Desde el 26 de febrero está disponible en Filmin ‘Press’, un entretenido análisis del periodismo británico que, aunque desfasado y con errores, refleja el fondo de una profesión cargada de ironías y claroscuros
Un escritor tan británico como Charles Dickens inició una de sus novelas, ‘Historia de dos ciudades’, con la famosa cita: “Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura”. En los últimos tiempos, utilizar esta frase para referirse a la situación del mundo y, en concreto, del Reino Unido, se ha convertido en algo habitual. Tampoco creo ser el primero que la utilice para referirse a la situación de los medios de comunicación y la prensa. Y de nuevo, es particularmente válida para hablar de los medios de comunicación británicos: pocos países tienen la tradición periodística y los medios de referencia (BBC, The Economist, The Guardian, Finantial Times) del Reino Unido; pero también son pocos los que tienen tanta prensa sensacionalista (The Sun, Daily Mirror, Daily Express, Daily Mail) y con tanta influencia.
De esa doble cara del periodismo del Reino Unido bebe ‘Press’, centrado en las redacciones de dos periódicos con sede en Londres. The Post y The Herald, ubicados en dos extremos de una misma plaza, reflejan esos dos modelos: The Post es un diario sensacionalista y conservador con claras semejanzas con The Sun; y The Herald es un medio progresista de calidad, con una tipografía y una política que recuerdan con claridad a The Guardian. Así, los elementos más destacados de la serie son la comparación de dos formas de entender la información, los debates sobre la deontología profesional y las reflexiones sobre el futuro de la prensa en papel.
De hecho, se establece una suerte de sinécdoque al asociar periodismo y prensa diaria, a la que considera, si no la única forma de periodismo, sí la más pura. Y esa es, probablemente, una aproximación simplista que, de hecho, ha contribuido a que los propios periódicos sean en parte responsables de su declive (y hablamos aquí del declive que se produce en la realidad, no en la serie). En este sentido, la serie parece olvidar que la forma de hacer periodismo en la redacción de un periódico no es aplicable a otros medios y que el funcionamiento de la profesión ha cambiado de forma radical en los últimos años.
Mejor como drama que como análisis realista
Parece, en realidad, que ‘Press’ refleja una situación más propia de finales del siglo XX, cuando conseguir una exclusiva en la portada del diario matutino era el mayor fenómeno mediático. Eso ha cambiado en la actualidad y la portada de un diario ha perdido progresiva importancia, pues la noticia que vaya en la primera plana no suele influir significativamente en sus ventas ese día. Tampoco suele ser relevante la búsqueda de la exclusiva entre los diarios, al menos no en temas como los que se reflejan en la miniserie, algo más propio de medios digitales o de la televisión. Tampoco es habitual que una noticia bomba se reserve al diario de la mañana y no se cuelgue con anterioridad en la red. Tampoco tiene lógica que la lucha entre dos periódicos con modelos tan diferentes sea tan encarnizada: en la realidad The Post y The Herald no serían competidores. [1]
En general, el retrato de la profesión es poco realista. O, por lo menos, muy poco actual. No obstante, la miniserie creada por Mike Bartlett sí resulta acertada como alegoría y crítica de lo que esconde el mundo del periodismo. Los detalles no son verídicos, algunos personajes están caricaturizados y la imagen que se presenta está claramente desfasada, pero hay verdad en el análisis de la moral de los periodistas y de sus relaciones con el poder. Si se obvia la forma, el fondo es muy atractivo, censurando algunos comportamientos de la profesión y sin caer en esa idealización tan frecuente en series o películas sobre periodistas.
Pero hay más aciertos, desde las notables interpretaciones –con Ben Chaplin y Charlotte Riley en los papeles protagonistas– hasta el trabajo de la cámara, que en determinados momentos se acerca mucho al rostro de los personajes, logrando picados que acentúan la intensidad. ‘Press’ resulta además dinámica, con unas dosis de drama y emoción muy atractivas y con una narración bien construida, creciendo en tensión. Así, si en los primeros tres capítulos de la miniserie, en los que predomina la comparación entre las dos redacciones, los fallos de la serie son más visibles, en los tres últimos, en los que el drama personal gana peso y el análisis de la profesión y la industria pasa a un lugar más secundario e indirecto, la serie funciona mucho mejor.
Así, el mayor error de ‘Press’ es prestar demasiada atención a detalles y a aspectos periodísticos, en los que se equivoca, en lugar de explotar la combinación de entretenimiento y crítica sutil, en las que es mucho más solvente. Y es que en una serie de televisión no siempre es necesario elegir entre dos modelos como los del Herald y el Post, sino que a veces es posible combinar ambas formas de aproximarse a la verdad.
(Publicado en Los Lunes Seriéfilos)
[1] [SPOILER] Tampoco el secuestro de la portada de The Herald es coherente, ni el drama que se desata tras ello, ni los cambios tan bruscos de periodistas entre una redacción y otra, ni la conversión de The Herald a un periódico gratuito…
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