Hay 197.245 personas que hoy están llamadas a las urnas por
primera vez. El 20 de diciembre no tenían aun 18 años, por lo que muchas de
ellas se estrenarán durante las próximas horas en el derecho básico de la
democracia. En ese derecho no se estrenará mi abuela, pero sí vuelve a
ejercerlo tras muchos años ausente de su cita electoral.
Mis abuelos fueron
juntos y llenos de ilusión a votar por Suárez en las primeras elecciones
democráticas tras la Dictadura. Era el año 1977 y las únicas nociones de
democracia que tenían no eran más que algunos recuerdos de su niñez y la clase
acelerada que supusieron los primeros años de la Transición. Mi abuelo hace
mucho que no está y mi abuela no ha vuelto a votar. Eso, a pesar de mi
insistencia en las últimas convocatorias, en las que siempre me topé con su
desencanto y con su “todos son iguales”.
Pero donde yo fracasé, triunfó mi
hermana. Tiene 21 años, acaba de terminar la carrera de Derecho y le gusta salir
por la noche; no es especialmente activa en política, pero sí es consciente de
lo que significa ejercer sus derechos. Sabe lo que quiere y, sobre todo, sabe
lo que no quiere. Por eso, tras votar en su colegio electoral, acompañará a mi
abuela al suyo.
Mis padres también acudirán a las urnas. Ellos han sudado la
camiseta toda su vida, trabajando duro, que es lo que tenemos que hacer los que
no tenemos cuentas en Suiza ni en Panamá. Son dos personas bien informadas que
sé que, elijan lo que elijan, lo harán con coherencia.
Yo no esperé al domingo.
Yo voté el viernes porque resido en otro país y, tras un largo proceso de ruego
del voto, acudí a depositar mis papeletas en la urna disponible en la Embajada.
Vivo en una capital europea, por lo que en menos de una hora puedo llegar a la
Embajada y votar; muchos otros emigrados lo tienen más difícil y, dadas las
dificultadas y trabas del proceso, más del 90% de españoles que viven en el
extranjero se quedarán sin sufragio una vez más.
En mi familia vamos a votar de
maneras muy distintas, con intereses y nociones diversas, pero siempre
intentando acertar en lo que es más adecuado para nosotros, para los nuestros y
para todos. Es posible que nuestros votos apoyen candidaturas opuestas, pero
eso es la democracia. Lo importante es que todos habremos votado con
responsabilidad y raciocinio, considerando nuestras opciones y actuando en
consecuencia.
Nunca he sido muy bueno en lo de las generaciones, pero parece
claro que aquí tenemos al menos tres. Tres generaciones que acudiremos a las
urnas porque sabemos la importancia que eso tiene. Y junto a las generaciones
que nosotros representamos, todas las generaciones del país que están llamadas
a votar este 26-J. Ya lo hicimos hace seis meses y ahora debemos volver a
hacerlo. O lo que es lo mismo, lo que los ciudadanos decidimos en diciembre fue
inútil y nuestros representantes malgastaron nuestro voto, nuestro tiempo y
nuestro dinero.
Volver a las urnas puede considerarse de alguna manera un
fracaso. En gran medida, está en nuestra mano que no vuelva a ocurrir. Y para
eso hay que ir a votar. Y quizás mañana el panorama no haya cambiado mucho;
puede incluso estar peor. Pero será nuestra decisión. Y solo si nosotros hemos
cumplido con nuestros deberes podremos exigir a nuestros representantes que
hagan lo mismo.
FOTO: Juan Medina / ATLAS |
Los colegios electorales ya están abiertos. Por eso desde este momento, desde todas partes, jóvenes, adultos y ancianos estamos llamados a decidir el futuro de nuestro país. Es nuestro derecho, pero también nuestra responsabilidad. Lo que ocurra a partir de ahora está en nuestras manos.
(Publicado en Neupic)