Lo que se conmemora estos días en la tradición cristiana es una de las historias más espectaculares, grandiosas y trascendentales de la cultura occidental. Más allá de credos y de la credibilidad histórica de la misma, la historia de Jesús de Nazaret es, posiblemente, La historia más grande jamás contada. Uno de los títulos más acertados de la historia del cine y una película que debemos revisar, casi de forma ineludible, en esta serie de críticas de obras típicas y tópicas durante la Semana Santa.
La cinta dirigida por George Stevens reúne un impresionante reparto para narrar la vida, muerte y resurrección de Jesús, a quien interpreta Max von Sidow. Junto a él, figuras de la talla de Charlton Heston –un imprescindible en este tipo de films, que da vida a Juan el Bautista–, Martin Landau, José Ferrer, Dorothy McGuire o John Wayne. Estrenada en 1965, recibió cinco nominaciones a los premios Oscar.
Aunque hemos calificado a este largometraje como ineludible en estas fechas, cabe reconocer que está por debajo de obras épicas como Ben-Hur (1959) o Espartaco (1960) y también de otras películas centradas en la vida del Mesías, como puede ser Rey de reyes (1961). La comparación con este título es inevitable pues, ambas otorgan gran protagonismo a las figuras de Herodes Antipas y de Poncio Pilatos como contraposición al Hijo de Dios. Así, aunque The Greatest Story Ever Told aspira a convertirse en una cinta épica y trascendente a imagen de las anteriores, resulta menos majestuosa que las anteriores, lastrada en parte por un montaje más acelerado, con secuencias bastante cortas que impiden el lucimiento de los magníficos intérpretes y con una narración que en ocasiones resulta muy poco sutil.
Todo esto le resta solemnidad, algo que suple con una fotografía muy interesante, marcada por la tenue iluminación y los fuertes claroscuros, y, en más centrados en el contenido, con una clara orientación y una vocación didáctica y de transmisión del Evangelio mucho más fuerte que otras producciones. Así, además de las escenas de la Pasión –probablemente, las más interesantes del film– y de cierto protagonismo de los secundarios –sobre todo, Juan el Bautista, Herodes Antipas y Poncio Pilatos–, la mayor parte de los doscientos minutos de metraje se centra en las enseñanzas de Jesús. Y esa parte del Nuevo Testamento, aunque desde el punto de vista religioso tenga gran trascendencia, desde una perspectiva fílmica resulta menos atractivo.
Se trata, por lo tanto, de una apuesta valiente pues, resulte más o menos acertada, y nos guste más o menos ese mensaje, consigue una identidad propia. Porque tal vez no sea la mejor, y mucho menos la única adaptación a la gran pantalla del Nuevo Testamento, pero es evidente que sabe capturar su esencia y narrar la historia más grande jamás contada.
Lo mejor: el título y su búsqueda de un camino propio
Lo peor: un montaje que prima la claridad del mensaje sobre la sutileza
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