros, que tampoco están mal, está dotado el premio Crystal of Hope, que Marcia Cross y Billy Zane -conocidos por sus papeles en Mujeres desesperadas y Titanic, respectivamente- entregaron a un proyecto de potabilización de aguas en Kisumu, Kenia, para mejorar las condiciones higiénicas de los afectados por el virus.
Al final, en eso consistía la noche; en realizar algunas buenas obras y luchar por una causa noble. Y en pasárselo bien. Porque el evento no pudo ser muy aburrido cuando hubo un millón y medio de austriacos en sus casas viéndolo por televisión y un seguimiento internacional que pocas galas benéficas logran.
Y eso, quizás no agradase a los tradicionalistas miembros del FPÖ pero, como rezaba el lema del baile este año, "el amor es una flor que crece en cualquier lugar". Y Viena fue, una vez más, el mejor de esos lugares.
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