El descalabro del
PSOE parece tener un culpable claro, pero, independientemente de la crítica que
se le pueda realizar tanto a Pedro Sánchez como al conjunto del partido y sus
federaciones en España, podemos hacer una lectura más amplia del problema para
ver que Pedro y el PSOE no están solos.
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Otro ejemplo:
Francia. Aunque el Partido Socialista esté al mando del Gobierno, tanto los
resultados regionales y locales como las encuestas les auguran un futuro
bastante pobre. El ultraderechista Frente Nacional de Le Pen y Los Republicanos
de Sarkozy parecen estar muy por delante de un partido que no ha sabido hacer
frente al terrorismo, ha sufrido numerosas y duras huelgas y se ha visto
salpicado por las polémicas de su Presidente, François Hollande, que van desde
sus infidelidades hasta el salario de su peluquero particular.
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En el Reino
Unido, a pesar de que (o precisamente porque) los protagonistas del Brexit han
sido los Tories de David Cameron y el euroescéptico UKIP de Nigel Farage, el
Partido Laborista parece haber pasado a un segundo plano. Su única alegría en
los últimos meses ha sido la consecución de la alcaldía de Londres por Sadiq
Khan. En esas Elecciones Locales el Partido Laborista no supo aprovechar el
desgaste de los conservadores y solo logró salvar los muebles y ganar algo de
tiempo para su líder, un Jeremy Corbyn que, como le ocurre a Pedro Sánchez,
tiene más enemigos en el seno de su partido que fuera.
En Austria el
caso es más complejo: el pasado mayo hubo elecciones para elegir al Presidente
de la República y a la segunda vuelta llegaron el candidato de extrema derecha
Norbert Hofer y la candidatura apoyada por Los Verdes, Alexander van der
Bellen. Tanto el candidato socialista como el conservador se quedaron en
porcentajes de voto cercanos al 11%, una cifra ínfima si consideramos el
tradicional dominio de ambos, sobre todo de los socialistas, en los comicios
austriacos desde el regreso de la democracia. Dejando a un lado el hecho de
que, por distintos y curiosos motivos, el país sigue sin Jefe de Estado, los
socialdemócratas austriacos tampoco viven su mejor momento. Al revés en estas
Elecciones Presidenciales hay que sumar la dimisión del Canciller Werner
Faymann (que gobernaba en coalición con los democristianos) a raíz de las
mismas, pero también hay que tener en cuenta el retroceso que el partido está
sufriendo en los sondeos tras su mala gestión de la crisis de refugiados y de
un panorama económico que muestra signos de debilidad.
Sin negar el
papel de los responsables nacionales, quizás convenga reflexionar también sobre
la falta de identidad de estos partidos. El adjetivo socialista no les pega,
pues todos han renegado del Socialismo, motivo por el que son adelantados por
su izquierda. Además, en sociedades avanzadas como las europeas, la lucha por
los derechos sociales, aunque siga siendo esencial, no se percibe como tal, de
ahí que el papel de estos partidos pierda valor. Al mismo tiempo, la crisis y
la inmigración han hecho ascender a partidos populistas que han robado votos a
los partidos tradicionales. Y frente a estos partidos, han sido los
conservadores moderados quienes parecen haberse convertido en la única
alternativa capaz de hacerles frente.
La crisis del
socialismo en Europa va más allá de los nombres de sus distintos líderes. Y
quizás parte de su resurrección pase por cambiar de responsables, pero también
resulta necesario un replanteamiento a nivel internacional de lo que estos
partidos quieren y representan. Y no sé si este mal de muchos consuela a Pedro
Sánchez, pero al menos le demuestra que no está solo.
(Publicado en El Blog del Suscriptor de El Español)